"¿Por qué te pidió prestado el teléfono esa niña?", preguntó Elliot con cautela.

"Se separó de su padre y quería tomar prestado mi teléfono para llamarlo. Desde que la conocí, no hay un solo día en el que no esté plagado de mala suerte. Creo que me ha maldecido". Cole tenía las mejillas hinchadas y parecía especialmente abatido por las lágrimas que le caían por el rostro.

Elliot lo miró fijamente. Parecía un perdedor. "¿Aún recuerdas cómo es ella?", preguntó. Sus labios estaban apretados y formaban una fina y sombría línea.

Cole respondió inmediatamente: "¡Sí! ¡Es muy guapa! ¡Si no fuera por su belleza, no le habría prestado mi teléfono, en primer lugar! Como dije la última vez, ¡se parece a Avery!".

Cuando Elliot escuchó estas cuatro palabras, pareció un poco derrotado. "Ve a ponerte un poco de medicina".

"Tío, estoy bien... ¡Quiero saber cómo jaquearon mi teléfono! Envió automáticamente mis fotos privadas a mi cita a ciegas para estropearla. ¡Sospecho que también está pinchado