24- Recuerdos que afloran

Ares creía que algo en el pequeño restaurante no estaba bien,su instinto se disparó cuando el camarero les ofreció una mesa muy cercana a la cocina.

Cerró los ojos y aspiro esa fragancia conocida,sacudió la cabeza,no pudo evitar susurrar:

— Debo estar volviéndome loco.

— ¿Qué me dijo?— El viejo párroco ya estaba perdiendo la audición.

El hombre negó con expresión lejana.El mozo se acercó y les sirvió dos tazones de sopa de fideos.

—¡Uhm!,delicioso,solo una persona hacía algo tan rico cómo esto,juraría que es la sazón de ….

Uno de los escoltas se acercó para notificar de una llamada que había recibido.

— Señor,tenemos que volver,se requiere su presencia urgente en las bodegas.

El caballero asintió sin mostrar asomo de incomodidad alguno aunque sabía que algo andaba mal.

—Ha sido un placer compartir este delicioso platillo con usted,padre.

Al ver que Ares se marchaba el sacerdote se colocó de pie e hizo una inclinación de cabeza.

— El placer es mío,de verdad que a usted lo mandó la pro
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