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C A P I T U L O 4

CAPÍTULO CUATRO

Milo

— Yo puedo con esto, se que puedo ¡yo queria esto! Entraré, le mostraré que tan bueno será tener un buen arrumaco conmigo y luego me largo.

Miré hacia el enorme edificio que sentía me dejaba sin respiración, trague saliva obviamente nervioso para girar y dejar caer mi frente contra una pared.

— ¡No puedo hacerlo! ¿en qué estaba pensando?

Estaba pensando únicamente en dejar de ser virgen, en lo magicamente facil que sería quitarme esto de encima ¡venga! ¡bien podria hacerlo yo solito! Ok, no seria lo mismo pero no me encontraría en estas circunstancias si mi bocota no se hubiera abierto al estar borracho con tremenda loca.

Aunque...

Yo bien pude nergarme y dejar todo en el olvido con un solo negativo de mi parte, pero no, una parte no tan recondida y dulcemente retorcida estaba fascinada ante la idea de tener sexo con un hombre hetero, ya saben el macho muy macho que caería ante la fogoza pasión del momento demostrandose asi mismo que es capaz de satisfacer tanto a mujer como hombre, y aunque sabía que no habria una segunda vez la perspectiva de todo ello me tenía ansiosillo.

— ¿Entonces por qué dudo?

Soy alguien tímido, hablar de sexo no me tiene sonrojado ni tan nervioso, aunque el dejar que otros escuchen que aquel tema está siendo tema principal en mi discusión, no sea de agrado puedo decir que no temo al sexo.

Temo al rechazo.

Uno que en este caso veo inminente.

¿Qué debería hacer?

La idea de irme aparece en mi mente como una linterna cálida y preciosa llamante con su belleza, y es tan tentadora que sin dudar ni un segundo me aferro a ello y estoy listo para irme.

Pero algo me detiene.

Algo pesado se asienta en mí, molestandome, no puedo irme y dejar al tipo en mi espera durante tantas horas ¿se preocupará por mi si no aparezco a nuestra "reunion"?

Soy un desconocido.

Uno que no espera pues una mujer ocupa ese espacio en sus pensamientos, debe estar tratando de imaginar mi aspecto y sonrío divertido al saber que nunca llegará a la realidad.

Es mejor dejar todo concluido.

Veo de lado a lado antes de cruzas la calle hacia el edificio yendo a través de la gente en mi camino me abro paso al interior hasta llegar a la que supongo es la recepción, es una amplia mesa ocupada por dos personas, una mujer y un hombre, al costado izquierdo están dos elevadores los que supongo llevarán a los dueños de cada piso a su lugar.

Me acerco llamando la atención de ambos, el hombre me mira indiferente y la mujer deja a sus labios curvarse en una amplia pero falsa sonrisa antes de decirme:

— Bienvenido ¿residente o visitante?

¿Cómo digo que se supone que tenía una oscura reunión con uno de los residentes sin hacerlo sonar como un encuentro sexual?

— ¿Señor?

Se impacienta esperando mi respuesta, tragó saliva.

— Vengo a visitar al residente de la planta 80A — murmuré quedo para lamer mis labios.

Veo confundido como el hombre se enderezar tanto como la mujer mirándome nervioso ¿qué está sucediendo? El señor se precipita fuera de su lugar y viene hacia mi.

Y me mete en un ascensor.

— Espere ¿qué cree que...

— El señor dio órdenes expresas de que su visita suba de inmediato — contestó mientras hacía algo en la puerta ¿era eso un teclado?

Al parecer se necesitaba un código y una llave para llegar a tal lugar.

¡Pero yo no quiero ir!

— Señor, yo sólo vine...

— Listo, que tenga una buena noche.

Se alejó y la puerta se cerró de inmediato, el horror cubrió mi cuerpo...yo no quiero ir, ya no quería ¡bombones asustados! ¿Qué hago? Me acerqué al teclado dispuesto a detener está maquina del demonios, pero mientras más tocaba más rápido mis esperanzas escapaban.

Vi en el tablero como los números rápidamente avanzaban.

Mi condena.

¿Por qué acepte esto?

Más nervioso me sentía ante los segundos pasados y cuando la puerta se abrió en un pasillo desolado intenté que ésta se cierre para así volver a la planta baja, pero era imposible, sin llave y sin código esta máquina no se movía de su lugar.

Diablos.

Salí, dispuesto a presionar el botón que llama al ascensor para bajar pero al presionarlo ocurrió lo peor, la puerta se cerró y me dejó allí, busque las escaleras dispuesto a bajar a pie los tropecientos pisos sin importarme un comino el tiempo que aquello llevará.

Pero sólo di un paso en aquella dirección y la puerta a unos pasos se abrió.

— ¿Quién eres tu?

Cerré mis ojos lo más fuerte que pude maldiciendo mi lentitud ante todo, mi estupidez como segundo y mi cojudes como tercero ¡por todos los santos!

— Te hice una pregunta.

Y contestarla no era fácil, pero todo esto tenía dos caminos...o corría y me marchaba por las escaleras esperando así que el tipo no me siga o me giraba y dejaba que la noche tomé su curso natural.

Llevandanos al inminente desastre.

Giré.

Para jadear sorprendido, el tipo frente mío no era viejo, no era feo, no tenía sus kilitos de más, y como si fuera mucho pedir estaba en paños menores...esperando en tan sólo un calentador blanco con rayas rojas en sus costados sin nada más cubriendo su piel ante mis ojos, aparentemente este sujeto esperaba un rápido movimiento de la persona que pidio y que este sólo lo lleve a la cuspite despachandolo así al segundo.

Un Touch and Go.

En todo el sentido de la palabra.

Y aún así no me importaba porque el ser tocado aunque sea por una única vez por sus manos me tenía temblando ansioso ante lo que aquello implicaba, era algo placentero a la vista si no es mucho, con la piel lisa curvada sólo por firmes músculos y una tableta de seis más una preciosa marcada V en su pelvis haciendo agua mi boca, su brazo derecho lucia unos tatuajes un tanto decolorados y su mandíbula estaba poblada con una ligera barba y bigote perfectamente recortado dandole un vistazo de haberla recortado hace pocos días, su cabello en un corte militar como dirían en mi país ligeramente poblado en la cima...y esos ojos.

Me miraban fijamente en molesta espera.

Nervioso sabía que el esperaba mi respuesta.

— Soy a quien esperas.

Su ceño se fruncio mirándome confundido.

— ¿De qué demonios estas hablando?

— Yo, pues...soy Cotton.

No creí posible pero su ceño se fruncio aún más y su cuerpo se tenso tras mis palabras, sus ojos se deslizan sobre mi cuerpo hubiese querido que su mirada irradiara algo pero esta era tan impasible, tan dificil de leer.

— ¿Acaso esto es una broma? En la página decia que eras una mujer, yo solicité ésta noche a una mujer para follar, no a un niño — sus labios se curvaron en una mueca desagradable.

Me removi incómodo.

— Lo se, yo...bueno...

— Largate.

Levanté mi cabeza asombrado tras escucharlo.

— ¿Qu-qué?

¿Me pidió que me fuera?

— Tu no me sirves y no me interesa follar a un chico ni aunque sea posible joderte por el culo.

— Pero, yo quiero...

— ¿Qué cosa? — algo brilló en su mirada sus ojos se vieron envueltos en oscuro fastidio, dejó caer su mano en su rostro para deslizarla soltando así un largo suspiro — No me vengas a decir que tenías un absurdo sueño de ser jodido por un hetero.

Sentí mis mejillas sonrojarse avergonzado ante la patética pero correcta suposición.

— Bueno...

— Y si no me equivoco, que estoy seguro no, eres virgen y esperabas perderla conmigo.

Me dijo seguro de sus palabras a lo que asenti mirando hacia el suelo, esto está yendo tan mal...tal y como lo esperaba.

Inevitable.

Tan inevitable.

Una situación inevitable.

— Lárgate ahora antes de que me valga m****a golpearte, no estoy para bromas no me interesa nada más que follar en este momento un coño y ahora tú con esta pendejada tuya me has dañado la noche.

Las palabras de Peyton regresan a mi mente, tengo dos opciones en este momento: irme sin antes haber por lo menos intentar besarlo o...

— Creo que no — me erguí mirándolo fijamente notando de primera mano como lo tomaba sorprendido.

Pero su ceño volvió a fruncirse y antes de siquiera dejarlo hablar fui hacia la puerta de su departamento pasando por su costado entrando como Pedro por su casa.

Quedé sorprendido pues las ventanas estaban abiertas de par en par y lo inimaginable era que eran de techo a piso, completito, y la vista era preciosa.

— ¿Qué crees que haces entrando a mi...

Dejé a mis pies seguir su recorrido yendo de un rincón a otro observando sus pertenencias, las cuales eran mínimas, un enorme sillón blanco con otro frente suyo junto a una amplia alfombra peluda del mismo color del sillón, a la izquierda se podía ver una gran mesa redonda de vidrio con un candelabro en su cima, los pisos brillaban impolutos revestido con madera negra mientras caminaba sobre estos, fui hacia la cocina abriendo los gabinetes dejándolos abiertos para ir al refrigerador.

— Deja de revisar mis cosas.

— ¿Por qué tienes tanta leche?

Cerré el refrigerador y sin esperar respuesta alguna fui hacia unas escaleras, lo escuché correr hacia mi dirección ¡no podía dejarlo atraparme! por lo tanto aumente mi paso abriendo y cerrando puertas buscando el cuerto principal.

Mi corazón retumbaba rápidamente en mi pecho, mi respiración brotaba en toscos suspiros de entre mis labios y mis nervios sólo incrementaban ante sus fuertes pisadas, debe estar cabreado y no es que este haciendo algo correcto pero yo me pondría igual si algún extraño que además me mintió entre a mi departamento toqueteando con sus manitas fisgonada mis cosas.

Sólo no estaba bien.

Pero quería esto y haría todo por tenerlo aunque sea una vez entre mis muslos.

— ¡Ya basta! ¡te lo advierto niño, sal ahora de mi departamento o...

La última puerta en el pasillo y al abrirla supe que esta era su habitación, había ropa en el suelo, más ese olor dulce con otro algo parecido a cuando la lluvia choca contra la tierra, ese aroma sin comparación brotaba de su piel cuando crucé por su lado en la entrada, estaba en toda la habitación.

Entrando me dejé caer en el borde sentado intenté quitar rápido la ropa que cubría mi torso, entonces el entró.

— ¿Ahora qué crees que estas haciendo?

Me mordi los labios.

— Hace calor — susurre sin detener mis manos, al quitarmela lo miré...el seguía con su ceño fruncido.

Luego dio un paso.

— Esto es absurdo, te sacaré yo mismo.

Se acercó a mi tirando bruscamente de mi brazo haciendo que suelte un quejido, me sacó de su cama para recoger mi camiseta dejandola toscamente como si de un puño tratase en mi pecho, lo miré con el ceño fruncido.

¿No podría ser un poquito amable?

— ¿No querías follar?

— Niño, tú no me sirves para follar — soltó un bufido para tirar de mi cuerpo hacia afuera.

Me sacudi para con una mano abrir los botones de mi pantalón y así sujetar su otra mano que no estaba agarrándome, el me mandó un mirada mostrándome lo fastidiado que lo tenía para tirar de su mano fuera de mi agarre pero insisti al volver a sujetarlo.

— ¿No me dijiste que sólo te interesaba follar un coño? Pues aquí me tienes.

No se de donde sacaba toda esta valentía pero entre más palabras salían de mi boca más me gustaba, y no se si era por él que con su carita de haber lamido un limón me tentaba a molestarlo, pero no iba a detenerme.

— Te debe faltar más de una jodida neurona, un coño, no una po...

— Pues yo tengo.

Y sin meditar acerqué su mano al hueco que había abierto en mi pantalón llevandola dentro deslizandola por la abertura mientras sus dedos acariciaban mi piel, entonces su mano acunó mi monticulo...el sonrojo brotó en mis mejillas al sentir un muy agradable estremecimiento cubrir mi cuerpo.

Quise frotarme contra sus dedos.

Pero mis ojos seguían fijos en los suyos que con fascinación noté eran de un café claro que me miraban con asombro.

— ¿Pero qué...

Se acercó a mi poniéndonos frente a frente con el sobrepasandome, un delicioso ardor cubrió mi coño cuando sus dedos acariciaron mi clítoris, jadeando me agarré a sus brazos pestañeando reiteradas veces sofocado por las sensaciones mientras sus dedos acariciaban y acariciaban.

— ¿Eres transexual? — preguntó pareciendo curioso mientras su otra mano soltaba mi brazo y la dejaba caer en mi cadera.

Mire hacia abajo, asintiendo, mis ojos se abrieron sorprendidos cuando vi la tienda de campaña que se había formado en su calentador, sacudi mis caderas lentamente pidiéndole que siga con lo que sus dedos hacían.

Pero se detuvo.

— Joder.

Solté un grito sorprendido cuando agachandose me tomo en brazos llevandome a la cama donde minutos antes habia peleado por sacarme, tras dejarme me despojó en menos de un pestañeo la demás ropa que cubría mi cuerpo.

Desnudo ante un ardiente extraño.

— Tengo que verlo — murmuró tocando mis muslos haciendo que los abra de par en par, sus ojos miraron esa parte que sólo yo he visto — Labios rosas, tu clítoris tan sensible se asoma entre ellos, con tu placer brotando de su interior ¿me deseas, niño?

Mis manos cubrieron mi rostro intentando cubrir mi vergüenza ¿cómo se atreve a preguntarme eso? ¿acaso no se ha visto al espejo?

— Lo tomaré como un si.

Tomalo como por supestisimo que si, por fa.

— Esto es tan raro, pero lo haré...maldición niño me has tomado por sorpresa y no puedo dejar esto de lado — sus ojos recorrieron mi abdomen hacia mis pectorales — No tienes senos, y es una verdadera pena, me conformaré con esto.

Vaya, gracias.

Rodé mis ojos mirando hacia el techo y retuve mi aliento cuando se colocó entra mis piernas, sus manos mantenían mis muslos separados mientras su lengua salía y me probaba.

— Dulce.

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