Lo primero que Isabela sintió sobre su piel fueron las manos calientes que tocaban en el medio de su columna. Por el reflejo pudo ver que los ojos azules del hombre se habían centrado en su espalda y ella tragó en seco. El rostro de él estaba sumamente serio y centrado, y ella no podía negarlo, Giovani era un hombre atractivo, con todos los rasgos bien ubicados en su rostro. -Relájate, no te haré nada- le dijo él con voz grave, -Créeme que si me dice eso lo menos que hago es relajarme. Además, no debería estar aquí dentro, es el vestidor para mujeres, si lo agarran aquí adentro… -No me harán nada- él la interrumpió- es probable que despidan a una de las empleadas por estar difamando mi imagen, por lo que estoy seguro de que ninguna dirá nada. Ella lo miró por encima del hombro con la boca abierta. -¿En serio? Él desvió su mirada de la espalda de ella para centrarse en el rostro asombrado de la mujer. -En serio. Los ojos de Isabela se abrieron más grande. -No debería hacer que
En menos de 24 horas Isabela había sido besada dos veces, y por el mismo hombre. Y no un simple beso, él casi le comía la boca, introduciendo su lengua lo más profundo que podía intentando volverla loca.Los brazos de ella, que apretaban la tela sobre su pecho hicieron que Giovani no pudiera pegar su cuerpo completamente al de ella por lo que reforzó el beso hasta escucharla gemir y agarró sus muñecas. Aprovechando que ella estaba vulnerable hizo que envolviera sus brazos alrededor de su cuello y de esta forma pudo rodearla completamente y pegarla a él. La espalda de ella se arqueó ligeramente y la tela que cubría su torso se corrió hacia abajo quedándose atrapada a la altura de la cintura.Eso no estaba entre los planes de Giovani, pero tampoco se quejaría. Se alejó un poco sacando la lengua de la boca de ella y lamiéndole los labios para poder mirar por el rabillo del ojo la piel expuesta de ella y… tragó en seco. No se había equivocado, los pechos de ella eran pequeños, con un pezó
«No sé» no era precisamente una respuesta que alguien como Giovani le gustaba escuchar. Y menos cuando era a una pregunta como la que había hecho antes.-¿Cómo que no sabes?- él quitó el brazo de sus ojos y fulminó con su mirada a Kamil.El hombre moreno negó con la cabeza.-Ella salió del vestidor, agarró al niño y se fue rápidamente. Mi trabajo es protegerlo, no podía caerle detrás a ella.Giovani abrió la boca para replicar, pero regañar a Kamil no lo llevaría a nada, él tenía razón.-¿Ella dijo algo?- había reconocido de que se había propasado con ella.Kamil volvió a negar.-Ella estaba… casi llorando. No parecía estar bien- dijo sinceramente como siempre.-Demonios- maldijo Giovani dando un golpe en el asiento. Acaso tendría que disculparse con la mujer por lo que le había dicho ¿era en serio? Él no solía disculparse. Él lo hacía todo medidamente para no tener que hacerlo.Acaso Isabela lo haría rebajarse a ese nivel. Gruñó frustrado. No, no lo haría. Los dos tenían un contrato
Disculparse era algo que Giovani no solía hacer para nada. Eso era reconocer los errores, y él no cometía errores, sin embargo, eso no era lo que Isabela tenía en mente. Ella lo estaba literal, obligando, y no parecería que buscara otra respuesta por la forma en que lo miraba. Sus ojos podían aun tener rastros rojos de haber llorado en las comisuras de ellos, pero de ahí, nada más. Su expresión de ahora era de determinación. Esa que a él le había fascinado desde un primer momento.Y sin darse cuenta los labios de él se movieron.-Lo… siento- Tras decir esto el rostro serio y pulcro de Giovani se volvió tan rojo y caliente que se dio media vuelta y se lo cubrió con las manos. Dios, que había sido eso. Por su parte Isabela no pensó que serían… tan fácil que él le dijera aquellas palabras, pero si, se las dijo. Se llevó una mano a su boca para que no saliera el bufido atrapado en su garganta y recobró la postura.Ya que él se había disculpado, fuera consciente o inconscientemente, lo ha
Desayunar sin Giovani en la mesa o no recibir alguno de los acasos de él le resultó bastante extraño para Isabela, sobre todo cuando ya habían pasado cuatro días desde que él se había ido de viaje. Ella era consciente de que era una mujer acostumbrada a adaptarse muy rápido a los nuevos entornos, pero el colmo que comenzara a extrañar la presencia del hombre, cuando debería sentirse aliviada. No se comprendía, la verdad. -Bela, ocurre algo- Allen, al lado de ella, dentro del auto que los llevaba en dirección a la escuela de él, le preguntó- Has estado suspirando últimamente. Ella alzó una ceja con dudas. -¿En serio lo he estado haciendo? El niño asintió. -¿Es porque extrañas a Giovani? Hacías eso mismo después que mi mamá murió. No pareces darte cuenta. Isabela se sorprendió de lo observador que era Allen. Vaya recordar esos detalles. -¿Por qué lo extrañaría?- ella intentó desviar la atención sobándole la cabeza a él. -Porque a pesar de todo, él parece ser alguien bueno, aunque
Isabela había lidiado con muchas cosas en su vida, incluyendo tener miedo y pánico, y sabía cómo reaccionar, mas no ahora. Su cuerpo comenzó a temblar de pies a cabeza y palideció aún más que antes al punto de sentirse mareada. No podía pensar, tenía miedo, estaba aterrada y cuando se sacudió para liberarse el brazo sobre su hombro se apretó con más fuerza y algo puntiagudo se posó sobre su cintura de tal forma que no visto.-Quieta ratoncito. Estamos en un hospital, pero eso no me impedirá hacer lo que me ordenaron- el hombre, al que ella conocía muy bien le habló al oído, pegado a ella, casi como si fueran una pareja- Así que camina y salgamos de aquí y llévame con quien sabes directamente. O te puedo llevar a ver a esa persona. De seguro no estará nada contenta con verte. O mejor sí. Ha gastado mucho dinero debido a que te escondes constantemente. Isabela sentía que sudaba completamente y la camisa debajo de la chaqueta se le pegó a la piel de forma asquerosa, pero no tenía cabez
No miró atrás, presa del pánico. Ni siquiera tomó en cuenta como era mirada por los que estaban a su alrededor. Ella, con el cabello alborotado, sangre en su boca, que bajaba por su barbilla y machaba su blusa, su rostro lleno de lágrimas y corriendo como si su vida dependiera de ello. Y era así. Había mordido el miembro de ese hombre con toda la fuerza que había podido, aunque sabía que solo le había provocado un poco de daño. No sabía y no miraría a atrás para comprobarlo. Todo su instinto le decía que corriera, lejos de allí. Si era atrapada, hasta Giovani correría peligro.Sus piernas dolían por correr con los zapatos altos, donde uno quedó a mitad del camino en algún lado, rompiéndose la fina media panty. No lo sintió. La respiración en su pecho dolía, y su vista se difuminaba de correr tan rápido que tuvo que detenerse escondiéndose detrás de un latón de basura en un callejón. Se abrazó el cuerpo temblando tanto que pensó que sus dientes se partirían entre ellos. Estaba aterrad
Isabela se removió en la cama, abriendo los ojos con dificultad. Su cuerpo dolía, al igual que su boca y garganta ante el uso para nada acostumbrado que le había dado. Juraba que aun podía sentir el sabor metalizado de la sangre ajena en su boca y la sensación de su cavidad ser llenada. Recuerdo que le hizo salir corriendo en dirección al baño y soltar todo lo que estaba en su estómago. Se estremeció sintiéndose fatal por el hecho.Agarró una toalla y se secó la boca. La luz del baño permitió que viera en la habitación que estaba sola. Allen debía haberse acostado en la suya para no molestarla y lo agradeció. No le gustaba que la viera en ese estado. Cerró los ojos e intentó contener el asco dentro de ella. Ya había vomitado lo poco que tenía en el estómago y necesitaba mentalizarse que esto era un suceso del pasado y que al menos lo que había hecho había evitado males mayores. Aun así, no pudo evitar tener otra arcada y estremecerse. Estar sola en ese momento no parecía ayudar mucho