Habían pasado dos semanas exactas.

Kate ya se estaba acostumbrando al asunto de los besos. Normalmente sus noches consistían en acurrucarse a lado de Julian, y solo pasar horas besándose. Ninguno parecía aburrirse de esa rutina. Aunque sabía que, a partir de hoy, la rutina de ellos podría cambiar un poco.

Tres pequeños se hallaban parados en la sala, y junto a ellos unas pequeñas maletas.

Kate los examino con atención. Todos rubios y de ojos verdes.

Julian se encontraba parado ante ellos con una mirada escrutadora en el rostro-Desde hoy en adelante esta será su casa- dijo dándoles la bienvenida.

Una de las primeras cosas que hicieron antes que nada fue que conocieran a Ethan. Tal y como era de esperarse la reacción en sus rostros de los jóvenes fue de desconcierto. Uno de ellos incluso llego a sugerir que a lo mejor Ethan era un trasgo tomando la forma de Julian. Sin embargo, si iban a vivir allí, tenían que convivir con ese secreto. Esto era un contrato de por vida. Y desde aquel di