Lily se sintió como una idiota cuando se dio cuenta de que su marido lo sabía, pero no dijo nada hasta que ella se lo reveló. Ella miró hacia otro lado, irritada.

Alexandre la tomó por los hombros, la giró para que lo mirara y dijo serio, sin sonreír más:

—Me enteré ayer, pero pensé que como no me lo dijiste, no debes haber decidido nada. Prefiero escuchar de ti que de mí preguntando sobre esto.

Lily no dijo nada y le devolvió la mirada lentamente.

—El hecho de que no me lo hayas dicho de inmediato muestra que estás luchando por tener el hijo o que tienes sentimientos encontrados al respecto. No importa qué, tenías tu razón para no decírmelo. Aun así, me alegro de que tú lo hiciste tan pronto. —Él verdaderamente amaba y respetaba a Lily más allá de su imaginación.

Al escuchar esto, Lily sintió que no había razón para estar enojada, solo pensó que debería haberle dicho de inmediato y que decidir con él era la mejor opción.

—¿Entonces qué quieres hacer? —Alexander preguntó,