Para cuando regresamos de comprar todo lo que nos hacía falta para pasar los primeros días el Sol ya se estaba poniendo, bañando con sus rayos anaranjados al mar y a la casa; los chicos ya estaban terminando de disfrutar de su día en la playa y poco a poco se podía ver la luna en el cielo.—Creo que nos perdimos de la fiesta —dijo Kentin mientras rellenábamos el refrigerador de comida.—Bueno, pero alguien tenía que ir a hacer las compras —mascullé molesta, pues ninguno de nuestros amigos se había ofrecido a acompañarnos, desde la cocina se escuchaban risas y gritos que venían desde la playa mientras nosotros dos continuábamos con nuestras labores—, y evidentemente ninguno de ellos conoce la ciudad.Chester se acercó chorreando agua y todo empapado, al parecer había salido del agua todo apresurado cuando escuchó el motor del Jeep, pero en su apuro casi se cae en el piso de madera.—¡Ay, cabrón! —exclamó a punto de caerse pero logró estabilizarse justo a tiempo—. ¡Hey, soldado!, ¡deja
—Arriba, princesa. Ya es hora de levantarse.Yo abrí los ojos lentamente, ya era de día. Estaba desnuda en la cama de la suite, Kentin ya se había levantado y estaba poniéndose unos bermudas, tenía el torso desnudo y me miraba con con un gesto divertido en sus ojos.—Buenos días —susurré mientras me estiraba.—Buen día, mi amor. ¿Cómo dormiste? —preguntó.—¿Se puede dormir mejor después de lo anoche? —pregunté con una sonrisa, él se rio entre dientes, buscó una sudadera del armario y se la pasó por encima de la cabeza—. ¿Qué hora es?—Las 8 de la mañana —respondió Kentin mientras se miraba al espejo y se acomodaba el cabello.—¿Qué haces despierto tan temprano? —quise saber mientras buscaba mi sostén, en la locura de anoche no sabía dónde habían terminado; cuando lo encontré busqué mis bragas.—En la escuela militar nos levantábamos a las seis para comenzar con el entrenamiento, yo me levantaba a las 0500 —respondió, recordé lo que me dijo mi suegro de preguntarle más cosas acerca de
El cambio en el grupo de Allison fue de ciento ochenta grados, su actitud pasó de negro a blanco en el mismo momento en que nos sentamos todos a comer, riendo y contando todo lo que había pasado en el centro de la ciudad. La rubia aún seguía un poco conmocionada por lo ocurrido y se recostaba sobre el hombro de su hermano mientras escuchaba con atención nuestro punto de vista.Al terminar de comer, levanté los platos y los llevé al fregadero para lavarlos pero Nicholas me lo impidió.—No, Annie. Ya hicieron demasiado hoy. No me cuesta nada lavar los platos yo solo —dijo con dulzura.—¿Seguro, Nick? Es bastante trabajo para una sola persona —dije, pero él negó con la cabeza.—En serio. No te preocupes. Ve y descansa —aseguró con una sonrisa. Le agradecí con una sonrisa y un ligero apretón en su hombro; abrí la puerta que daba a las escaleras de la playa, quise bajarlas para ir a sentarme un rato en la arena pero Demonio me saltó a la cara mientras me lamía la cara.—¡Hola, muchacho!, ¡
Me levanté el 24 de diciembre más tarde que de costumbre, bajé las escaleras despeinada y descalza, el único despierto era Kentin que estaba armando el arbolito de Navidad y el Pesebre. Me quedé dura mirándolo, sorprendida por su espíritu navideño, y él se giró al escuchar pasos en la escalera.—¡Buen día, bella durmiente! —exclamó muy contento—. ¿Dormiste bien?—Sí, bastante bien. Aunque es algo tarde para armar el arbolito, ¿no crees? —pregunté mirando los adornos navideños esparcidos por todos lados.—¡Es veinticuatro! Hoy se arma el arbolito —respondió.—De hecho, en mi casa lo armamos para mi cumpleaños —mencioné mientras me dirigía a la cafetera—. Y al Pesebre lo ponemos el 8 de diciembre, así que estás bastante atrasado.—¿Qué? Pero cumples un mes antes de Navidad —dijo Kentin incrédulo terminando de colocar los últimos adornos—. ¿No te parece muy pronto?—De hecho, sí. Pero nos gusta tanto la Navidad que lo armamos ese día.—En Irlanda lo armamos justo el veinticuatro, y lo de
Su mirada destilaba deseo... pasión... lujuria y fuerza; sus manos que seguían en mis caderas me atrajeron más hacia él, sentí su emoción pegándose en mi vientre y las mariposas en mi estómago se volvieron locas.Sus caderas se empezaron a mover mientras bailaba lentamente guiando las mías en sentido contrario a las suyas; no podía entender cómo hacía para estar tan tranquilo mientras mi respiración era tan irregular, parecía que estaba corriendo una maratón. Una de sus manos subió hacia mi nuca y me jaló suavemente de mis cabellos, tirando mi cabeza hacia atrás; Kentin besó y mordió mi cuello con esos dientes tan afilados como los de un zorro mientras gemía levemente, seguíamos bailando y moviéndonos al ritmo de la música, todo era atrevido y sensual cuando estaba con él. Me había dado cuenta que me estaba desinhibiendo completamente y la vergüenza que antes sentía ya no estaba más, sino que ahora el deseo de Kentin estaba contagiando y embriagando mi cuerpo. Quién hubiese pensado qu
Bajé a desayunar alegremente y vi a Kentin hablando con los chicos, se lo notaba avergonzado y cohibido y nuestros amigos parecían algo molestos.—¡Buenos días! —saludé dejando una estela de arcoíris a mis espaldas.—Y hablando de Roma... —dijo Chester mirándome, Kentin rio nervioso.—¿Estaban hablando de mí? —pregunté.—No, no es... —empezó Kentin pero Chester lo detuvo en seco.—Veo que no vas a decirle nada así que se lo diré yo —masculló Chester de mala gana. Se acercó a mí y me miró con una sonrisa—. Pasa, Annie, que le decía a tu novio que anoche no pudimos dormir por tu orquesta de gritos y gemidos.Yo me tapé la cara con la mano mientras me ponía roja, miré a Kentin con ojos asesinos mientras él no dejaba de reírse con nerviosismo.—Chester tiene razón, Annie —dijo Ayaka con semblante serio—. Ayer fue un día largo para todos y no hemos podido dormir absolutamente nada.—Entonces, por favor, si quieren hacerlo, traten de ser lo más silenciosos posible —pidió Chester de muy buen
El grupo de Kentin preparó espaguetis con salsa y carne para almorzar, al parecer mi novio tenía un don para las pastas pues estaban francamente deliciosos. Mientras comíamos, afuera corría un viento terrible al punto que Kentin le sugirió a Chester que deje entrar a Demonio a la casa para que esté más tranquilo en presencia de su dueño en vez de dejarlo solo y encerrado y en el lavadero como había propuesto el pelirrojo en un principio. Parecía que en cualquier momento se desataba un tifón, y las noticias locales pedían precaución al salir pues la tormenta ya había ocasionado diferentes daños materiales.Los muchachos fueron a recoger las cosas de la playa mientras las chicas cerrábamos las persianas de todas las habitaciones y metimos las reposeras de mi dormitorio, Kentin puso a resguardo los autos y se cercioró que no haya ningún objeto que con el viento pueda transformarse en un proyectil mortal.—Se ha emitido un llamado de alerta a toda la población de Costa del Sol para que pe
El resto de los días de vacaciones se fue demasiado rápido, al igual que Navidad, celebramos el Año Nuevo en la playa y luego salimos de parranda a una de las tantas fiestas que se organizaban en la ciudad a orillas del mar, fuimos a un parque de agua, repetimos el paintball e incluso hicimos una excursión para hacer snorkell. Pero todo en esta vida tiene un final y, por más de que ninguno de nosotros quería irse, en nuestros hogares nos esperaban los libros para estudiar para nuestros exámenes de ingreso a la universidad.El viaje de regreso fue un poco más incómodo que a la ida porque Demonio iba con nosotros pero nos la supimos arreglar. Llegamos bastante cansados luego de diez horas de viaje, con ganas de una buena ducha y la comodidad de nuestra cama; Kentin fue dejándonos uno por uno en nuestras casas, hasta que llegó a la mía.—Muchas gracias por todo esto, de verdad —le dije mientras le daba un beso—. Pasé unas vacaciones geniales.—De nada —me dijo acariciando mi rostro, pegó