Cuando Lara se despertó, ya pasaban de la nueve de la mañana. No recordaba la primera vez que se levantaba tan tarde desde que estaba en Houston, siempre se enfrentaba al día desde muy temprano y salía todavía oscuro a la calle a tomar el transporte para llegar a trabajar.

Su cuerpo extrañó la rutina, pero agradeció internamente la posibilidad de levantarse sin la preocupación de cómo conseguir el dinero para pagar el hospital. Ese era un gran cambio y algo que celebrar, aunque fuera con una enorme taza de café.

Se lavó la cara, y se recogió el cabello en una coleta alta, ni siquiera se molestó por quitarse la sudadera vieja y rota que llevaba puesta, ni la camiseta decolorada, sino que entró en la pequeña cocina para prepararse un café.

Buscó en los cajones por aquí y por allá, y también en la alacena, pero no halló nada.

— ¡Me lleva! Se acabó el café — dejó salir en un largo suspiro — Hora de salir a buscar trabajo, ni el café ni el resto de la comida van a aparecer por arte de magi