—Sonia.Andrés se acercó y golpeó la puerta.Sonia no respondió.El ceño de Andrés se frunció. Cuando volvió a tocar sin obtener respuesta, perdió la paciencia y se preparó para derribar la puerta.Pero en ese momento, Sonia abrió.Andrés se contuvo rápidamente, mirándola fijamente.Su expresión había vuelto a la calma: —No.Andrés entrecerró los ojos.Sonia le mostró el test: —El señor Campos puede estar tranquilo.Andrés miró: efectivamente solo había una línea roja.—Vayamos al hospital mañana —dijo— Esto no es completamente fiable.—No iré —respondió Sonia.Andrés frunció el ceño.—Este es el resultado —dijo Sonia— Además, solo tengo malestar estomacal. La última vez... sería demasiada coincidencia.—A las ocho de la mañana vendré por ti —dijo Andrés, como si no quisiera discutir más, y se dio la vuelta.—Iré sola —dijo Sonia.Andrés se detuvo y la miró.—Si hay algún resultado, te lo haré saber —añadió Sonia.—¿Qué quieres decir?—Andrés, ya no hay ninguna relación entre nosotros.
Andrés le dio un número: —Mañana a las ocho, ve a la habitación 1613 abajo. Llévala al hospital.Jennifer se sorprendió, mirándolo sin comprender.—Nadie debe enterarse de esto. Si se filtra la información, ¿sabes las consecuencias?La expresión de Andrés no cambió, pero sus ojos se volvieron más afilados.Jennifer finalmente entendió que había malinterpretado y asintió rápidamente: —Entiendo.—Sal —ordenó Andrés sin mirarla más.Jennifer abandonó la habitación y el silencio regresó.Andrés trató de no pensar más en el asunto, pero esa noche soñó... con un niño.Andrés no tenía especial afecto por los niños. Desde pequeño había sido distante emocionalmente, sin depender de sus padres, y su familia adulta difícilmente podría llamarse armoniosa.Pero tampoco rechazaba a los niños. Quizás por sus valores arraigados desde la infancia, siempre pensó que debería tener un hijo, aunque no podía imaginar cómo sería él como padre.En el sueño tampoco experimentó esa sensación. Solo vio una peque
Sonia ya había terminado de extraerse sangre. Las vendas en su brazo aún estaban frescas, y podía sentir el ligero ardor donde la aguja había penetrado su piel.Sentada en la fría silla de plástico de la sala de espera, su mente seguía en blanco después de una noche sin dormir. El bullicio del hospital - las conversaciones distantes, el sonido de pasos apresurados, el ocasional timbre de un teléfono - parecía lejano y distorsionado.No sabía si sentía esperanza o miedo. Por supuesto que deseaba un hijo. Sería alguien que compartiría su sangre, una conexión que nadie podría romper. Ahora que estaba completamente sola en el mundo, sin padres ni familia verdadera, un hijo significaría... tener finalmente una familia propia. Era lo que siempre había anhelado desde que era una niña pequeña en el orfanato, viendo cómo otros niños eran adoptados mientras ella permanecía sola.Pero también tenía miedo, un miedo que le helaba la sangre. Temía no poder protegerlo, no ser lo suficientemente fuert
Sonia lo miró extrañada.Sin decir nada, Andrés se quitó su chaqueta y la envolvió alrededor de su cintura.El movimiento repentino la sobresaltó.—¿Qué estás...? —comenzó a preguntar, pero sintió un calor súbito fluyendo dentro de ella.Sabía perfectamente qué era esa sensación.Miró a Andrés aturdida.*—No está embarazada —dijo el médico— El retraso en su período probablemente se deba al estrés. Si quiere estar segura, puede hacerse una ecografía después de que termine su período.Aunque Sonia ya sabía la respuesta, escucharla confirmada por el médico hizo que apretara las manos.—¿Está intentando concebir? —preguntó el médico al ver su decepción.—No... no es eso.El médico ignoró su respuesta: —Estas cosas no se pueden apresurar. Cuanto más se preocupe, más difícil será. Debe relajarse...Sonia ya no recordaba qué más había dicho.En realidad, debería sentirse aliviada de no estar embarazada. Además, dada la situación con Andrés... las probabilidades eran muy bajas.Si hubiera que
Cuando Sonia salió del baño, Andrés seguía allí de pie.Su chaqueta continuaba con Sonia, dejándolo solo con su camisa. Los puños desabrochados y arremangados mostraban sus antebrazos blancos y musculosos. Junto con su aire distinguido y sus rasgos sobresalientes, los transeúntes no podían evitar mirarlo al pasar.Pero él parecía acostumbrado a tales miradas. Mantenía la vista en su teléfono sin levantar los ojos.Sonia lo observaba, sus pasos deteniéndose.Andrés seguía con la cabeza baja. Normalmente no sentía las miradas de los demás, pero pareció percibir la de Sonia y levantó la vista rápidamente.Sonia se mordió los labios y se acercó a él.—Tu ropa... se manchó —murmuró— La lavaré y te la devolveré.Andrés iba a decir que no era necesario. Pero después de mirarla, cambió de opinión y solo asintió suavemente.El silencio volvió entre ellos.Sonia apretó sus manos: —Debes saber el resultado, no estoy embarazada, así que...—¿No has desayunado, verdad? —interrumpió Andrés— Vamos a
La repentina pregunta de Andrés dejó a Sonia sin palabras, su mente intentando procesar el significado detrás de esa frase aparentemente simple.Él la miró súbitamente, sus ojos oscuros e intensos estudiando cada detalle de su reacción. La intensidad de su mirada hizo que el cuerpo de Sonia se tensara involuntariamente, como si ella estuviera ansiosa por... tener algo con él. El pensamiento la hizo sonrojarse ligeramente.Sonia se mordió los labios, un gesto nervioso que había desarrollado con los años. Las palabras se formaban en su garganta, pero antes de que pudiera articularlas, Andrés intervino con su voz fría y controlada: —Solo quiero que no te acerques demasiado a Manuel.Su tono era el mismo que usaba en las reuniones de negocios cuando establecía términos no negociables: —Ana ya está comprometida con Santiago, no quiero ser tema de conversación ni herramienta de publicidad para su familia, ¿entiendes?Su análisis seguía siendo frío y calculado, como si estuviera discutiendo u
Durante los días siguientes, Sonia no vio a Andrés.Jennifer resultó ser una guía competente. Durante estos días, llevó a Sonia a muchos lugares de Costa Serena. No eran solo destinos turísticos populares, y había organizado el itinerario de manera sensata, paseando y descansando sin llegar a agotarse.—Esta noche hay espectáculo de fuegos artificiales —dijo Jennifer durante la cena— No es algo que ocurra todos los días. Como hoy es 1 de diciembre, en Costa Serena este espectáculo solo se hace en diciembre. Le reservé un lugar arriba, es conocido como el mejor punto de observación. Cuando termine de cenar, suba a verlo, es espectacular.—¿No vendrás conmigo?Jennifer sonrió: —Señorita Fuentes, yo también tengo novio. No le he prestado atención estos días, si no vuelvo esta noche, seguro se enfadará.—Lo siento, entonces tú...—No se preocupe, es mi trabajo. Si está satisfecha con mis servicios, ¿podría mencionárselo favorablemente al señor Campos?—Él y yo...—¡Ah, no importa! Mientras
La terraza se iba llenando de gente y, con el espectáculo de fuegos artificiales, la atmósfera se volvía cada vez más animada. Sin embargo, Sonia experimentó algo extraño: de pronto, todo a su alrededor pareció sumirse en un profundo silencio. Era como si el universo entero se hubiera reducido a ellos dos, haciendo desaparecer al resto de las personas e incluso los destellos que iluminaban el cielo sobre sus cabezas.En ese instante, las palabras que Jennifer le había confiado tiempo atrás resonaron en su memoria. En aquella ocasión, Sonia no había sabido qué responder, e incluso había descartado el comentario como una tontería. Después de todo, Andrés no parecía el tipo de persona que haría algo así, y menos con ella. Sin embargo, aquellas palabras habían sido como una piedra arrojada al lago sereno de su interior: aunque no provocaron grandes oleajes, dejaron ondas que se expandieron suavemente y que, hasta esta noche, seguían presentes.Fue entonces cuando notó que Andrés parecía