La salida

Mayra Castelli

La convención estuvo muy buena, vimos algunos avances en las operaciones a corazón abierto, nuevas tecnologías y algunas cosas más muy útiles para implementar en las diferentes áreas y de paso llevarlas a cabo en mi clínica cardiológica.

Me dirigí a mi habitación a ducharme y cambiarme pues las chicas y yo quedamos en encontrarnos en unas horas en el lobby del hotel para nuestra salida, hoy estoy cumpliendo 33 años de edad, no me siento vieja pero aún no me siento realizada del todo, tengo el gran deseo de ser madre, pero no tengo la intensión de tener una relación, además que no tengo confianza en ningún hombre pues siento que mi corazón aún no está curado del todo.

[…]

Duchada, terminando de maquillarme y con mi vestido que como diría Corina esta de infarto, es negro pegado al cuerpo, y como es forrado no es necesario utilizar brasier, así que solo opte por ponerme una braga pequeñita de fino encaje, pues tampoco es que la necesite mucho, pero para andar incomoda sin ella prefiero ponérmela.

Ya en el lobby se encuentran Corina, Sonia y Karina, esta última es la que se casara en una semana, al verme llegar se abalanzan a mí y me dan un gran abrazo de cumpleaños, en medio de la convención no lo pudieron hacer pues nos encontrábamos separadas en cubículos diferentes así que no tuvimos oportunidad de conversar, pero ya que estamos juntas decidimos salir rumbo al bar que esa noche sería nuestro destino.

Había bastante gente en las afueras de ese club por lo que se veía era un tanto exclusivo, pero mis amigas tenían reservación con antelación así que Karina presento los pases y pudimos acceder sin ningún inconveniente, ya una vez dentro nos encontramos con el novio de Karina y con tres amigos más, uno de ellos andaba con una rubia despampanante, parecía que el novio de Karina era un poco mayor que los demás, no es que se vieran demasiado jóvenes, pero sí de menos edad que nosotros.

Nos presentaron y nos dijeron que eran traumatólogos los tres y que el que andaba con la rubia era nefrólogo, que uno de ellos tenía una clínica de traumatología en donde todos ellos trabajaban y ejercían su especialidad, mi amiga también iría a trabajar en esa clínica-hospital pues estaban en implementación de más especialidades.

Coincidió que uno de los amigos del novio de Karina también cumplía años el día de hoy, y además de celebrar la despedida de soltero de su amigo también estaba celebrando su cumpleaños, me dijo su nombre, pero entre tanta bulla no pude escuchar bien, después de un largo tiempo en que copas iban y venían, consumimos tequila, no soy muy buena para el alcohol, pero estaba decidida a divertirme el día de hoy, sin recuerdos malos, sin fantasmas del pasado.

[…]

Llevábamos alrededor de 3 botellas de tequila, creo que por momentos no me acordaba ni de mi nombre, el hombre guapo amigo de Irvin el novio de Karina me invitó a bailar, para ese entonces ya mis amigas se habían ido quien sabe a dónde a hacer quien sabe con los respectivos acompañantes de la mesa. Acepte bailar, en lo personal me fascina bailar pues siento que me libera de la tensión, aprendí a bailar danza árabe para así liberar el estrés y lo realizo cada vez que me da el tiempo.

La música estaba muy movida, y nuestros cuerpos se dejaban llevar por el ambiente que habíamos creado, yo no soy mujer de impulsos, soy apacible en muchos sentidos, creo que por eso a mis 33 años no he tenido una vida sexual activa, con Ernesto las cosas eran un poco mecánicas, estábamos juntos cada vez que podíamos pero no era algo que fuera del todo satisfactorio para mí, porque nunca había tenido un orgasmo, él solo se preocupaba por su placer, y como a mí me gustaba complacerlo me dejaba llevar, pensaba que con el matrimonio las cosas cambiarían, pero eso nunca lo sabré ya.

Con el paso de los minutos la música cambiaba, luego salió una muy romántica, ambos estábamos bajo los efectos del alcohol, así que dejándome llevar por el momento, nuestros rostros llegaron a estar muy juntitos, y sin más nos besamos, lo hicimos de tal manera que parecía que el mundo se iba a acabar, con mucho deseo. De repente nos vimos abrazados y nos tuvimos que separar por falta de oxígeno, el me miro con esos hermosos ojos, no podía definir qué color eran pues la oscuridad de la noche más los tragos encima no me permitían diferenciar colores.

Él me dijo que nos saliéramos de allí, a un lugar un poco más tranquilo, o que simplemente nos sentáramos en los bancos que había en la barra, pero yo con esos episodios de intrepidez le dije que nos fuéramos a un motel, pero el todo un caballero me dijo que me llevaría a un lugar mucho mejor, y terminamos saliendo tomados de la mano del club.

Tomamos un taxi pues ninguno de los dos cargaba vehículo, y en el estado en el que nos encontrábamos no era lo más prudente manejar si lo hubiéramos tenido con nosotros, una vez dentro del taxi, y él habiéndole dicho dónde nos llevara, nos dimos la tarea de comernos a besos, como si no hubiera un mañana, tanto así que no nos dimos cuenta  que habíamos llegado sino por la voz del taxista que nos anunciaba que estábamos en nuestro destino, nosotros no nos hubiéramos separado de nuestra faena de besos, él saco de su bolsillo para cancelar la carrera del taxista, y seguimos en lo nuestro, llegamos a recepción y él pidió una habitación, subimos al ascensor tomados de la mano, ya una vez dentro no nos pudimos contener y nos seguimos besando, menos mal que éramos los únicos en la maquina a esa hora, nos volvimos a separar al escuchar el pitido que anunciaba que era nuestro piso asignado, al llegar a la puerta de la habitación, ni siquiera esperamos llegar a la cama cuando nuestros cuerpos se estaban reclamando, no sé de dónde florecía en mí tanta pasión, y lo peor que era con una persona completamente desconocida.

Nos dejamos llevar por lo que deseábamos en el momento, dimos rienda suelta a la pasión, dejamos que nuestros instintos nos guiaran, terminamos fundiéndonos en uno, ni siquiera nos importó el hecho que apenas nos conocimos, nada de eso importaba a la hora de que nuestros cuerpos se dejaran llevar por la lujuria, aunque después no nos acordemos ni como nos llamamos ni qué mismo fue que hicimos.

La noche fue demasiado corta para todo lo que terminamos haciendo, no puedo ni siquiera recordar cuantas veces llegué a las estrellas y vi un sinnúmero de constelaciones, por toda la pasión que nos estaba envolviendo, solo sé que en un momento el sueño nos venció, y nos dormimos.

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