Una copa en su mano, su mirada avellana viendo el líquido dorado a la vez que la llevaba a su boca dándole un sorbo. En ese momento, el CEO Montgomery, se percató de que Angelo Fiorentino, caminaba solo por el jardín del evento, al alejarse de los hombres que le saludaron recién. "¡Es mi oportunidad!" Pensó ese hombre acercándose. —Señor Fiorentino, es un gusto. He intentando contactar con usted recientemente. La afilada mirada azul de ese CEO, se clavó en Harold Montgomery. Como si estuviera analizando a ese hombre en segundos. —Mmm, mi secretaria mencionó algo al respecto. Haré que te envíe un correo esta semana. —Si le parece y tiene tiempo, me gustaría concertar una cita ahora. ¿Podría yo ir a su mansión, señor Fiorentino? —Sí. No hay problema —dijo ese CEO, cediendo ante la molesta insistencia de ese hombre, seguidamente despidiéndose: —Me disculpa, mi esposa me está esperando, que pase una linda velada —mintió Angelo, con tal de alejarse. —Lo mismo digo, se
En los afiliados ojos azules de ese italiano, una mezcla de furia y deseo se mostraba. Él comenzó a despojarse de su elegante traje. Sus manos quitándose el saco que hizo lanzado al piso, seguidamente el chaleco y la corbata. La mujer rubia en bata corta celeste, acostada en la cama, lo veía sin poder creer que él accediera tan fácilmente a su exigencia. Cassandra tragó saliva, su corazón latiendo aceleradamente, una mezcla de nerviosismo y… ¿Excitación? Él no le quitaba la vista de encima a esa mujer, como si su mirada estuviera comiéndosela lentamente, recorría el cuerpo de Cassandra, hasta que su mirada se posó en la falda de su bata mal acomodada permitía una indecente vista a la tanga celeste de ella. No podía evitarlo, una sensación electrizante recorriendo su cuerpo, causándole ansias y deseo; él arrojó su camisa blanca manga larga al suelo, la cicatriz en su abdomen visible bajo la tenue luz de las lámparas en la habitación de esa mujer. Cassandra lo observaba, Ange
Esa misma mañana, en la mansión del CEO Montgomery. Harold, quien había tomado su desayuno ese día libre para él, estaba en la sala corredor del sector trasero. La brisa de la fresca mañana acariciado su rostro, sus ojos avellana fijos en la pantalla de su computadora portátil. —¡Tenías razón, Marco!, fuí a la fiesta de la que me informaste y me encontré con el señor Fiorentino, el parecía MUY cercano a su esposa, cualquiera que lo ve, diría que es un hombre muy enamorado. —Es fachada. Si en algo es bueno, es aparentar —respondió Marco por medio de la vídeo llamada. —Entonces ya es oficial, esta semana iré por negocios a la mansión Fiorentino. Aunque claro, sabes que en realidad me encontraré con la señorita Brenaman. —Mi dulce Cassi se ha esforzado —sonrió el hombre rubio—. Lo ha hecho excelente, según lo último que me dijo mi informante, despidieron a la niñera principal y ella, tomó su lugar. ¿Sabes lo que eso significa?, su acceso a las niñas es más libre. Podrá s
El CEO Fiorentino, llegó esa noche a su mansión, esto, después de cancelar su reunión de negocios. Su rostro frío, con su típica aura de altivez. Al cruzar la puerta, se encontró con Cassandra Brenaman, que lo esperaba junto a las gemelas, Cristal y Clara en el vestíbulo. Las pequeñas niñas Fiorentino, luciendo hermosos vestidos pomposo a sus gustos, siendo el de Clara más colorido y floreado, en cambio el de Cristal azul brillante más elegante, en los ojitos azules de las gemelas, una chispa de emoción e ilusión que resaltaba la inocencia en ellas. —¡Papá! ¡Sí viniste!~ ¡Cassi, tenía razón!~ —sonrió Cristal, corriendo llevando de la mano a su gemela, Clara. "¿Cassi…?" Pensó ese hombre frunciendo ligeramente el ceño. Sin embargo, dejó pasar ese detalle. Cassandra, con un vestido oscuro recatado y simple, que aún así no lograba opacar la belleza natural de ella; se acercó a ese CEO, y le susurró suavemente: —Las niñas no han estado muy animadas hoy. Y es culpa tuya. No les
El restaurante "Paradise Corner", se veía impresionante en un edificio de cristal y acero. Su diseño moderno resaltando con glamour; las luces suaves en el exterior parecían invitar a los clientes a disfrutar de una experiencia única. Cassandra se detuvo en la entrada, sintiendo una mezcla de nervios y sorpresa. Las mesas lucían hermosos manteles blancos, decoradas con flores tropicales y velas que titilaban, añadiendo calidez a la noche. A través de los cristales, la vista del océano se extendía, con las olas brillando bajo las luces artificiales, en la distancia, hermosos botes, yates y demás. Era el lugar que había imaginado mostrar a sus hijas, pero… ¡nunca le dijo a Angelo que ese era el sitio del que le habló a las gemelas! Ahora, al ver que ese CEO había elegido ese lugar, su estómago se revolvió de emoción y desconfianza. —¿Cómo sabes que este es el lugar al que quería traer a las niñas? —susurró Cassandra, con voz ligeramente temblorosa. Las pequeñas gemelas, lle
✧✧✧ Dos días después. ✧✧✧ Esa soleada mañana en la mansión Fiorentino. Un automóvil de último modelo se detuvo frente a la mansión, del reluciente vehículo de un rojo intenso, bajó Madeline. La hermosa mujer de cabello café, corto hasta el largo de su cuello. Llevaba un hermoso pantalón ajustado blanco con una elegante blusa cola de pato color fucsia. Apenas Madeline Fiorentino cruzó el umbral de la mansión, Robert, el mayordomo ya estaba ahí, esperando su ingreso. —Señora, el señor Fiorentino la espera en su oficina, venga conmigo —dijo el hombre caminando delante de ella. —¿Y esa manera de tratarme, Robert? ¿Ahora seré tratada como una invitada y no como la señora Fiorentino que soy? —le preguntó ella llena de altivez, a la vez que fruncía el ceño. —Mis disculpas señora. Son órdenes de mi señor —respondió fríamente ese hombre de mediana edad. —¡Jum! —hizo ella un gesto de molestia— ¿Y donde están las gemelas? —Siguiendo su agenda del día. —Oh~ imagino que esa zorra
¡CLAAAANK! Un fuerte sonido se produjo cuando la bandeja que llevaba en sus manos Cassandra, cayó al suelo, el budín en ella esparciéndose por la alfombra del pasillo; esto al Madeline acercarse por detrás y agarrarla con fuerza de su cabello rubio. —¡AAAAY! —gritó Cassandra ante el dolor que sintió—. ¡Qué diablos! ¡Suéltame! Rápidamente la mujer rubia se giró, en un movimiento aprendido en prisión, se liberó del agarre de Madeline, dándole un puñetazo en el estómago. —¡AAY M@LDITA! —gritó Madeline al caer sentada en el pasillo, agarrándose su estómago adolorido— ¡¿Qué demonios te sucede m@ldita loca desquiciada?! —¿Madeline? —se sorprendió Cassandra al ver que la persona que la agarró del cabello, era la esposa de su exesposo— ¿Qué haces aquí? —¿Qué no es obvio? ¡ES EL HOGAR DE MI MARIDO! —alzó la voz la mujer castaña, mostrando con arrogancia el anillo en su mano, a la vez que se ponía de pie—. Que tú seas una zorra que lo vive seduciendo, no quiere decir que yo no sea
Tap~ tap~ Los pasos de las gemelas alejándose a toda prisa, resonaron en la elegante oficina del CEO Fiorentino. Antonio Rossi volvió a ver a su amigo. —¡Angelo! ¡Tus hijas! —habló ese hombre, intentando hacer que ese CEO reaccione. Angelo clavó una amenazante mirada en Cassandra. La mujer se puso pálida de inmediato. —¡No es lo que parece! ¡No las traje conmigo y no lo hice a propósito! —exclamó esa rubia en su defensa. —¿No? ¡Dejaste las puertas abiertas a propósito! —la culpó ese hombre. —¡NO! ¡¿Vas a hacerlo de nuevo, Angelo?! ¿Vas a culparme por todo lo que sale mal en tu vida? ¿Juzgarme sin pruebas? —gritó Cassandra retrocediendo de inmediato. —Iré a buscar a las gemelas, Angelo —habló en la distancia Antonio, aunque fue más un intento de irse de la oficina y dejar que ese CEO, se ocupe de sus asuntos con su exesposa. Clack~ Una vez la puerta fue cerrada, y esa expareja quedó a solas en la oficina. El señor Fiorentino se puso de pie de inmediato, acercándose