Capítulo 1698
Cuando Gasparino descendía en picada desde las alturas, con la firme intención de clavar sus afiladas espinas óseas en el cráneo de Simón, creyó por un instante que ya había ganado. Incluso pudo vislumbrar en los ojos de Simón una tenebrosa mirada de aparente desesperación, como si ya se rindiera a sus pies...

Pero justo en el momento en que la espina mortal de Gasparino estaba a un palmo de la cabeza de Simón, este, que parecía estar bastante desorientado, extendió su mano derecha y, con precisión milimétrica, agarró la muñeca de Gasparino.

El sonido de ese agarre resonó con un —¡crack!—, como si fuera una bofetada brutal en el rostro de Gasparino. El impacto psicológico fue inmediato, y su expresión se llenó al instante de incredulidad.

—¡Tú...! ¿Cómo es posible que hayas sabido mi ubicación y, encima de todo, hayas podido reaccionar a tiempo? ¡Esto es imposible! ¿Cómo lo hiciste? —balbuceó Gasparino, su voz teñida de un terrible estado de shock y confusión.

Ante la impecable defensa
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