#81:
Augusto:

Viktoria desliza su mano por mi pierna, y yo ruedo los ojos, molesto.

— Ya dije que no.— mascullo.

Ella hace un puchero y se retira, recuperando su asiento.

— Es evidente que no es el tuyo, hermana.— comenta la rubia subida sobre las piernas del árabe.

Ella y su esposo parecen incapaces de dejar de tocarse y besarse uno al otro. La expresión de Viktoria se torna aún más ácida, el mesero me llena el vaso de vodka otra vez.

—Más—exijo, bebiendo todo de un trago, y le ordenó que lo deje hasta el borde, bebiendo de nuevo.

Tengo que tragarme esto varias veces para ver si logro perder el sentido, no he parado de beber desde que llegué y ya he tratado botella tras botella como si eso fuera a apagar la rabia que me quema por dentro.

Este club y este puto hotel son míos. Pertenecen a la organización. Aquí no se atrevería a entrar ningún enemigo, porque hasta la gente que baila como posesos son mis lacayos.

El árabe y su mujer conversan por lo bajo, mientras que Viktoria
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