Augusto: Me suelta otro bofetón cuando me le acerco, y aprieto sus muñecas en mis manos, zarandeandola para ver si así se le baja un poco la borrachera. Con todo, intenta patearme, mientras yo me deleitó rozando mi la tela del pantalón que oculta mi adolorida verga, contra la tela de su tanga. —Un golpe más y te la encajo…zorra. Me da un cabezazo, y río por lo bajo. Porque no podrá decir después que no se lo advertí. Soy un torbellino de actividad, llevándomela contra la pared, rompiendo su sujetador y destrozando sus bragas. Metiendo mi mano entre sus piernas para encontrarla hecha un río de ganas, y caliente como el mismo infierno y ella se retuerce, pero entonces, en vez de luchar se lanza sobre mi a morderme la boca y a chuparme los labios, con desesperación. En lo que trato de abrir la cremallera de mi pantalón al menos, para poder... Su piel se enrojece con mis apretones , y chupetones y mordidas. Le abro las piernas deleitándome en la vista que me ofrece su precioso
Presente: Mariela: — Es un gusto tenerle por aquí señora Cuéllar. Que bueno que ha recapacitado y decidió conservar su embarazo. ¿Es este su marido?— interroga la doctora. — Augusto Cuéllar, el placer es todo mío.— murmura él, estrechando la mano de la doctora. Noto al momento como la mujer se sonroja, y comprime sus labios nerviosamente. Ruedo los ojos. Sí, sí, lo sé. El cabrón es hermosísimo, pero es una bomba de tiempo. — Pasemos a la consulta.— ofrece la doctora.— señor Cuéllar, quédese aquí. Esta primera parte debe ser privada, ya que es el examen físico de su mujer. — No hay nada de ella que halla visto ya.— anuncia él, tercamente. — De todos modos, le prohíbo pasar. Cuando hagamos el ultrasonido, entonces podrá unirse a nosotras.— farfulla ella, cerrandole la puerta en la cara. * * * * — Es usted realmente afortunada Mariela.— Susurra la doctora mientras yo me visto.— rara vez se interesa tanto unarido por el brazo de su mujer, al punt
Mariela:—Me acaban de contactar, al parecer hay una persona interesada en invertir en el centro.— murmura mi secretaria. —¿De verdad?—me apresuro a tomar nota—¿Cuándo te llamaron y qué te comentaron?—Solo tomé los datos. Esta es la tarjeta que dejaron con el número de teléfono. Me sugirieron que concertaras una cita por WhatsApp. —¿Por quién pregunto?— No lo sé. No me dijeron.Cuelga sin decir más. Desde la ordenador , Tecleo con rapidez , para hacer una búsqueda de la empresa en internet.¡Gracias a Dios!Es una multinacional, que se dedica a patrocinar deportistas. Leo en detalle las sedes con las que cuenta, y elevo las cejas. Tienen presencia en casi todos los países del mundo.Agrego el número de contacto a mi móvil ideando cómo enviar el primer mensaje a la vez que trato de no imaginarme que lidiaré con algún tipo con cara amargada y mal talante. Solo espero contactar realmente con el dueño, y no con alguna secretaria ácida.Este debe ser un hombre extremadamente impor
Mariela: El sitio que ha elegido para nuestro encuentro es uno de los restaurantes más exclusivos de todo Madrid. Al llegar, recuerdo que no me ha dicho su nombre y me siento tonta, porque no sabré como buscarlo entre los concurridos comensales. — Buenas noches, señora. ¿ Su nombre por favor?— me interroga el maitre. Un nudo se apodera de mi garganta. — Mariela... ¿Mariela Martin?— susurro. El maitre me mira elevando una ceja, pero consulta su libro de reservaciones y sonríe. — Venga por aquí, señorita Martin, la esperan en la mesa trece. Una encargada se acerca, tomando mi abrigo y guardandolo, y luego me conduce por entre las mesas, hasta indicarme el lugar en el que me esperan. Me tenso al instante, y siento como toda la sangre abandona mi rostro. Porque no es un hombre con quién he de lidiar para conseguir el patrocinio. Ya que quien está sentada a la mesa, no es otra que la rubia rusa. La tal Viktoria me espera. Viktoria: En cuanto me ve, toma una postura tensa
Augusto: Una semana después: Luego de lo del bombazo en Bulgaria, los clanes nos están cazando, quieren poseer lo que le quitamos al Volka, pero se les olvida que en España solo hay un líder. El armamento se está moviendo a otro de los escondites, los Ivanov se están encargando de todo. Mariela descubrió el último y por ello es necesario trasladarlo. La prisión a la que me enviaron es un sitio terrible. Constantemente están torturando a alguien y sus gritos los transmiten por los altavoces. Me mantengo tranquilo en mi celda. Tío Marcos ha sido suficientemente amable como para otorgarme una solo para mí. Sin embargo, me recomendó mantener un perfil bajo porque por ahora no es bueno que me destaque entre los convictos. Dedicó el tiempo a leer y ejercitarme, porque ponerme a pensar solo me lleva a recordar lo que ella me hizo y aunque por ahora, estar oculto aquíe favorece, aún me duele su traición. Sé que ella y nuestro bebé están bien custodiadas en Estados Unidos, y eso me d
Augusto: El patio de ejercitación está desierto y el humo asalta mi visión y mi olfato, mientras el vidrio cruje bajo la suela de mis botas. Camino por los pasillos, repletos de papel higiénico, sonriendo ante las ironías de la vida. La sangre de los prisioneros que se amotinaron está en el suelo y varios cuerpos baleados permanecen en el exacto lugar en que cayeron. Me imagino la cara de mi tío cuando supo lo que sucedía en su prisión. La sonrisa de satisfacción que tengo en el rostro no parece querer borrarse y a lo lejos aún escucho los disparos de los guardias que todavía lidian contra los convictos que intentan escapar. Sí, soy yo quien motivó este motín y sí, soy una alimaña manipuladora, e hice esto, persiguiendo un solo objetivo. «Yunior Farías está debajo de este mismo techo desde hace semanas». A pesar de mis constantes protestas, Marcos no quiso escuchar mis razones. Al final, calculé mal sus lealtades y quedó claro que sus amos son lo primero, y luego su herma
Diana: Nunca pensé que me sentiría así, ¡pero ganar un torneo interuniversitario de ajedrez se siente de puta madre!Mary me ve desde desde el lateral, aferrada a las barandas, pusieron un pequeño podio y desde el anunciaron como la ganadora hace cinco minutos. Quiera Dios y con esto mejore mi vida social, aunque no lo sé. Creo que después de esto, mis compañeros de equipo me odiaran más. Sostengo el trofeo mostrandolo para las fotos, y una oleada de orgullo me hace sonreír. —Felicidades, señorita Martin —El director del comité organizador me da la mano—. El nivel que mostraste durante la competencia fue asombroso.—Muchas gracias.Dejo que me tomen las fotos, manteniendome en pie justo al lado de los cinco miembros del comité, manteniendo una sonrisa pegada a mi rostro. Cuando bajo del podio, unas quince personas me rodean, pidiéndo tomarse selfies conmigo y recordandome que toda persona reconocida tiene deberes para con sus fans.Pido disculpas después de unos minutos, y m
Mariela: Quería descansar pero no puedo. El miedo y la incertidumbre no me dejan tranquila, y no puedo tomar algún calmante porque podría dañar a mi bebé. El dolor de cabeza que se me comenzó a formar durante el ataque, se ha convertido en migraña. Mi rabia se mezcla con desesperacion, al notar que yo tiene razón en una cosa, me levanto de la cama, dejando a Diana dormir tranquila y sé que encontraré a Augusto paseándose por mi apartamento. El que no me quite los ojos de encima me pone incomoda y trato de que mi me te no se ponga a divagar tonterías, así que pregunto lo que quiero saber. —¿Por qué estás aquí, Augusto? —le pregunto, sacando fuerzas de dónde no sé — ¿Escapaste de prisión? —No, tu pequeño berrinche me ha costado caro, pero logré girar las cosas a mi favor —contesta con los brazos cruzados—. Hubo un montón en la cárcel y supuestamente me asesinaron durante ella. Abro la boca para hablar, pero prefiero reservarme el comentario de que tal vez hubiera sido lo mejor