Brianna
—Así que no han arreglado sus cosas —dice Camelia al otro lado de la línea desaprobándome y ruedo los ojos frustrada.
—No voy a correr detrás de él. Ya me disculpé por habérselo ocultado, pero no me arrepiento de la manera en cómo manejé la situación.
—No critico eso, Brianna, pero debes dar tu brazo a torcer un poco. Tu marido no lo hará.
—Sé que no lo hará y yo tampoco.
Escucho su queja y río un poco. Es verdad que parecemos un par de niños caprichosos que no se hablan más que para el obligatorio saludo y buscan salirse con la suya, pero no pienso arrodillarme ante él pidiéndole perdón por algo que no he hecho, o llorando como una mujer que se siente desolada y abandonada por su hombre. Joder, no. Él sabe que ese no es mi estilo.
Esta situaci&oacut
BriannaA pesar de haber «aclarado» lo que sea que haya sucedido entre nosotros en esta semana por culpa de la intromisión de Benjamin Hamilton, siento algo de desconfianza, sobre todo, porque ya sobrepasa la medianoche y es apenas cuando escucho sus pasos, un poco torpes, dirigirse hacia aquí. Creí que llegaría más temprano y empiezo a creer que cualquier esfuerzo que haga en esta relación servirá de nada. Es decepcionante y frustrante no saber qué hacer para sobre llevar una situación con él. Ni siquiera sé si es correcto el sentirme triste por algo que no sólo yo debo manejar.La puerta se abre, dejando ver su real presencia, y bufo al ver esa mirada brillante por el alcohol en su sistema. Creo que eso era algo pasable cuando teníamos nuestra extraña diferencia.Lo repito. Decepcionante.—Hola, nena —saluda, cierra
DanteLo primero que noté al despertar, aparte de sentirme como si hubieran extraído toda la energía vital de mi cuerpo, culpen a mi esposa, es que ella no estaba en la cama junto a mí, como siempre, con ese candente cuerpo listo para mí. Tomo mi teléfono mientras me dejo caer sobre el sofá de la sala con un café en la mano y subo mis pies a la mesa de centro antes de llamarla sin más espera, cuando he confirmado que no está en el apartamento.—¿Sabes cuan divertido es despertar deseando hacerle el amor a tu mujer y encontrarte con la cama vacía? —hablo una vez escucho su voz.Ella ríe y eso es suficiente para considerar este como un buen inicio de día.—No lo sé, a decir verdad. No tengo mujer, pero sí un marido algo perezoso.—Que graciosa. Me utilizas durante toda la noche y ahora te bu
Brianna«He escrito y reescrito este correo tantas veces que he perdido la cuenta y el sentido de mis palabras, tratando de explicarte lo que realmente sucedió en ese bar y en esa fiesta, el por qué me vi con esa mujer y por qué no te dije nada; pero cada una de mis palabras suenan a estúpidas excusas que ni yo mismo quisiera escuchar. Necesito que sepas que no te he engañado, jamás lo haría, y que estoy perdido por ti. Sé que lo sabes, muy dentro de ti sabes que nunca pasó nada con Dayanne. Por favor vuelve a casa, nena, te extraño. Sé que ya no estamos casados, pero te amo y no me importa lo que diga un maldito pedazo de papel. Por favor, Brianna, vuelve»Leo y relee el correo que me ha enviado Dante hace dos días y no puedo evitar suspirar cada vez. Le creo. Creo en cada una de sus tontas palabras y no sólo porque Dany
BriannaDecir que mi viaje de regreso ha sido el más largo que he tenido jamás, ahora me parece un eufemismo; las cinco horas que llevo aquí sentada esperando a tener noticias de él, eso sí es estar en vilo. Se supone que ha salido ya de la cirugía y el doctor dice que fue un todo un éxito, pero aún no dan noticia alguna. Si ha despertado o cuando podremos verlo.—Tu cena —dice Dany, se sienta a mi lado y me tiende una bolsa con un perro caliente de la calle. Que lindo mi cuñado.Nunca esperé, al llegar esta tarde de mi viaje, encontrarme con esta noticia. Un horrible accidente donde dos personas resultaron muertas; por fortuna, él no fue una de ellas. No logro dejar de mover mis piernas con desespero e inquietud. Siento esta extraña opresión en mi pecho que me dice que lo malo apenas está iniciando.—No tengo hambre, Dany,
BriannaToco a su puerta para saber si ya está listo, pero no contesta y eso me irrita. Cada día luego de ese accidente se ha comportado de la misma manera; irritante, molesto, gruñón, patán y odioso. Creo que me faltan algunos insultos más para mi flamante ex-esposo. Detesto que se comporte de esa manera tan infantil, siempre con lástima hacia sí mismo y encerrado en ese mundo tan oscuro.—Dante, ábreme, por favor —le ruego.Y como era de esperarse, no recibo respuesta alguna. No le he visto en toda la semana y, a estas alturas, me provoca golpearlo para que entre en razón y deje de compadecerse.—Estoy aquí —lo escucho y miro al final del pasillo.—Creí que no estabas listo.—¿Para ir a que me juzguen por asesinato? Por supuesto que estoy listo.—No mataste a nadie, ya basta de eso &md
Dante—Mirar el teléfono fijamente no la traerá de vuelta —dice Lina, deja un sándwich y un jugo junto a mí, suelto el teléfono enseguida y vuelvo a mi trabajo.He vuelto a diseñar, necesito sacar adelante el sensor inteligente que nos están pidiendo esos alemanes de Schell Robotics. Es un buen contrato que ha logrado conseguir Brianna, pero no me gustan esas reuniones. Me vi obligado a acompañarla a la última reunión que tuvieron hace dos semanas en un jodido restaurante, y no me gustó nada ver como el dueño de la empresa, un sujeto tan viejo que podría ser su abuelo, y su hijo, que podría ser mi padre, se la comían con la mirada. Ella es mi mujer. Estar en esta maldita silla de ruedas sólo me vuelve un chiste de hombre que no supone riesgo alguno.¿Cómo podría defender a mi mujer de imb&eacut
Brianna—Brianna, hija, de no tener otra alternativa, te aseguro que…Ruedo los ojos, cansada de esta plática, callando así sus disculpas sin sentido. No me gusta la grandiosa idea de mis padres, no me interesa en lo más mínimo. Estoy cansada de rogar y buscar alternativas, que podrían resultar efectivas, para no ceder ante esa absurda petición. Amo a mis padres, haría muchas cosas por ellos y lo saben, pero esto me parece una completa locura. Aún más viniendo de ellos siendo personas tan liberales y sensatas.—¿Estás seguro de que no hay otra manera de salvar la empresa, papá? —digo, como así pudiera lograr que entren en razón.Mi padre niega, mientras parece exasperarse por mi continuo andar por toda su oficina, y mi madre, a su lado, se muerde las uñas como siempre que está tensa. No estamos en bancarrota, no estamos ni de cerca de ello, pero vivimos en un mundo competitivo y cada vez hay más competencia y más opciones de entretenimiento que podrían desbancarnos en menos de nada.Me
Dante¿A quién mierda se le ocurre llamar a la medianoche? Maldito teléfono. Debí apagarlo.—Aló —contesto soltando un gruñido, odio que no me dejen dormir.—¿Qué es esa manera de hablarle a tu madre, Dante?Me quejo y miro mi teléfono, odiándolo.—Lo siento, mamá. No me fije en quien era. ¿Qué necesitas?Si estuviera aquí ya estuviera jalando de mis orejas.—Tu prometida llegará mañana. Quiere conocerte —chilla, y juraría que está saltando en un pie.La emoción de mi madre es imposible que se me contagie. No sé cómo espera que me sienta igual que ella, luego de haber sido presionado por papá para que aceptara este absurdo negocio.—¿Y qué quieres que haga?—Pues