Dante
Enciendo un cigarrillo y me siento en una silla frente a la ventana. Bri está en la habitación de al lado, preparándose para el gran momento, y aún no saco de mi sistema el enojo que han provocado nuestros padres. Deseaba tanto mandarlos a la mierda a todos, llevármela de aquí y casarnos lejos de todos ellos, y de su presión. Mi padre ama el dinero, como a nada en el mundo, incluso sobre mi madre y sus hijos, pero este nivel acoso le podría cortar una fortuna si no deja su mierda. Brianna Blake dejó de ser un negocio para mí desde el primer momento que la vi, no tuve ni tiempo para pensar en eso, y no voy a dejar que arruine lo que tanto dolor de pelotas me ha costado.
Miro a la puerta cuando se abre, Sunny entra y me mira con una sonrisa burlona. Sonrío también, porque no me importa ser in idiota por ella.
—Si sabes que deberías
Brianna He pasado una maravillosa noche junto a mi esposo. Apenas hemos descansado y me siento extrañamente feliz. Me encanta su lado dulce y a veces juguetón, me hace sentir como una persona extraordinaria, mostrando algo que en realidad no soy, buscando algo que no existe en mí. Perfección.En mi corazón deseo ser lo que espera, compensarle esa fe que ha depositado en mí, en lo que soy cuando estoy junto a él. Porque mi felicidad se la debo a él. No soy una mujer dependiente, no busco más de lo que puedo ofrecer, y mi desinterés por todo, lo demuestra. A parte de mi trabajo, hace mucho tiempo no me sentía entusiasmada por algo como el vivir a su lado y reavivar lo que alguna vez fui. Él ha logrado tanto con ese cariño y esa paciencia que me ha demostrado y deseo eso, deseo todo lo que él quiere ofrecerme, porque lo necesito. Necesito llena
BriannaMe siento en el alféizar de la venta de la habitación, totalmente aburrida y aferrada a mi saco de lana. Son las seis de la mañana y ya he hecho ejercicio, me he bañado y he ayudado a mi madre a corregir unos contratos, mientras que mi adorado esposo aún duerme como una piedra. El frío de esta ciudad me ha mantenido despierta desde el primer día que llegamos de nuestra luna de miel. La ciudad está blanca y cruda, gracias a la nieve que la cubre todo cuanto se alcanza a ver, y debo decir que no me gusta mucho. Siempre he preferido el sol y el calor, disfrutar de la calidad y alegría de gente que no pretende ser indiferente. Espero poder acostumbrarme rápido a esta gran y bulliciosa ciudad.—¿No pudiste dormir? —me pregunta él y sonrío.Miro hacia la cama, lo veo estirarse como si fuera un gato gordo y glotón. Este ho
DanteFinalmente, vamos de camino hacia la cena navideña de cada año en casa de mis padres. Un evento muy importante para la fusión, según mis padres. Este tema tiene a las dos familias muy emocionadas, y no es para menos. Será un gran paso, aunque delicado, para ambos lados.Espero que todo vaya bien para ellos, así nos dejarán a nosotros en paz.Mi esposa y yo, hemos cumplido con nuestra parte. De aquí en adelante, es cosa de ellos. Estoy pensando en que pasemos fin de año en casa de sus padres, sé que ellos no son tan dados a la vida social como lo son mis padres, así que sería algo tranquilo. Así también, mi friolenta mujer, descansará de este helado invierno.Pero, por ahora, ya estoy preparado para ver a Bri en modo «reina del hielo». Sé que ese es su método de defensa cuando no conoce o no
BriannaLo primero que hago al despertar, como lo he hecho en las últimas cuatro semanas, es bufar por lo mucho que detesto que Dante no esté en la cama. A mi lado. No ha dormido junto a mí por tres semanas y eso no me gusta. Lo veo cuando le llevo el desayuno antes de irme a la empresa o al llevarle la cena cada noche al regresar, porque ni siquiera hace eso ya. Sé que debo tener paciencia y que soy una mujer independiente que no necesita de un hombre para ser feliz o ser funcional, pero es mi esposo y lo extraño.Resignada, me levanto y me pongo ropa de ejercicio para bajar al gimnasio del edificio. Debo seguir con mi rutina y esperar a que termine este tiempo y al fin se desocupe de sus labores enfermizas.—Buen día, vecina —saluda Christopher Callaghan, cuando me ve entrar al muy completo gimnasio, y sonrío cordial.Christopher es uno de los pocos amigos que ti
BriannaEstos dos últimos días, me he sentido bastante presionada, pero, no por eso, he bajado la guardia. Hay algo importante que debo hacer para evitar que Benjamin llegue a Dante con sus mentiras y enredos, y, cualquier sacrificio, por doloroso que sea, sé que es poco. Está jugando con la persona equivocada y creo que ha olvidado que ya no soy una estúpida y desubicada niña de diecisiete años en una ciudad extraña.Came prometió enviar a alguien para que me ayude a cubrirme y a investigar, al no conocer a nadie en esta ciudad, al menos a nadie en quien pueda confiar para resolver este lío que pretende armar Benjamin —más que a los amigos de mi esposo—. Deseo que todo salga bien. Tengo una semana para hacer callar a ese miserable y deplorable ser que dice llamarse hombre. Haré hasta lo imposible para mantenerlo a raya de nuestras vidas.<
Dante—Felicidades —dice mi padre, entusiasmado.No creo que debamos cantar victoria aún, pero sí creo que la licitación será mía al final. Hoy fue el día de la presentación el proyecto y por alguna razón, creo que fui el mejor, con el proyecto más completo a pesar de todas las trabas y preguntas de Hamilton. Soy consciente de que, en la mayoría de los casos, son personas con favoritismos las que resultan ganadoras y este tipo de licitaciones las hacen para dar una ilusión de transparencia en los procesos gubernamentales.Aún con todo eso, es lo último que ocupa mi mente en este momento.Aún no sé qué pensar con todo lo que está pasando con mi mujer. No hay nada peor que no poder confiar en las personas a tu alrededor sintiendo ese vacío que ocasiona la decepción. Desde la primera vez que mi herm
Brianna—Así que no han arreglado sus cosas —dice Camelia al otro lado de la línea desaprobándome y ruedo los ojos frustrada.—No voy a correr detrás de él. Ya me disculpé por habérselo ocultado, pero no me arrepiento de la manera en cómo manejé la situación.—No critico eso, Brianna, pero debes dar tu brazo a torcer un poco. Tu marido no lo hará.—Sé que no lo hará y yo tampoco.Escucho su queja y río un poco. Es verdad que parecemos un par de niños caprichosos que no se hablan más que para el obligatorio saludo y buscan salirse con la suya, pero no pienso arrodillarme ante él pidiéndole perdón por algo que no he hecho, o llorando como una mujer que se siente desolada y abandonada por su hombre. Joder, no. Él sabe que ese no es mi estilo.Esta situaci&oacut
BriannaA pesar de haber «aclarado» lo que sea que haya sucedido entre nosotros en esta semana por culpa de la intromisión de Benjamin Hamilton, siento algo de desconfianza, sobre todo, porque ya sobrepasa la medianoche y es apenas cuando escucho sus pasos, un poco torpes, dirigirse hacia aquí. Creí que llegaría más temprano y empiezo a creer que cualquier esfuerzo que haga en esta relación servirá de nada. Es decepcionante y frustrante no saber qué hacer para sobre llevar una situación con él. Ni siquiera sé si es correcto el sentirme triste por algo que no sólo yo debo manejar.La puerta se abre, dejando ver su real presencia, y bufo al ver esa mirada brillante por el alcohol en su sistema. Creo que eso era algo pasable cuando teníamos nuestra extraña diferencia.Lo repito. Decepcionante.—Hola, nena —saluda, cierra