El señor Fiorentino se encontraba en la última reunión del día, revisando los reportes de las ventas exitosas del último producto que sacaron. En ese momento, ingresó la secretaria apresurada, e inclinándose discretamente hacia el CEO Fiorentino, le susurró: —Señor, tiene una llamada urgente desde la mansión. Es referente a sus hijas. Angelo dejó de inmediato los documentos sobre la mesa, poniéndose de pie, y dando por terminada la reunión. —Terminamos aquí. Pueden irse —se marchó rápidamente ese hombre del salón. Mientras caminaba rápidamente hacia su ascensor personal, hizo una llamada telefónica al mayordomo. —¿Qué ocurrió con mis hijas, Robert? —¡Señor Fiorentino! ¡Las niñas están en el hospital del doctor Clark! —dijo Robert con voz urgente del otro lado de la línea telefónica. Ese CEO detuvo sus pasos en ese instante, frente al ascensor. —¿Qué tan serio es para que estén en el hospital e interrumpir mi trabajo? —Señor Fiorentino. Las niñas están gravemente i
"¿Él… Me creyó…?" Pensó Cassandra, sorprendida, sin poder creer la órden que dió ese hombre. Apenas Robert se marchó. Angelo volvió a ver fijamente a Cassandra. El corazón de ella latiendo aceleradamente, creyendo que su ex continuaría culpándola. —Vuelve a tu habitación. Aún eres la principal sospechosa. Cassandra aprovechó la oportunidad caminando rápidamente hacia la salida, sin embargo, justo cuando pasaba al lado de ese hombre, él la detuvo del antebrazo. Sintiendo un escalofríos recorrer todo su cuerpo, la mujer rubia levantó su mirada, viendo a su ex. —Si resulta que realmente fuiste tú y me estás engañando… —No fuí yo —interrumpió de inmediato Cassandra, sus palabras temblorosas y su mirada llena de sinceridad. Un silencio incómodo reinó entre ellos dos, segundos que parecieron eternos. Lentamente Angelo soltó su antebrazo. —Vete. Cassandra salió de inmediato, sin intentar provocar más a ese CEO, que evidentemente estaba FURIOSO. ……… Apenas María ingres
—¿María se fue? ¿Ya no será niñera nuestra, señorita? —le preguntó la gemela menor, Clara, a Cassandra. —Eso parece… —susurró Cassandra un poco confundida. "¿Por qué ya no volverá? ¿Sí era la culpable? ¿Significa que fue nuevamente Madeline quien lo planeó?" Pensó esa mujer rubia, llena de inquietud. —Voy a extrañar a María… —hizo un puchero, Clara. —Yo no —la interrumpió de inmediato, Cristal—. La señorita Brenaman me agrada, es más buena, es más divertida, me ayudó con mi pintura~ —Pero… —susurró decaída, Clara. —Además, recuerda. María nos obligaba con "reglas", la señorita Brenaman nos deja disfrutar más —sonreía la niña, animando a su hermanita menor. En ese momento, Cassandra se dirigió a la salida. —Vuelvo en un momento, niñas. Cassandra en el largo pasillo, apresuró sus pasos para encontrarse con ese italiano. —¡Angelo, espera! —exclamó, a la vez que corría hacia él. Al escuchar la voz familiar de esa mujer llamándolo, los pasos de ese hombre que vestí
La noche de ese día. Cassandra bajaba las escaleras rumbo al vestíbulo luego de haber dejado durmiendo en la habitación a las gemelas, fue en ese momento cuando vio a Angelo extremadamente bien vestido a punto de salir. —No sabía que saldrías hoy, ¿a dónde vas? —preguntó ella atrevidamente. Por supuesto, no era de su interés a dónde fuese ese hombre. Sin embargo, si algo sucedía con las niñas… Pensó que al menos ella debía saber dónde estaría el padre. —Eso no es de tu incumbencia. Cualquier emergencia, informa al guardaespaldas principal de las gemelas. Él me contactará. Robert no estará hasta más tarde, así que… —Oh, así que te verás con esa mujer —interrunpió Cassandra a Angelo, esto, al ella posar sus ojos dorados en la mano izquierda de ese CEO y ver el anillo matrimonial de él. Un anillo que Cassandra sabía, él solo utilizaba en eventos importantes. Angelo ignoró por completo el comentario de esa rubia, viéndolo irrelevante y se marchó. Cassandra suspiró al momen
Una copa en su mano, su mirada avellana viendo el líquido dorado a la vez que la llevaba a su boca dándole un sorbo. En ese momento, el CEO Montgomery, se percató de que Angelo Fiorentino, caminaba solo por el jardín del evento, al alejarse de los hombres que le saludaron recién. "¡Es mi oportunidad!" Pensó ese hombre acercándose. —Señor Fiorentino, es un gusto. He intentando contactar con usted recientemente. La afilada mirada azul de ese CEO, se clavó en Harold Montgomery. Como si estuviera analizando a ese hombre en segundos. —Mmm, mi secretaria mencionó algo al respecto. Haré que te envíe un correo esta semana. —Si le parece y tiene tiempo, me gustaría concertar una cita ahora. ¿Podría yo ir a su mansión, señor Fiorentino? —Sí. No hay problema —dijo ese CEO, cediendo ante la molesta insistencia de ese hombre, seguidamente despidiéndose: —Me disculpa, mi esposa me está esperando, que pase una linda velada —mintió Angelo, con tal de alejarse. —Lo mismo digo, se
En los afiliados ojos azules de ese italiano, una mezcla de furia y deseo se mostraba. Él comenzó a despojarse de su elegante traje. Sus manos quitándose el saco que hizo lanzado al piso, seguidamente el chaleco y la corbata. La mujer rubia en bata corta celeste, acostada en la cama, lo veía sin poder creer que él accediera tan fácilmente a su exigencia. Cassandra tragó saliva, su corazón latiendo aceleradamente, una mezcla de nerviosismo y… ¿Excitación? Él no le quitaba la vista de encima a esa mujer, como si su mirada estuviera comiéndosela lentamente, recorría el cuerpo de Cassandra, hasta que su mirada se posó en la falda de su bata mal acomodada permitía una indecente vista a la tanga celeste de ella. No podía evitarlo, una sensación electrizante recorriendo su cuerpo, causándole ansias y deseo; él arrojó su camisa blanca manga larga al suelo, la cicatriz en su abdomen visible bajo la tenue luz de las lámparas en la habitación de esa mujer. Cassandra lo observaba, Ange
Esa misma mañana, en la mansión del CEO Montgomery. Harold, quien había tomado su desayuno ese día libre para él, estaba en la sala corredor del sector trasero. La brisa de la fresca mañana acariciado su rostro, sus ojos avellana fijos en la pantalla de su computadora portátil. —¡Tenías razón, Marco!, fuí a la fiesta de la que me informaste y me encontré con el señor Fiorentino, el parecía MUY cercano a su esposa, cualquiera que lo ve, diría que es un hombre muy enamorado. —Es fachada. Si en algo es bueno, es aparentar —respondió Marco por medio de la vídeo llamada. —Entonces ya es oficial, esta semana iré por negocios a la mansión Fiorentino. Aunque claro, sabes que en realidad me encontraré con la señorita Brenaman. —Mi dulce Cassi se ha esforzado —sonrió el hombre rubio—. Lo ha hecho excelente, según lo último que me dijo mi informante, despidieron a la niñera principal y ella, tomó su lugar. ¿Sabes lo que eso significa?, su acceso a las niñas es más libre. Podrá s
El CEO Fiorentino, llegó esa noche a su mansión, esto, después de cancelar su reunión de negocios. Su rostro frío, con su típica aura de altivez. Al cruzar la puerta, se encontró con Cassandra Brenaman, que lo esperaba junto a las gemelas, Cristal y Clara en el vestíbulo. Las pequeñas niñas Fiorentino, luciendo hermosos vestidos pomposo a sus gustos, siendo el de Clara más colorido y floreado, en cambio el de Cristal azul brillante más elegante, en los ojitos azules de las gemelas, una chispa de emoción e ilusión que resaltaba la inocencia en ellas. —¡Papá! ¡Sí viniste!~ ¡Cassi, tenía razón!~ —sonrió Cristal, corriendo llevando de la mano a su gemela, Clara. "¿Cassi…?" Pensó ese hombre frunciendo ligeramente el ceño. Sin embargo, dejó pasar ese detalle. Cassandra, con un vestido oscuro recatado y simple, que aún así no lograba opacar la belleza natural de ella; se acercó a ese CEO, y le susurró suavemente: —Las niñas no han estado muy animadas hoy. Y es culpa tuya. No les