Cuando los días comenzaron a pasar Elisa no sabía como sentirse; Emanuel se comportaba de una manera extraña y peculiar, solía llegar cansado y con mal genio, pero con una pequeña bolsita con algo dentro que dejaba al alcance de Elisa, un bollo de crema, fresas con chocolate, yogurt y diferentes clases de postres.
Cuando Elisa se acercaba a agradecer él se limitaba a fruncir el entrecejo como única respuesta. Cada día Elisa lo notaba más y más estresado, a veces golpeaba el teclado del computador con todos los dejos a la vez o simplemente se quedaba mirando un punto fijo en la pantalla.
Elisa había dejado de lado el intento de hablarle, ya que se enojaba si lo distraía, así que solo se limitaba a sentarse frente a él mientras comía lo que sea que le trajera. No hablaba, pero era compañía, ya estaba comenzando a hartarse de estar sola todo el día, y aunque tuviera que aguantar los silenciosos ataques de estrés de Emanuel, eso era algo.
Visitaba a su madre cada
Elisa no lograba comprender del todo la situación; Paloma se veía como una chica fuerte, segura de sí misma y aventurera, siempre la recordaba eufórica y extrovertida, pero no se atrevió a decir nada al respecto, la depresión podía estar siempre ahí, en lo profundo y bien camuflada.Emanuel había insistido en que se quedara, pero Elisa lo vio tan alterado y asustado que ni siquiera le pidió permiso, solo se vistió y salió corriendo tras él.En la vía, aceleró todo lo que su auto le permitió, era entrada ya la noche y las calles estaban prácticamente vacías.—Tranquilizate —le dijo Elisa cuando casi se lleva a un vagabundo por delante —ella está a salvo en el hospital ve despacio —como respuesta Emanuel golpeó el volante con rabia un par de veces.—Maldito, es un maldito, sé q
Noel despertó y lo primero que sintió fue la cálida presencia del cuerpo que lo abrazaba desde atrás, tenía los ojos pegados del sueño y le costaba abrirlos, así que se acurrucó nuevamente y se dejó abrazar, pero un par de minutos después, cuando estaba conciliando de nuevo el sueño, el celular comenzó a rugir a su lado; Intentó ignorarlo, pero quien lo abrazaba levantó la cabeza por sobre su hombro y miró la pantalla, los largos cabellos sueltos cayeron sobre el torso desnudo de Noel y sintió un escalofrío cuando la enorme mano de Alexei lo tomó del abdomen para atraerlo más hacia él.—Es mi hermano —le dijo en rubio al oído y se apretó más a su cuerpo, enredando las piernas con las suyas.—Que se joda —le dijo Noel tratando de dormir nuevamente, pero el celular comenzó a sonar o
Emanuel la levantó temprano en la mañana agarrándola de un pie y sacándole medio cuerpo de la cama. Elisa se quitó la cobija de encima sin entender muy bien qué pasaba y se lo quedó mirando mientras él trataba de anudar su corbata.—Dijiste que querías ayudar, ¿no? —Elisa asintió no muy convencida y se puso de pie.El sol apenas comenzaba a despuntar tras las montañas cuando entró el el asiento del copiloto y se ajustó el cinturón de seguridad. Había escogido uno de los trajes elegante que le había dado Emanuel, pero el hombre le dijo que no era muy conveniente, ya que sería muy ajetreado el día, así que se decidió por algo más cómodo.Cuando llegaron a la empresa solo el vigilante merodeaba por las instalaciones, y saludó a Emanuel con un cortes estrechón de manos. En el ascens
Noel había llegado unos cuantos minutos después, traía ropa de calle y la expresión caída, y cuando vio a Elisa sentada esperándolo blanqueó los ojos. Cuando llegó hasta ella se cruzó de brazos. —¿Qué debo hacer contigo ahora? — le preguntó y ella se encogió de hombros. —Ayudaré en lo que pueda. —¿Por qué? ¿no estabas a gusto en la mansión de Emanuel? —Elisa rio. —¿Allá donde solo hay dos platos, una cama, un mueble y un televisor que no enciende? —él asintió en silencio y le señaló la puerta. —Entonces, vamos. La mañana había comenzado agitada. Su primera parada era para contratar al director de fotografía, que resultó ser un influencer casi adolescente que era muy bueno con su iPhone. Noel era el encargado de sacar adelante y con éxito el comercial que anunciaría su nuevo producto: Un cereal integral con alto contenido vitamínico y seguramente también mucha azúcar. Elisa, aunque él no quería admitirlo, le estaba siend
Elisa se sintió mareada, trató de desabrochar su cinturón de seguridad, pero las manos le temblaban y estaban resbalosas por la sangre que le comenzaba a cubrir todo el cuerpo.—¡Emanuel! —gritó, el hombre estaba junto a ella con las manos colgando, aparentemente estaba inconsciente.Elisa respiró profundo y trató de ser consciente de su propio cuerpo, ¿qué le dolía? Principalmente la cabeza, pero cuando tocó con la mano comprobó que no había más que un chicón; le ardía el brazo también, así que lo miró, tenía una cortada profunda bajo el codo que sangraba demasiado.Comenzó a tocar el cuerpo de Emanuel en busca de alguna herida grave, su pulso estaba débil. No pudo verificar bien, la puerta del conductor estaba doblada hacia él y el estar ambos inmovilizados por el cinturón le imped&ia
Era un bip intenso que sonaba de fondo lo primero que sintió, después, una manta cálida y pesada le rodeaba el cuerpo. Trató de moverse, pero no pudo, había algo que impedía que sus brazos lograran reaccionar.Poco a poco fue entrando en un estado de lucides agridulce, un dolor incómodo le llenó el cuerpo y una punzada en el abdomen hizo que se quejara. Abrió los ojos con dificultad, estaba mareada y veía borroso. Junto a ella había alguien que dormitaba sobre la camilla a su lado.—Emanuel —le dijo, tenía la garganta tan seca que la voz le salió irreconocible. La persona a su lado se puso de pie y la miró con los ojos abiertos.—Elisa.—¿Mamá? —la mujer tenía los ojos llenos de lágrimas y le dio varios besos en la cara.—Ya estás bien mi amor —le dijo —estás a sa
Elisa abrió la puerta del departamento y cuando la empujó la recibió un fuerte olor a polvo. Frunció el ceño, ¿cómo era posible si apenas habían pasado cuatro días? Caminó despacio y dejó el pequeño bolso sobre la barra de la cocina, su madre entró empujando la silla de ruedas de Emanuel y Noel traía el enorme bolso de ropa y cosas que habían acumulado en el hospital. Elisa le sonrió a su madre, era una escena bastante extraña el verla empujar una silla de ruedas con un muy frustrado Emanuel en ella, pero la mujer no le devolvió la sonrisa, seguía enojada por todo aquello con el programa CERBERO y más porque Elisa se negó a terminar de sanar en su casa, le recordó que aún tenían que guardar las apariencias y la mujer había chasqueado la lengua con fastidio. —Noel dame las muletas —le dijo Emanuel a su amigo y cuando este se las tendió el rubio la usó de inmediato, pero estaban mal calibradas y le quedaban un poco pequeñas. —No creo que debas subir las
Cuadro Elisa despertó estaba sola en la cama, era bastante temprano y la luz del sol comenzaba a colarse por toda la habitación. Se irguió recostándose en el cabecero de la cama y escucho ruidos en el baño, así que se levantó despacio y encontró a Emanuel, sostenido de solo una muleta y con el yeso levantado intentando conservar el equilibrio para hacer del baño.—¿Te ayudo? —le preguntó ella y él dio un respingo.—No, Tranquila, yo puedo, soy muy capaz — Elisa lo ignoró, y lo abrazó por la espalda ayudándolo a sostener el equilibrio —esto es humillante.—No seas cobarde —le dijo ella y mordió con suavidad la piel desnuda de su espalda —es sólo mes y medio.—Es mucho para mí, en mes y medio perderé todos mis músculos —Elisa rio y aspiró el olor del hom