EL Sr
No mentiría, Natasha a diferencia de las otras chicas era mi favorita y era por la irreverencia que me encantaba domar, además de eso era un soplo fresco a mi vida, no parecía temerme y tampoco le importaba decirme cuanta cosa me molestaran, era una chica tenaz con una personalidad inquebrantable. Las demás solo buscaban mi aprobación en todo, como si fueran unos títeres sin criterio propio, en cambio Natasha… ella tenía carácter del bueno, un carácter que salvando las instancias se parecía al mío.
—¿Qué pasa, pequeño Nikolay? El ratón se comió tu lengua —me había desconectado completamente, no entendía el porqué de su maldito arrebato, era una estúpida manera de probarme.—Porque co
Cuando el auto se detuvo en frente de una de las discotecas que frecuentaba, salí sacando a Natasha con brusquedad del brazo dejándola enfrente de mí, no entendía que era esta sensación de confusión que tenía respecto a ella, pero eso no le quitaba el hecho de que me había engañado ayudando a su hermano desde lejos. —Busca a tu hermano y sácalo de su nido de ratas en el que vive, si no salen en quince minutos morirás tu primero y luego él. No intentes nada… —se quedó mirándome con intensidad para luego soltarse de mi agarre e irse al bar con una sonrisa falsa en su semblante. —¿Estás seguro de lo que está haciendo?… Es Natasha. —soltó Eros mirándome, lo volteé a ver y solté. —Se infiltro para darle información a la rata que hace que en las noches no pueda ni cerrar los ojos porque siempre está ellos, así que no me vengas con la m****a del sentimentalismo, porque jamás sabrás lo es perder a una madre de esa manera tan sucia y de
UNA LEVE SOMBRA DE ESPERANZA—¿Qué?, ¿Fumaste marihuana hoy? Okey, calmémonos un poco Elias, ¿te parece? Tengo que admitir que fue hilarante por un momento tus palabras. Ahora… hablemos seriamente, ¿sí, cariño?—Elias, deserta ahora mismo esa estúpida idea —se levantó de la mesa con una furia, hasta podía divisar el humo que salía de sus orejas. Suspiré y luego la seguí hasta la cocina.—Pensé que habías dicho que lo que mejor que sabía hacer era ayudar a las personas, que todos merecíamos una segunda oportunidad —dejo el plato con fuerza en el mes&oacut
—Ya veremos… —deje la copa intacta de Whisky en la mesita de cristal dirigiéndome a la salida.—La podrá volver a ver. —Detuve mis pasos escuchando sus palabras.—Se cuál es su razón de querer otra oportunidad, aún tiene la oportunidad de buscarla. —aprete mis puños para propinar.—Usted no sabe nada de nadie, así que dejé de apelar a mis emociones para cumplir su sueño de mierda —solté con mala leche azotando la puerta. Había cruzado una línea inquebrantable y tampoco estaba seguro de dejar mi vida en sus manos, podía salir todo muy bien y tener la suerte de oro, o salir muy mal y perder mis últimos días para verla. Aunque era la única persona que me daba un panorama diferente al oscuro futuro que veía en mis ojos.
Como en los viejos tiempos«¡Ring! ¡Ring! ¡Ring!»—Joder… Ares, contesta esa cosa —me levante adormilado restregando mis ojos con un bostezo incluido. El hijo de puta que llamara a estas horas no tenía puta alma ni vida, el teléfono insistía he insistía sin parar, Calipso se removió en la cama y dijo.—Debe ser el desocupado de Nikolay, contéstale y de paso mándalo a la puta —sonreí levemente en la oscuridad de la habitación, ese era mi duendecillo verde que tanto me gustaba.—Duerme, debe ser impórtate si llamo a esta hora. —Me levanto de la cama en boxers directo al tel&eacu
—Déjate de parloteos y mejor vamos a la acción. ¿pudiste conseguir los permisos? —negó enojado por mi falta de sinceridad para luego sacar de su gabán unos papeles.—Todo está arreglado, aún tenemos algunos cables de los cuales tirar—acepte apagando el cigarrillo para caminar hacia ellos.—Muy bien, pues les diré por qué los traje aquí. Aún no sabemos el plan del señor Picali, pero creo que como abogado le dejare a él todo el tema de mi defensa.—Y si nos damos cuenta que no puede hacer su trabajo, le presentare a una miaga muy maja —soltó Eros en amenaza enmarcando una sonrisa falsa, el señor Elias acepto con nerviosismo posando una sonrisa igual.—En fin… proseguiré. Necesitamos algunas cosas importantes, una de ellas es el intermediario con la policía al hacer mi entrega, no confi&
HOGAR DULCE HOGAR1999 — Ciudad de Nueva YorkEl día se veía pintar gris y frio casi al punto de caer una buena llovizna, estábamos a mediados de otoño y la gente se forraba en abrigos de piel en distritos de categoría, pero la verdadera cara de la ciudad, ese lado oscuro era ahí donde yo reinaba y controlaba. El distrito del Bronx de la ciudad Nueva york. Estaba completamente peinado por mi mano, después de un tiempo en las filas de la mafia de cerberos, yo me había vuelto más que una simple ficha en sus filas, un simple trabajador que realizaba el sucio trabajo. Había amansado una fama en los distritos, y sus jefes que eran controlados por mí, todo el m
—Un buen par de piernas no se niega nunca…. —propuso con una carcajada que seguimos todos con falsedad. 4… 3… 2… 1… «Se acabó tu tiempo…» soltó aquella voz en susurros riendo mientras saboreaba la sangre. Acalle las risas levantándome con rapidez para apuntarle con facilidad en la cabeza, su sonrisa se borró levantando las manos mientras miraba a un lado el hombre que lo cuidaba, y que ahora estaba siendo reducido por Ares. Ali Alcázar, era el nombre de la m****a que había matado a mi madre, y por fin lo tenía cara cara igualdad de poder. —¿No me recuerdas?... o a lo mejor recuerdas a la protista que violaste hace algunos años hasta matarla. —Sonrió de medio lado. —Llama a los demás y peina la entrada, deben seguir bebiendo y drogándose, no se enterarán cuando los mates —sin dudar mis órdenes salieron dejándome con mi presa. —Así que estabas esa noche escondido, quien lo diría… —soltó con gracia, pero no era el único, o el ultimo que utilizaba esa artimaña.
UN SENTIMIENTO DE NOSTALGIA—Sí, habla Lucia ¿Con quién hablo?... —empecé a respirar con rapidez con miles de frases de disculpas aglomerándose en mi mente, pero por algún motivo que no entendía no salían. ¿Era miedo? Claro que tenía que ser miedo, Hacía tiempo que no me sentí tan nervioso y sudoroso como si llevara una corbata que poco a poco se cernía en mi cuello.—Lo estoy oyendo respirar ¿quién habla? —volvió a preguntar con un tono más demandante y fuerte —irreconocible para mí, en ese momento me di cuenta que la persona en la otra línea tal vez ya no era la Lucia que conocía.—¡Imb&