Capítulo 805
Esto era simplemente parte de su rutina diaria. Amenazas constantes, intimidación, acoso, hasta que por fin pagaras.

En ese momento, Simón le dijo a Mauro: —Vamos, la gente tiene que seguir viviendo, los problemas deben resolverse, enfrentémoslos con gran valentía.

La esposa de Mauro, con precaución, le preguntó: —¿Puedo preguntar a qué te dedicas?

Simón respondió con total indiferencia: —No necesitas saberlo, solo debes entender que, frente a mí, lo tuyo ni siquiera cuenta realmente como un problema.

Al ver la confianza absoluta de Simón, Mauro y su esposa parecieron ganar un poco de confianza y afirmaron con fuerza.

Simón les indicó que lo siguieran hasta el estacionamiento de Isla Lacustrina. Subieron al auto de Simón y se dirigieron directamente hacia el centro de la ciudad.

En poco tiempo, siguiendo las indicaciones de Mauro, Simón detuvo el auto frente a un banco en particular. Bajaron del auto y Simón se dirigió primero hacia el banco.

Mauro llevaba a su hijo y parecía estar un
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