No me cohíbo, aunque mi mente me dice que no debo ser tan impulsiva tan rápido, hay otra parte de mi cuerpo que toma el control y por ello, comienzo a tocar todo a mi paso e incluso, me giro, dejándolo a él contra la pared, para poder tocar todo a mi antojo, mientras juego con mi lengua en su boca.

No hay manera de retroceder, no quiero hacerlo y por eso, lo jalo de su camisa y retrocedo con él, donde es mi ahora novio quien se gira y yo abro mis ojos para notar que casi choco con un mueble. 

Salvada, continuo con mi caminata sin alejarme de sus labios hasta que él es lanzado por mí sobre el mueble que tropieza con sus piernas. El hombre que había querido en silencio, me observa con su cabello desordenado, sus labios hinchados por nuestro beso y una mirada que desea mucho más que unos toques.

— Esta es tu decisión, podemos tener una noche dulce, donde actuamos tímidos o saltarnos e