Capítulo 1299
Simón tenía nuevamente encendida la llama de energía psíquica en su cuerpo, y en su lanza brillaban grandes runas resplandecientes.

—Froilán, ni siquiera mereces de estar de pie en este mundo. Déjame acabarte de una buena vez y puedes descansar por fin en paz, — gritó Simón desesperadamente, sosteniendo su lanza y lanzándose hacia Froilán como un feroz rayo, blandiendo su arma en un golpe mortal.

La energía de la lanza, afilada como una filosa cuchilla, se dirigió directo hacia el gigantesco cuerpo de Froilán.

Pero, sin saber cuándo, Froilán ya tenía en sus manos deformes, parecidas a las de un anciano, una espada verde en forma de serpiente.

La espada se encontró con la lanza, levantando una feroz nube de niebla verde.

Cuando la lanza y la espada chocaron, se desató un estruendo ensordecedor.

El inmenso cuerpo de Froilán no se movió ni un solo centímetro, pero Simón fue empujado hacia atrás decenas de metros.

Simón había cerrado en ese instante su respiración, pero aún así, sentía que
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