En la completa oscuridad y con las manos atadas, lo sentí abrirme las piernas y yo ya gemía de anticipación, mientras la piel picaba al tacto de los dedos que pasaban levemente por la cara interna del muslo.- Relájate, Bárbara... Y disfruta el momento. Me la voy a comer entera... y luego la follo hasta que no aguante más y me suplique que pare.Besó la parte interna de mi muslo y luego dio un ligero mordisco. Sentí que mi pecho se agitaba con la respiración dificultosa que comenzaba a entrar.Héctor bajó los besos y con una mano sostenía mi pierna mientras la otra la usaba para jugar con mi clítoris.El movimiento involuntario de querer tocarlo hizo que las cadenas hicieran ruido en la cabecera, haciendo todo aún más placentero. Su dedo a veces presionaba mi punto de placer y otras veces hacía movimientos circulares. No sabía si gemir, gritar o contenerme. Porque lo que sentí en ese momento era inexplicable.No tenía idea del tiempo, pero se quedaba mucho ahí. Por mucho que supiera q
- Son las 6 y 30.- Pronto yo... tengo que ir a trabajar. - Advertido.- Yo también. Pero honestamente, te necesito por un tiempo... Aquí conmigo."No me importa llegar tarde…" sonreí, todavía acurrucada contra él.- Hmm, estoy empezando a entender por qué no me detuve en los trabajos. – se burló.- Creo que ha llegado mi mayor razón por ahora en mi vida. - Risas.Sus dedos rozaron mi espalda suavemente, dándome sueño. No quería dormir, pero mis ojos comenzaban a cerrarse."Te despertaré con mi lengua, entre tus piernas…" dijo suavemente, luciendo cansado también, sus ojos casi cerrándose.- Y te mato... Estoy cansado... Completamente sin fuerzas...Terminé quedándome dormido y no estoy seguro de que no cerré los ojos aún sonriendo.Me desperté con los brazos de Héctor todavía alrededor de mi cuerpo. Él estaba durmiendo. Yo me mudé y él también.- Mmm... ¡Bárbara! - Dijo, mientras giraba hacia el otro lado, sin despertarse.Me senté en la cama y respiré hondo: ok, Bárbara, tal vez no
Me detuve frente al North B., sentado en el asiento del pasajero del Maserati, en la vacante escrita como CEO.- Oye, descalificado, trabajo en la empresa de fachada. – señalé irónicamente.- Te gusta burlarte de mí, ¿no? Me miró y pasó su mano dentro de mi vestido, dándose cuenta de que no estaba usando ropa interior. - Tú... No vas a trabajar sin bragas, ¿verdad?- Devuélveme el mío y te lo pongo, pervertido robabragas. – Provoqué.- No... Esto es mío y no lo devolveré. Lo usaré en tu ausencia... Créeme.Abrí la puerta y salí del auto:- Así que voy a trabajar con Sebastian Perrone, sin bragas. – parpadeé.Bajó tan rápido que ya estaba frente a mí:- De ninguna manera.- ¿Qué quieres que haga, Héctor? Voy tarde. Nadie notará que no llevo bragas, no te preocupes.- Está bien, ve y le pediré a Anon que te entregue un par de bragas.- ¿Anónimo? Arqueé una ceja.- Haré que lo compre inmediatamente.- ¿Me juras que vas a perder el tiempo preocupándote por mis jodidas bragas?- Jurar. Ser
- Dios mío... ¿Hablaste con Milena al respecto? Se llevó las manos a la cara, asombrado. “No tienes los mismos genes que yo. Porque eres una maldita loca.- Claro que no tengo los mismos genes que tú, idiota. ¿Y sabes qué? Prefiero ser una loca que una cobarde, que deja al amor de su vida por un pasado ridículo que nada tiene que ver contigo.- Se trata de mi familia... Mi padre. Héctor se decidió.- ¿Parezco manipulable?- ¡Joder, joder, joder! Quiero estrangularte, Babi.- Sebastián... ¿Quién eres? Arqueé mi ceja, sintiendo mi corazón latir con fuerza. - No quiero pelear. Estoy agradecido por todo lo que has hecho por mí. Pero he pasado demasiado tiempo haciendo lo que otra persona quiere. No volverá a pasar... Principalmente porque apenas lo conozco. Al menos Jardel al principio pretendía ser diferente. No... Estás apareciendo demasiado rápido. ¿Cuál es el tuyo de todos modos?- Lo siento, Bárbara.Lo miré, todavía confundida. Por alguna razón, y no lo sabía exactamente, me gustaba
Siguió llamando a la puerta, sin descanso.- ¿Debería golpearlo también? – preguntó Salma.- ¡Enfermo! Grité desde adentro. - ¡Loca!- Está bien, le preguntaste a Babi: nunca me quedaría contigo porque amo a Milena. - Dijo, afuera. “Y sí, he tenido una relación con ella en el pasado… Y yo era el padre del bebé que ella perdió.Salma y Ben me miraron.- Fuerte babeo. No te puedes perder esto. Ben arqueó una ceja.- Joder, me voy a dormir, porque seguro que ahora va a dejar de gritar, porque le vas a abrir la puerta, ¿no? – me preguntó Salma.Me levanté y abrí la puerta, mirando su cara roja y sus ojos azules brillando de ira.Mis amigos se estaban yendo y Ben se detuvo en el pasillo y dijo:- Te estoy observando, Sebastián. Lo que sea, termino el trabajo que comencé.- ¡Me abofeteaste, maldita sea! le gritó a Ben, a quien no le importaba, y se fue.Le señalé con el dedo que se sentara en el sofá. Usé el sillón, frente a él.- Empieza, Sebastian... Empezando por la parte de por qué me p
- Mi madre, mi abuela, que en este caso es la madre de mi padre.- ¿Sigue viva?- Sí... Y lúcido. Sufrió mucho con su muerte.- Lo siento mucho. Me imagino que debe haber sido difícil para ti. Perdí a mi madre y sé el dolor que causa. Una herida que nunca sana.'Entonces los dos disolvieron la sociedad y mi padre pagó mucho más de lo que Casanova había invertido en la empresa, simplemente para deshacerse de él.- ¿Y la parte donde tu padre hizo matar al padre Casanova?Una vez más Sebastian se quedó en silencio por un largo tiempo antes de responder:- Eso fue más tarde.- ¿Y Milena?- Nuestra relación comenzó a temblar. Quería mucho a Allan y su madre se había casado con él hacía unos años. Celine la perdonó, pero pronto encontró la manera de acechar a su hija y quitarme de en medio todo lo que me recordaba a mi familia, por miedo a que Allan volviera a involucrarse con mi madre.- ¿Y eso pasó?- Sí... Casi dos años después mi madre quedó embarazada. Y era de Allan. Es decir, su aven
- ¿Mi derecho? Arqueé una ceja.- Por supuesto, después de todo lo que has trabajado, te mereces estar ahí. Sé cómo ser un hombre muy agradecido, créeme. Y ahora, por Dios, entiende que no te estoy persiguiendo, no estoy celoso de Héctor y mucho menos... En ti.- Vale, ya dejaste claro que no te gusto... Desde entonces. - Empecé a reír. - Te confieso que me pareces un bombón, jefe.Inmediatamente se sonrojó y sus ojos azules se entrecerraron:- Eres hermosa bebé. Pero...- No necesitas justificarte, Sebastian. Esta todo bien. Te prefiero con Milena, créeme. Porque es uno menos para quitarme del camino de Héctor.- A Milena nunca le gustó Héctor... Ella siempre fue mía.- “Minha”... ¿Por qué ustedes los hombres tienen esa costumbre de decir que todo es suyo? Las mujeres no somos de nadie.- Heitor ya dijo que eres suyo, por casualidad?Bajé los ojos, sin responder. Sí, había dicho. Y digamos que no estaba tan ofendido.- Lo mato.- ¿Cómo es que es? – Lo miré de nuevo. Sebastian solo po
Eran las seis de la tarde cuando sonó mi celular. Me había quedado dormido y Ben estaba acostado a mi lado, babeando, estaba tan muerto.Me levanté y saqué el dispositivo de mi bolso. Leo en la pantalla “Mayor desclasificado” y sonrío:- Oye. - dije, ya necesitando una cuchara.- ¿Te gustaron las bragas?- Bueno, cómo puedo decir... Se ven un poco pequeños.- Así me gusta. Todavía me quedan ocho para mi colección. Tomaré uno por uno y haré lo que tanto te gusta cada vez. – Podía imaginar su mirada pervertida del otro lado.- Me mojé las bragas. – Confesé, viendo a Ben despertarse, abriendo mucho los ojos.Abrí la puerta y entré en la sala de estar. No quería compartir esa conversación con nadie... Era solo entre nosotros.- ¿Quieres ver mi polla como está? Puedo enviarte una foto, pervertido.- No quiero ver... - Empecé a reír. – No por teléfono.- Fue una noche especial. Podemos repetir hoy.- No, Héctor. Todavía estoy adolorido... y lleno de cicatrices. Dejémoslo para el fin de sema