La mañana estaba bella. Tan bella que mi estado de ánimo estaba por las nubes. Bajé y encontré a los chicos desayunando. Algunos lucían bien y otros un tanto demacrados por lo de ayer. De todos modos, aquí estábamos. Black estaba en la cocina junto a Fendy. Cuando los vi, pensé en sus acciones de anoche y me sonrojé. «Oh, por Dios». Uno de ellos me vio y me saludó cortésmente. Aunque sabían mi identidad, ninguno se atrevió a desobedecerme después de lo de ayer.Black conocía mis gustos. Un vaso de leche estaba en la mesa esperando por mí. Tomé mi vaso y salí a la terraza, con la vista puesta en el mar. Observaba a la gente que caminaba y corría, otros solfeaban. El aire fresco y relajante del mar era lo mejor. No había duda, era lo mejor.Abrí mis manos y respiré profundamente. Me concentré y solté el aire. Me sentí tan relajada que podía llorar de lo bien que estaba este momento. Miré a mi alrededor y sonreí. Había muchos hombres corpulentos abajo.Con un simple traje de baño, sus cue
Claverio condujo hasta el Banco Central, su corazón latiendo con fuerza mientras el paisaje urbano pasaba rápidamente por la ventana. Estacionó a una cuadra del banco, su mente llena de pensamientos sobre lo que estaba a punto de hacer. Se bajó y caminó por la calle, con toda la gracia que el mundo podía reclamar en su ser. Era la primera vez que recorría una calle desde que salió de la cárcel, y la sensación de libertad era abrumadora.Todo había cambiado un poco. Las tiendas lucían más modernas, las luces de neón parpadeaban con un brillo renovado, pero nadie en la calle podía ignorar a una mujer que lucía tan bella. Sus tacones altos de seis centímetros chocaban con fuerza contra el ladrillo que cubría la calle central, resonando como un eco de su determinación.Al entrar, todas las miradas se posaron sobre ella. El chico de servicio al cliente la vio y se levantó de inmediato, temiendo que fuese un cliente importante y que su comportamiento la ofendiera. La sala de espera estaba ll
Después de conducir por un largo tiempo, Claverio decidió entrar en un banco y retirar dinero. Max la había advertido sobre la importancia de hacer todo en lugares diferentes para no llamar la atención sobre sí misma. Podía ahorrarse la molestia y hacerlo en el Banco Central, pero al sentir que un ojo la miraba, prefirió ir a una sucursal más pequeña para realizar su transacción.Al llegar, se sorprendió al descubrir que solo podía retirar un millón de dólares como mínimo. Ella no necesitaba un millón ahora, solo doscientos mil para pagar a sus hombres y hacer algunas compras.—Solo quiero doscientos mil. No más —dijo con firmeza.—Lamento los inconvenientes, señorita, pero solo está permitido el retiro de un millón. La razón es que su cuenta está saturada —respondió el cajero, con una voz monótona.—Vale, retira un millón —dijo Claverio, resignada.—De acuerdo, por favor coloque su huella digital aquí.—¿Qué? —preguntó, sorprendida.—Sí, es requerido por el banco. Es una suma mayor y
Tomaba una siesta cuando uno de esos engendros vino a tocar mi puerta. Al levantarme de mala gana, me sorprendí al ver a Alejandro, cuya expresión mostraba asombro.—¿Y esa cara? ¿Qué te trae aquí a esta hora? —pregunté, frunciendo el ceño.—¡Ehy! Son las seis de la tarde. Ven, mira aquí.—¿Qué cosa? —respondí, intrigado.Me mostró su laptop, donde había un video de un coche corriendo a toda velocidad, esquivando todas las cámaras de seguridad como un maldito profesional. Me sorprendió que alguien pudiera tener tal habilidad.—¿Terminaste de ver? Pues mira quién hizo todas esas acciones —dijo, entregándome una foto de Nadin antes de subir al coche. Cuando salió, tenía otra imagen. Se había cambiado de estilo, y eso la hacía lucir mucho más bonita. ¿Verdad que sí?—Oye, estás mirando demasiado la foto. Te acabo de decir que ella fue quien esquivó todas las cámaras.Era sorprendente, y ahora el asombrado era yo. Esta chica era realmente interesante. Seguí mirando el video, impresionado p
Me dirijo a mi habitación y me acuesto, pensando en lo tormentoso que es esta vida. Tras no poder conciliar el sueño, tomo un vaso lleno de whisky. El primer trago no hace mucho efecto, así que agarro otro y lo bajo de un golpe. El sabor áspero y ardiente se desliza por mi garganta, provocando un escalofrío en mi barriga. Aplaudo por ello, sintiendo que he conseguido algo. Bajo la cabeza, sintiendo que el mundo no vale nada, y finalmente me duermo. Era un truco que usaba mucho en la cárcel; cuando me golpeaban, el alcohol me ayudaba a no sentir nada.Mañana llegará y será el gran día, el día en que, por fin, veré a esas personas que me dieron la espalda. Un momento que me causa tanto temor como expectativa. Cada vez que pienso en ello, el miedo se apodera de mí más que la convicción. Pero, a pesar de todo, una sensación de satisfacción por mi preparación me inunda. Soy valiente, fuerte y decidida. Mañana daré un paso único, clavaré mis palabras y mis acciones donde más les duele. Firma
La limusina condujo hasta la residencia de los Clindy. El nerviosismo me estaba llevando al borde del colapso. Black se había bajado antes, como lo habíamos planeado, y los hombres estaban posicionados, listos para actuar. El pequeño Jay estaba tecleando en su computadora, concentrado en su tarea.En un momento, sentí que no estaba preparada. Jay me agarró la mano y la apretó con fuerza. Su pequeña mano me daba fuerza. Lo miré y él me sonrió, dándome la última señal que necesitaba.Me enderecé y suspiré.—Bueno, es momento de hacer todo y reclamar lo que me quitaron.—Sé que lo lograrás, jefa —me respondió Jay, con confianza.Volví a suspirar. El momento había llegado. Al llegar a la residencia, el perímetro estaba cubierto por seguridad, y Jay sabía cómo manejar todo.El momento de bajar llegó. El conductor abrió la puerta y, al poner un pie fuera, supe que no podría volver atrás. Debía dar el paso que tenía que dar. No había escapatoria.Saqué la cabeza cuando vi que el conductor ext
Miraba por cada rincón, esperando encontrarla, y justo cuando creí que todo había terminado, la luz se enfocó directamente en la entrada. Todos quedaron asombrados por la persona que apareció en la puerta. En mi mente, pensé que era la novia, pero no podía ser. Ella estaba sentada al lado del novio, y parecía que este compromiso era lo más absurdo de su vida.Giré la cabeza, atónito, al darme cuenta de lo que mis ojos estaban contemplando. "M****a, es ella". Pero ahora era veinte veces más bella que la última vez que la vi. Llevaba un vestido verde que se ceñía a su cuerpo, con un escote que dejaba al descubierto su diminuta cintura.La sala completa quedó conmocionada. Todos se hacían la misma pregunta: ¿Quién es ella? Ahora, sentía que tenía más interés en quedarme. Ella no había venido con el propósito de dañar nada; parecía que tenía algo más en mente, luciendo un vestido provocador mientras su mirada divagaba por todas partes. Y, para mi sorpresa, le sonrió a un tipo.Caminó hacia
Salí de la habitación y atravesé otra puerta. Supuse que era la principal; era amplia y tenía una vista sencilla que me dejaba sin aliento. El color crema de concha me representaba de alguna manera: un objetivo al final. Al voltear, vi otra habitación. Entré y encontré un armario lleno de mis pertenencias. Abrí la puerta y allí estaba mi equipo, todo organizado. Sonreí, como si alguien hubiera sido capaz de poner todo junto sin preguntarme. Ahora estaba curiosa, pero a la vez, un vacío me llenaba.Sin embargo, nada de eso parecía importar en este momento. Sentía un dolor punzante en el corazón que no podía ignorar. Intentaba evitarlo, pero era inevitable. El pequeño Jay entró y me miró con esos ojos brillantes que siempre me llenaban de alegría. Me entregó su iPad, donde tenía a ambas familias a la vista. Observé lo que sucedía y le di un beso en la frente.—¡Buen trabajo! ¿Quieres mostrarme tu habitación?—¡Papá, la decoré! Es linda como a mí me gusta.—¿Papá, lo hiciste todo solo?—B