Capítulo 1695
Al observar con atención las afiladas espinas que se acercaban a una velocidad alarmante, Simón entrecerró los ojos, activando de repente su ojo verdadero. A través de él, el mundo que lo rodeaba adquirió una claridad distinta, como si pudiera ver más allá de la superficie de las cosas, percibiendo de inmediato la estructura interna de cada objeto y la energía que fluía a su alrededor. Las espinas, que a simple vista parecían solo armas puntiagudas, revelaron sus verdaderos secretos bajo su escrutinio. No eran tan simples como parecían.

La superficie de estas espinas no solo estaba impregnada de energía espiritual, aumentando su innegable capacidad de penetración y ruptura de armaduras, sino que además estaban cubiertas por una fina capa de un líquido azul pálido.

Sin necesidad de más pruebas, Simón sabía muy bien que esas espinas letales contenían un veneno extraño y peligroso.

Así que, en lugar de enfrentarse a ese ataque de forma directa, decidió saltar del puente roto, desaparecie
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