—¡Angelo!, espera… Es que esto es muy… —ese hombre la silenció, en el instante que se acercó hacia ella, sus rostros a centímetros, sus labios casi tocándose, él estiró su brazo y tomó con su mano la copa de vino que Cassandra ni siquiera provó. —Ya que tú no lo tomarás, yo lo haré por ti~ —sonrió con picardía, a la vez que vaciaba la copa de vino lentamente desde la clavícula de Cassandra, hacia abajo, viendo cómo el líquido rojo continuaba su paso al interior por sus senos y más abajo… —Ah~ Angelo… Qué demonios… —Cassandra soltó un gemido cuando los labios de ese hombre comenzaron a pasearse por su clavícula en dirección a sus pechos, con una voracidad que la hizo estremecer. "Umm… Desgraciado…." Pensó ella, su rostro ruborizado. Las grandes manos de Angelo, se dirigieron a la parte de la espalda de Cassandra, cuyo vestido descubierto de ese sector, le permitió sentir el tacto directo de ese hombre, que lentamente desvío el camino rumbo a los costados, ejerciendo pre
Cassandra despertó esa mañana en una soledad abrumadora. Tras un largo bostezo, se sentó en la cama y estiró los brazos, pero las náuseas volvieron a invadirla. "Debería… conseguir una prueba de embarazo…" Pensó, mientras sus manos se posaban sobre su vientre, cubierto por la bata blanca que llevaba puesta. Miró a su lado… vacío. —Sabía que él se iría… —susurró para sí misma. Recordó cómo Angelo había llegado con ella esa noche y se había acostado a su lado. Ella pensó que él buscaría intimidad, pero solo la ignoró y se durmió. Cassandra se levantó de la cama y vio su teléfono celular sobre una mesita. ¡Se sorprendió! No podía creerlo. "¿Acaso a él se le olvidó?!" Pensó la rubia, mirando el teléfono con incredulidad. —Es imposible que me lo haya dejado así, o que lo haya olvidado… ¿Es una trampa? —murmuró, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Pero no había tiempo que perder. Se cambió rápidamente, tomó su bolso de mano donde guardaba dinero que Marco le había d
Tan pronto como terminó de hablar, el vehículo se detuvo. Marco abrió la puerta y ayudó a bajar a Cassandra, quien todavía sostenía su bolso y la bolsa de la farmacia con fuerza. Caminaron por una calle poco transitada y abordaron otro automóvil, esta vez de color gris. —¿Por qué el cambio de vehículo…? —preguntó Cassandra, confundida. —Probablemente los hombres de Angelo ya estén buscando el anterior y su matrícula. —Oh… ¿Crees que realmente Angelo iría a tales extremos? Yo… —Lo haría. Pero no por ti, sino para verme a mí —respondió Marco, con una serenidad inquietante. —¿A ti? Pero… No entiendo… ¿Por qué Angelo te tendría como objetivo? ¿Solo porque cree que fuiste mi amante? No tiene sentido, ni siquiera me amó… Oh… ¿Para él es peor tu traición que la mía…?, imagino que es eso… Al susurrar esas últimas palabras, Cassandra sintió un dolor asfixiante en el pecho que la hizo suspirar con frustración. "Ahora que lo pienso… ¿Angelo me dejó ir a propósito con el teléfono, para
Las manos de Cassandra temblaban mientras sostenía la prueba de embarazo. Su corazón latía desbocado, como si fuera a salírsele del pecho en cualquier momento. —Lo sabía… —susurró, con la voz quebrada por la angustia, en el interior del lujoso baño. Sus ojos dorados se llenaron de lágrimas que amenazaban con desbordarse. Clack~ Tras el sonido de la puerta del baño al abrirse. Frente a ella, la alta figura de Marco Fiorentino, su mejor amigo de la infancia, aguardando con una ansiedad notable. —¿Y? ¿Negativo o positivo? —le preguntó, sin poder ocultar su impaciencia. Necesitaba saber la verdad. El rostro de Cassandra lucía pálido, y las lágrimas brotaron de inmediato, deslizándose por sus mejillas. —Positivo… —murmuró, con un hilo de voz apenas audible. No sabía cómo sentirse, ahora que lo había confirmado. Estaba abrumada, aterrada, sin saber qué pensar, qué hacer, qué decir. Un bebé, otro bebé más de Angelo Fiorentino… ¿Cómo iba a afrontar esta situación? Marco tamp
Angelo clavó sus afilados ojos azules con frialdad en su primo. —¿Y qué diablos se supone que haga, Marco? Ella me tendió una trampa, me drogó, se metió a la cama conmigo y… Fue su primera vez. De esta no me saldré a no ser que renuncie a todo. —¿Y qué hay de tu amor por Evelyn Black? ¿No me habías dicho que pensabas confesarte y querías algo serio? ¿O ella es solo un capricho pasajero? Angelo esbozó una pequeña sonrisa indescifrable. —¿Crees que Evelyn vale que lo pierda todo? Me he esforzado. He sido criado desde que tengo uso de razón para ser el cabeza de los Fiorentino. ¡Nada ni nadie vale que lo pierda! —Angelo se acercó y le dio una palmada en el hombro a Marco—. Tú no lo entenderías, primo. Siempre has vivido en libertad. Cassandra será mi esposa. ………. ✧✧✧ En la actualidad. ✧✧✧ —Aquí está su nuevo teléfono señor Fiorentino —dijo uno de los hombres que trabajaba para ese CEO. Angelo lo tomó y guardó en el interior de su oscuro saco. Ese hombre tenía una expresión de l
—El bebé que tendré, es tuyo —recalcó Cassandra. Las palabras de esa mujer resonaron en la mente del CEO Fiorentino. En cuestión de segundos, él se alejó de ella, bajando bruscamente de la cama de la suite. Cassandra comenzó a sentarse lentamente, sintiéndose un poco mareada. Ni siquiera había terminado de incorporarse cuando Angelo la tomó del brazo y la jaló con fuerza. —¡Ay! ¡Ten cuidado! ¡Me haces daño! —gritó ella, ahora de pie, obligada por ese hombre alto que comenzó a caminar hacia la salida sin soltarla. —¿Te realizaste una prueba de embarazo? —preguntó Angelo. Cassandra arqueó una ceja. "¿Así que… me ha creído?" Pensó ella un poco más tranquila. —Sí. La hice… Me compré una en la farmacia —respondió la mujer rubia de inmediato. —Eso no es suficiente. Iremos a la clínica de un amigo. Está cerca —dijo Angelo, sin aceptar objeciones. —Está bien… —susurró Cassandra, viendo fijamente a ese hombre. Fue entonces que ella recordó las palabras de Marco, antes de tom
—¡¿Quién más?! —se exaltó Angelo hablando por teléfono con Antonio—. ¡ELLA DESAPARECIÓ todo el día!, luego… ¡VOLVIÓ POR SÍ MISMA! ¡ME DICE QUE ESTÁ EMBARAZADA! ¡¿Y sabes qué es lo peor?! ¡¡LO ESTÁ!! —Angelo. Cálmate, ¿qué es todo ese sonido ambiente tan estresante? ¿Dónde estás? —Estoy conduciendo. Voy a la villa. —¿Si?, espero que al menos estés sobrio —le recalcó Antonio, en su tono de voz, era notable la preocupación. —¡¡Qué más da eso!! ¡Te juro que tuve que contenerme y no sé cómo diablos lo logré! —¿Pero cuál es el problema?, el hijo es tuyo, ¿no? —Según el aproximado de la concepción, sí. En ese tiempo ella estaba en la mansión. —¿Y no quieres más hijos?, hazla abortar y se acaba el maldito problema —dijo Antonio con aburrimiento. —¡NO DIGAS ESTUPIDECES! ¡¿Qué clase de amigo dice algo así?! ¡El problema no es el maldito embarazo! ¡No me importa si me tiene diez hijos, si son todos míos, los aceptaré!, el punto es… ¡SE REUNIÓ CON MARCO Y SÉ QUE VA A INTENTAR HUIR
—¿Qué? ¿Otra vez con eso, Angelo? —preguntó Cassandra, frunciendo el ceño mientras se acercaba al escritorio del CEO. ¡PUM! Con un golpe, apoyó las palmas de sus manos sobre la superficie, sus ojos dorados brillando con furia. —¡NO LAS HE VISTO! ¡¿Vuelves a decirme que esto seguirá así?! Angelo, sentado con las piernas cruzadas, exhaló lentamente, mostrando una expresión de aburrimiento que resultaba casi insultante. —¿Realmente pensaste que después de verte con Marco, te dejaría volver a ver a mis hijas, Cassandra? Las manos de Cassandra se convirtieron en puños apretados. Intentó controlar su rabia, pero esa resolución se desvaneció en cuestión de segundos. Ella caminó alrededor del escritorio, girando la silla de Angelo para enfrentarlo directamente. —¡MARCO NO ES MI MALDITO AMANTE! ¿ACASO NO ERES TÚ MI ESTÚPIDO AMANTE? ¡ME TIENES HARTA CON TUS CELOS INFUNDADOS! —Cassandra se inclinó hacia él, sus manos aferrándose al cuello del elegante saco que él lucía, mientras