Pasó el resto del día llena de pánico ante la posibilidad de que Ares hubiese sido una víctima del tiroteo. Perdió la cuenta de la cantidad de veces que había cambiado los canales de televisión en busca de noticias sobre Ares. La ausencia de noticias era asfixiante. Las sombras de la duda y el miedo danzaban en su cabeza.Un sudor frío le recorrió el cuerpo,recordó que luego del tiroteo no había sentido a los niños moverse en el vientre y se preocupó aún más. “¿Qué diantres tenía yo que ir a buscar a ese lugar?”Sus pensamientos le acusaron de una manera tan cruel que tomó el teléfono e hizo una cita para verse con el ginecólogo lo más rápido posible.—Doctor,necesito que me haga una ecografía porque no siento a los bebés.—¡Por supuesto!,¿Sientes dolor?,¿Tienes sangrado?—No,solo que recibí un susto y no se mueven como de costumbre. —Hagamos algo, tranquilízate y nos vemos en una hora aquí en mi consultorio. Ella colgó la llamada y trató de relajarse, se abrazó a sí misma, sinti
Ares Balmore no era un hombre al que le temblara el pulso. En la oscura y áspera sala de su casa, la atmósfera se tornó tensa cuando levantó su arma apuntando a uno de los escoltas de un notorio mafioso.El golpe del disparo resonó como un trueno en el aire denso de la habitación, dejando tensos a los presentes.La bala cruzó con precisión, hiriendo la pierna del desdichado escolta, quien gritó de dolor, cayendo al suelo.—El próximo disparo será en la cabeza de alguno de ustedes —declaró Ares con una voz grave y contundente, cada palabra golpeando como un martillo sobre el yunque—. Quiero que les quede claro: no me importa la edad ni la reputación que tengan. Este es mi territorio, y mi casa se respeta.Su mirada penetrante arrastró una tormenta de miedo y respeto entre la cuadrilla enemiga.Las palabras, cargadas de furia y determinación, parecieron servir como un muro inexpugnable en defensa de su hogar; lo que había comenzado como una reunión amistosa ahora se transformaba en una
El sonido del teléfono resonó en la sala, interrumpiendo el pesado silencio que había abrazado a Ares,se encontraba algo melancólico pensando en Selene. Señor,Balmore en este momento estoy en el supermercado viendo a su esposa,¡No se imagina!—No quiero saber nada de esa mujer…— Pero,jefe resulta ser que ella..— No me digas mas nada y regresa aquí de inmediato,yo no te pago para ir de compras.El escolta principal de Ares se encogió de hombros y antes de irse le tomó una foto a la Selene. La joven miró la hora en su celular,Fiorella se estaba tardando demasiado,iba a marcarle cuando la señora llegó.— Había mucha gente en el área de pescadería,ya vas a ver qué platos tan exquisitos voy a preparar con todos estos frutos de mar.— Si,me imagino,pero ya vamos que me duelen los pies.— Los tienes inflamados,te voy a preparar un baño de agua tibia para que te relajes.— No veo la hora de dar a luz ,ya la barriga me pesa.— Tenía ambas manos colocadas en la cadera y se veía cansada.En
Un volcán entrando en erupción era lo más parecido al estallido de la ira dentro de Ares.— ¡Maldición!—Masculló entre dientes—Son todos unos ineptos.¿Cómo se les pudo escapar una mujer embarazada? Los hombres bajaron la cabeza y ninguno se atrevió a pronunciar palabra.— Me revisan toda esta zona,por lo menos tres kilómetros a la redonda,ella no pudo haber ido tan lejos.La búsqueda fue en vano,Selene y Fiorella ya habían tomado un taxi y estaba llegando a su domicilio. —¡Quiero ir a la villa!,¡cuerda de estúpidos!— Gritó a todo pulmón. En el camino hubo un silencio sepulcral,el conductor del auto lo miraba en forma discreta por el retrovisor. Una sirvienta sacudió el polvo de los muebles y al ver la cara de los mil diablos del patrón se fue corriendo a la cocina.La sala, iluminada solo por la tenue luz de un ventanal, se llenó de tensión mientras él apuntaba con su pistola a los cuatro escoltas que se arrodillaban. Cada uno de ellos temblaba; el silencio era opresivo y cada re
Selene llegó al puesto de fideos justo a la hora del mediodía.El lugar estaba repleto de comensales que devoraban sus platos con gran apetito.Su amiga, Fiorela, le había pedido que se quedara recostada en la cama, pero Selene estaba cansada de estar encerrada entre cuatro paredes.Con mucho cuidado y algo de esfuerzo, descendió las escaleras de su casa.El bullicio del lugar la envolvió como un abrazo cálido. El aroma a fideos recién cocinados y especias flotaba en el aire.Selene sonrió al ver tanto movimiento familiar. Sin embargo, su alegría llevaba un peso oculto; en su mente, aquel hombre que tanto amaba ocupaba todos sus pensamientos.— ¡Selene! ¿Qué haces aquí?Exclamó Fiorela dejando de lado sus tareas. —Debes guardar reposo.Creí que te quedarías en la cama.—Estoy aburrida.—respondió Selene con un brillo en sus ojos que ocultaba la tristeza. —Además, necesito hacer algo para distraerme.Fiorela la miró y tras notar su energía, decidió no discutir. —Está bien, si es lo que qu
Eran momentos de felicidad,pero también de verdadero estrés para Selene. Los trillizos ya habían cumplido un mes desde su llegada al mundo. — Ya casi estamos listos,mis hijos cada día se ven más hermosos.— Tienen a quien salir,su padre es guapo.— Fiorella,¿por qué dañas el momento?,¿qué necesidad hay de mencionar a Ares?Mientras vestía a cada uno de sus pequeños con ternura, sentía una mezcla de amor y ansiedad. Tenía que llevarlos a la consulta del pediatra.—Vamos, mis amores —murmuró Selene, acariciando las cabecitas de los bebés mientras trataba de colocar con cuidado los gorros. Su amiga Fiorella le ayudaba. —¿Qué mas falta? —preguntó Fiorella, sonriendo al ver a los tres niños tan bien vestidos.— La pañalera y los biberones,disculpa que te hablé de ese modo.Amo a Ares pero su vida es un caos. —respondió Selene, sacudiendo la cabeza.El consultorio estaba despejado ese día por lo que el Doctor revisó a Dylan,Nathan y Noab,sin mucho afán, los miró en forma detallada.— T
Si ya Ares estaba al borde de la locura por las malas nuevas sobre Selene ,para cuando Alessandro apareció solo, el mal humor del patrón se tornó en furia. La palidez en el rostro del escolta era evidente, como si la muerte lo estuviera esperando.— Perdone,jefe…—No puede ser —musitó Ares mientras observaba al hombre, quien parecía estar al borde del colapso.Ares vio el ligero temblor en las manos de Alessandro.—No... pude cumplir con el encargo... La policía de tránsito me detuvo y su mujer se me perdió de vista... yo...Un golpe en el estómago derribó al pobre Alessandro antes de que tuviera oportunidad de intentar justificarse. Ares no le dio tiempo de que pudiera siquiera colocarse de pie, le dio una patada en el mismo lugar, disfrutando del sonido sordo que hacía el cuerpo del hombre. El ambiente cambió drásticamente cuando Ares sacó su pistola y esta hizo un rítmico crack contra la cabeza del escolta. De repente, una figura femenina interrumpió la escena. Era Natalie, la
Selene se retorcía las manos en la silla del despacho del gerente. Su esperanza se veía absorbida por ese lugar frío de paredes de un gris opaco.Con su carpeta desgastada sobre las piernas,se sentía aún más pequeña a medida que el gerente hablaba.—No, señora —respondió el gerente.— Con voz cortante como una cuchilla—. Lo siento mucho, pero esto no es una institución de caridad. Además, esta suma es demasiado elevada.Las palabras de él resonaron en sus oídos como campanas fúnebres, ahogando cualquier asomo de optimismo que había podido albergar. Selene mantuvo el silencio, apretando los labios para evitar que las lágrimas brotaran. Con la cabeza gacha, salió de la oficina, sintiendo cómo la tristeza la envolvía.Afuera, en el bullicioso vestíbulo del banco, tropezó sin querer con una mujer de porte elegante y refinado.—Perdone, señora —se disculpó Selene, balbuceando.—No se preocupe —replicó la dama, con una sonrisa deslumbrante y serena.El CEO del banco, que también estaba pr