Angelo sostenía a Cassandra en sus brazos, ella, con una mirada provocativa, se aferraba a su cuello, mientras él la llevaba hasta la habitación principal, subiendo las escaleras. En el interior de la habitación, las paredes, bañadas en tonos de cálidos marrones daban un ambiente acogedor, iluminadas por las tenues luces de las lámparas. Las amplias ventanas ofrecían una vista del extenso jardín, iluminado por la suave luz de la luna. Pof~ Con un movimiento suave, él recostó a Cassandra sobre la cama, su delicadeza provocando un escalofrío en ella. Se encontraron en una mirada intensa, los profundos ojos azules de Angelo ardían con un deseo que ya no podía ser ignorado. La mujer rubia no decía nada, con sentimientos conflictos, y su corazón latiendo aceleradamente, no sabía si creer en él o no hacerlo… Ya le había hecho mucho daño, y seguía llena de dudas con respecto a todo. Sin embargo, algo era claro. Él no la dejaría ir. El señor Fiorentino ya tenía a sus hija
—¡Mamiiii! ¡Oh Mamá, te extrañé! —exclamó Cristal con gran entusiasmo. —Mi mami… —dijo Clara, haciendo un puchero. Las gemelas se acercaron de inmediato hacia Cassandra que recién había cruzado la puerta de la sala de estar. Cassandra sintiendo un nudo en la larga se inclinó de inmediato, extendiendo sus brazos a la altura de las pequeñas gemelas rubias, las abrazó con ternura. —¡Mis bebés!, también las extrañé mucho… —dijo la mujer con su voz temblorosa, resistiendo las lágrimas que querían emerger. Antonio Rossi, sentado en uno de los sofás individuales, veía fijamente a Cassandra. Angelo que la guío hasta la sala, había recibido una llamada telefónica de Robert, en Miami, alejándose para contestar. —Mami, ¿por qué tienes castigado a mi papi? —se quejó Cristal, justo después de abrazarla, cruzándose de brazos, frunció el ceño a la vez que hacía una encantadora mueca de desagrado. Cassandra volvió a verla sorprendida por un instante. —¿Castigado? —susurró Cassandra confundid
Angelo se echó a reír ante las palabras de su amigo, causando que la tensión disminuya. —Cuento contigo —sonrió el señor Fiorentino. Antonio sacó de su estuche un cigarrillo, encendiendo el mismo lo llevó a sus labios. —Me voy. Mi esposa me va a dar una buena bofetada si me demoro todo el día —sonrió Antonio hablando de su amada Francesca—. Volveré en tres días a Miami, avísame cuando regreses. —Que tengas buen viaje. Antonio comenzó a irse, en ese momento, detuvo sus pasos y volvió a ver por encima de su hombro a su amigo. —¿Qué te dijo Robert? ¿Pasó algo con la perra de Madeline? Angelo negó. —Sigue tan insoportable como siempre. Me avisaba de "aquel tema" y que él detective llegó a buscarme, pero al no encontrarme se marchó. —Oh. Bueno, cuídate —se fue Antonio, hasta que subió al vehículo oscuro blindado que aguardaba por él. En ese instante, sacó su teléfono móvil e hizo una llamada telefónica. —¿Hermano? —Anto. Han pasado días, ¿en qué problema te has me
—¿Eh? ¡No!, no hace falta, Cris bebé —dijo Cassandra con nerviosismo, acercándose a su hija—. ¿Dónde está tu hermanita? ¿Siguen buscando el dibujo que se les perdió?, iré con ustedes y las ayudaré a buscarlo y… —¡No! —exclamó Cristal—. ¿Por qué dices que papi hace cosas mal, pero no pide perdón?, entonces, ¿no hace cosas mal? ¿no quieres perdón?, cuando Clarita me hace daño, pide perdón, y ya no duele aquí —decía Cristal tocándose el pecho. Cassandra cerró por un instante sus ojos, y sonrió con inquietud, temiendo ver la expresión de ese CEO. —Cristal. No obstigues a tu madre. Ella está un poco enferma —interrumpió Angelo y la niña hizo un gesto de confusión. —Yo veo a mami bien… No parece estar enferma, cuando estoy enferma, lloro. Cassandra no pudo evitar reírse disimuladamente de la situación. Viendo cómo él intentó ayudar y Cristal fácilmente le ganó. La mujer se acercó a su ex, tomando con su mano del brazo a ese CEO, ella le susurró: —Solo dale lo que quiere, es
✧✧✧ Casi cinco años atrás. ✧✧✧ Era una mañana en Miami, en una de las lujosas propiedades de los Black. —Bienvenida —susurró una voz masculina. Marco Fiorentino, ese hombre de cabello rubio, miraba hacia el mar a través de la amplia ventana. Las cortinas blancas se movían suavemente al ritmo del viento, mientras los primeros rayos del sol iluminaban la habitación con una calidez dorada. Evelyn Black despertó en la cama, parpadeando lentamente. Un dolor punzante recorrió su cuerpo, y al mirar hacia abajo, se dio cuenta de lo que realmente sucedía… ¡Estaba embarazada! Los ojos de Evelyn se abrieron desmesuradamente, llenos de horror al ver a Marco. —No me mires así —dijo él, sosteniendo una taza de café con una sonrisa despreocupada—. Fue idea de tu padre. Temía por la vida de su hija favorita, así que me pagó para cuidar de ti… y para embarazarte. Los Black no se quedarán sin un heredero saludable. Si tú no puedes, el hijo de tu sangre lo hará. Las lágrimas comenz
Una atmósfera tensa envolvía el salón de estar en la mansión de los señores Fiorentino. Contrastando totalmente con el ambiente tras las largas ventanas con cortinas elegante rojas, donde en el exterior se veía a las gemelas riendo mientras iban tomadas de la mano de su padre, el CEO Fiorentino. Caterina y Leonardo Fiorentino, sentados en un sofá largo, veían a la mujer rubia en el individual a unos dos metros frente a ellos. —En ese momento. Lo único que cruzó por nuestras mentes, fue Angelo. Nada más importó, mi único hijo estaba al borde de la muerte, luchando por sobrevivir tras una larga operación —hablaba con voz pacífica y una expresión de dolor, don Leonardo, recordando el accidente aéreo. —No teníamos mente para nada, mi niña Cassi, contratamos de inmediato a varios detectives —comenzó a hablar con voz quebradiza doña Caterina—. Movilizando a todos nuestros contactos, todo apuntaba a un grupo de empleados del mantenimiento del avión de mi hijo. Todo estaba tan claro c
Frente a Cassandra, don Lorenzo continuó hablando: —Marco fue a un viaje familiar, era muy pequeño para recordarlo bien. Hubo una explosión en el Yate. Lo sacaron en el bote salvavidas, quien lo salvó fue su propio padre, mi hermano, que sufrió quemaduras letales intentando buscar y salvar a su esposa, ella ya estaba muerta cuando la encontró, su esposa murió en la explosión con la tripulación, el shock de Marco lo tuvo internado meses en el hospital antes de adoptarlo y tráelo a vivir con Angelo, que pensamos le haría bien. ¡Cassandra quedó impactada escuchando tal versión! Sabía que Marco era huérfano por un accidente, pero no lujo de detalles. —Sí. Lo recuerdo, se investigó a profundidad por la familia de mi esposo. Todo se manejó interno, fue un accidente por uno de los empleados en la cocina que falleció también. Mi esposo tomó el cargo de CEO. Probablemente ese hecho hizo a Marco creer lo que no es —explicaba doña Caterina. —¿Nunca se lo dijeron a Marco…? —preguntó Ca
Él viéndola seriamente, se sentó a su lado. —Dámelo —extendió su mano hacia la rubia—. Hay cosas que aún no puedes saber. —¿Eh? ¿Cosas como qué? —le preguntó ella, sin querer ahora, darle el teléfono. —Solo dámelo. —¡No! —exclamó ella aferrándolo a su pecho. El suspiró, seguidamente inclinándose hacia Cassandra, que pensó iba a forcejear con ella, se reclinó y Angelo en ese momento, sonrió y recostó su cabeza en el regazo de la mujer. —¡Quítate! —frunció ella el ceño, viéndolo hacia abajo. —No. Puedes revisarlo si quieres. Pero… No responderé a ninguna pregunta. —¡¿AH?! ¡¿Por qué tienes toda una colección de fotos mías?! Él se sorprendió un instante ante la pregunta de la rubia, de inmediato volvió a su expresión seria viendo en dirección a las gemelas. —Dije que no respondería. —Pareces un acosador… —susurró ella— abriendo el correo que le había llamado la atención, pero… La llevaba a un enlace que al tocar, salía protegido y pedía un código de acceso—. Eres un