Capítulo 883
Joseph, que ya no estaba en la flor de la juventud, aulló de agonía cuando las implacables patadas de Nathaniel lo golpearon.

—¡Ayuda, ayuda!

Sin embargo, la ayuda siguió siendo difícil de alcanzar. Los secuaces de Nathaniel habían tomado el control del local y el personal de la casa no se atrevía a hacer ningún movimiento. Después de desahogar su furia y agotar sus fuerzas, Nathaniel finalmente detuvo su asalto.

Eloise permaneció sentada en un silencio estoico, atendiendo sus heridas faciales con la toalla fría, mirando a su hijo como si fuera un extraño.

Nathaniel se sentó, recuperó el aliento y le hizo un gesto a alguien para que le trajera una taza de té. Mientras sorbía el té, su respiración se estabilizó y una sensación de satisfacción incomparable lo invadió. La liberación de años de frustración y resentimiento reprimidos lo había dejado extrañamente contento.

—¿Estás bien? —Preguntó Nathaniel, mirando a su madre.

Si Eloise no había discernido la verdad cuando llegó
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