Capítulo 858
Los tesoros eran algo que ni siquiera se atrevían a imaginar, pero si pudieran encontrar gemas u otras cosas así, sería una gran fortuna.

Además, con tres grandes Dominio Sagrado liderando, su peligro se reducía al mínimo, prácticamente era una apuesta muy segura.

Pero en ese momento, alguien gritó furiosamente: —Respetados tres Dominio Sagrado, por favor, expulsen a esos cerdos blancos, ¡cómo se atreven a codiciar los tesoros de esta tierra, es realmente una blasfemia contra ustedes tres!

Las miradas de todos se dirigieron hacia Simón y los demás.

Entre la multitud de negros, ellos, unos cuantos blancos, eran bastante llamativos.

Pero el rostro de Simón en ese momento ya se había oscurecido.

Ese tipo, el maldito, estaba desafiándolo de nuevo por segunda vez.

Sin embargo, en ese momento, Adolfo sonrió y dijo: —Todos somos practicantes, si quieren entrar, déjenlos entrar.

Al escuchar eso, el hombre no se atrevió a decir nada más.

Hilario intervino al instante: —Pero aún así, ser Dominio
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