—¿Qué? — Simón casi no podía creer en sus oídos.

—¿Quién las robó y por qué? — preguntó Simón.

Chris respondió con impaciencia: —¿De qué sirve decirte? Ahora tengo que irme a casa, mi padre ha sido golpeado por alguien.

Simón pensó rápidamente. Si podía tener una mina, aunque no fuera el hombre más rico, aún sería alguien adinerado. ¿Cómo era posible que fuera golpeado tan fácilmente? Seguramente había más cosas detrás de esto.

Simón dijo: —Iré contigo, tal vez pueda ayudar.

—¿Cómo puedes ayudar? No me molestes— Chris volvió a intentar irse.

Pero Simón lo detuvo nuevamente: —Realmente necesitas que te ayude. Esa cosa es importante para mí, y tu padre ha sido golpeado y tus pertenencias robadas. No estas lidiando con gente fácil, ¿verdad?

Chris lo miró perplejo. Simón continuó: —Iré contigo. Soy bastante hábil en peleas, puedo ocuparme de diez sin problemas. Tal vez pueda ayudarte.

Chris, sin otra opción, cambió su actitud y dijo: —Vamos, hablemos mientras caminamos.

Los tres salieron d