Capítulo 39

De tanto llorar me he quedado dormida todas las noches, no he querido que Javier se acerque a mí por nada del mundo. Ha mandado a todos sus perros fieles a traerme cosas, pero con la misma se las regreso, que se convenza de una vez que no puede comprarme con nada.

—Señor, lamento decirle que la señora Mariam no ha querido aceptar de nuevo la bolsa que le ha mandado de regalo esta mañana.

—Entiendo, déjenla por ahí. ¿Dónde se encuentra ahora?

—En el jardín, se está ocupando de las flores como todos los días, desde que sale de su cuarto.

Si no fuera por la señora de la cocina, no sabría ni la fecha en la que estamos. Es la única que tiene contacto con el exterior, pero no tengo la confianza de pedirle nada que no sea alimentos para la comida o las flores para el jardín del lugar donde me encuentro.

He plantado cada con las esperanzas de que florezcan, así como pienso hacerlo yo de nuevo. Pido a Dios todos los días paciencia para salir de este lugar y pueda recuperar la vida que tenía de
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