Espero les guste esta novela tanto como a mi, estoy haciendo lo posible porque así sea.
Luego de que Andrea y Dimitrios llegaran al departamento, Andrea sabia que Lia estaba cuidando de Amara pero moria de ganas por ver a Lia.—Hermano, se que es tu casa pero ¿puedo ir a ver a Lia ahora?. Dimitrios asintio y Andrea salio de la sala con un vaso de wisky en manos y se dirigio a la habitacion donde se encontraba Lia. Escucho el sonido de la ducha y tambien el sonido de la voz de Lia que llenaba el lugar, cantaba una cancion en español que el entendia era bachata. Pues se acerco un poco mas y se quito los zapatos y en la mesa de noche coloco su reloj y se quito su traje a medida.Entro en el baño y Lia estaba completamente distraida cantando y moviendose al ritmo de la musica y sobando sus muslos con el gel de ducha que tenia en sus manos, siguio frotandose mientras Andrea miraba la escena con la garganta seca. De una zancada entro en la ducha a lo que Lia solto un brinquito.—¿Que estas haciendo, me asustaste. Andrea Con voz ronca responde solo observo como te bañas, quie
Después de la intensa tarde de conexión entre Andrea y Lia, se dirigen hacia el salón tomados de las manos, donde encuentran a Dimitrios abrazando a Amara, mientras que Katherine y Jairo conversan animadamente con ellos cuando estos dos se acercan, todos los miran con curiosidad, y entre Amara y Lia se intercambia una mirada cómplice. Los tres hombres se dirigen al balcón del apartamento para charlar, mientras las mujeres se adentran en la cocina para preparar algo de comer.Katherine no está muy familiarizada con la comida dominicana, pero Lia se pone a su disposición para enseñarle cómo prepararla. Amara, por su parte, se queda sentada en una silla de la cocina, observando cómo las dos chicas se disponen a cocinar. Están preparando salmón a la plancha, papas salteadas, una mezcla de ensaladas frescas y acompañando todo con unos buenos vinos.Mientras cocinan, Katherine se siente curiosa y le pregunta a Lia si ella cree que podría acercarse a Jairo sin complicaciones. Lia, sonriend
La noche continuó tranquila, y después de una larga velada llena de risas y música, los amigos empezaron a despedirse uno por uno. Cada uno regresaba a sus respectivas habitaciones, dejando a Dimitrios y Amara solos en el apartamento. La música que aún resonaba de fondo parecía calmar el ambiente, pero en el aire flotaba una tensión que solo podía sentirse entre dos personas que compartían algo mucho más profundo.Andrea, se despidió de Lia con una sonrisa cálida, sabiendo que su relación aún estaba en una etapa de descubrimiento. Katherine también se despidió de Jairo con una mirada cómplice, pues ya tenía planes para mostrarle los maravillosos rincones de Grecia, su país natal, antes de que él partiera. "Te va a encantar", le había dicho, con una emoción que reflejaba su deseo de compartir las maravillas de su tierra.Amara y Dimitrios se quedaron en silencio por un momento, mirando cómo el resto del grupo se retiraba. Aunque ambos parecían tranquilos, Amara sentía la necesidad de
Un mes después de la conversación con Dimitrios, Amara y él se encontraban en el camino hacia la clínica, ansiosos y expectantes por saber cómo seguía el desarrollo de su bebé. Habían pasado semanas emocionantes, pero también algunas preocupantes, pues los cambios de Amara en su cuerpo no eran pocos, y cada día parecía traer nuevos síntomas.Amara comenzó a sentirse extraña durante el trayecto, una sensación de malestar que la había estado acompañando durante los últimos días. "Tengo muchas ganas de comer sopa", dijo con voz suave, casi sin energía. Dimitrios, que siempre estaba pendiente de ella, la miró preocupado, pero sabía que estos malestares formaban parte del proceso."Si eso es lo que te apetece, lo que sea, amor. Solo dime, y lo conseguiré", le dijo, sonriendo mientras le acariciaba la mano.Cuando llegaron a la clínica, fueron recibidos por la doctora Paula, quien parecía tener una actitud profesional, pero Amara no pudo evitar notar algo en su mirada. Durante toda la consu
La tarde había sido especial para Amara. Mateo, el guardaespaldas de Dimitrios, la había llevado a la mansión de los Kanelos, donde pasó el tiempo rodeada de calidez familiar y risas. La pequeña Mave, siempre curiosa y llena de energía, no dejaba de sorprenderla con sus ocurrencias. Tenía apenas siete años, pero su mente era un torbellino de ideas, siempre haciendo preguntas y sugiriendo nuevas actividades. Aquella tarde, Mave había decidido que quería aprender español y, en su inocencia, pidió a Amara que le enseñara a bailar como ella."¡Yo quiero bailar como tú, Amara! ¡Enséñame! ¿Puedo moverme como tú?" Mave saltaba de un lado a otro, sus cabellos rubios brincando al ritmo de su entusiasmo.Amara, con una sonrisa en los labios, aceptó encantada. La niña tenía tanta energía que rápidamente la contagió. Juntas se movían por el salón al ritmo de la música, mientras la risa de Mave resonaba por toda la casa. "¡Vas a ser una gran bailarina!", le dijo Amara, aplaudiendo mientras Mave gi
El día siguiente a la conmovedora sorpresa en la mansión de los Kanelos, Amara y Dimitrios regresaron al apartamento para descansar. Aunque la velada había sido especial y llena de momentos emotivos, la fatiga de todo el día empezaba a sentirse.Antes de irse, la madre de Dimitrios, preocupada por el bienestar de su nuera, les sugirió que pasaran la noche en la mansión. "No es lo más adecuado conducir tan tarde con una embarazada", le dijo, mostrando su preocupación maternal.Dimitrios agradeció la atención, pero con su característico sentido práctico, respondió: "Te agradezco mucho, mamá, pero Amara y yo estamos bien. Vamos a casa a descansar. No te preocupes". Después de despedirse con un abrazo cariñoso, Dimitrios encendió el auto y condujeron de vuelta al apartamento. Aunque su madre insistió en que se quedaran, Dimitrios sentía que estar en su propio espacio les daría una mayor sensación de paz y tranquilidad.Una vez en casa, Amara, agotada, se quedó dormida rápidamente, acurruc
El sol apenas comenzaba a asomarse por las ventanas del apartamento cuando Amara despertó, sintiéndose más cansada que nunca. Habían pasado cinco meses desde que descubrieron que esperaban un bebé, y aunque estaba emocionada, los malestares del embarazo no desaparecían. Vomitaba casi todos los días y, aunque los antojos la hacían sentir un poco mejor en ciertos momentos, la mayor parte del tiempo solo quería dormir.Dimitrios, al notar que Amara no se sentía bien, estaba más preocupado que nunca. Esa mañana, mientras se preparaban para salir, él la miró fijamente y le preguntó, con tono serio: "Amara, ¿estás segura de que quieres ir a la empresa hoy? No me gusta verte tan mal, deberías descansar."Amara, un poco frustrada por no poder hacer lo que quería, respondió rápidamente: "Dimitrios, necesito hacerlo. No quiero quedarme en casa todo el tiempo. Tengo trabajo que hacer, y sé que este bebé está en camino, pero no puedo detener mi vida por eso."Él la miró con cariño, pero también c
Era un domingo por la tarde en la casa de los padres de Dimitrios. La casa estaba llena del bullicio familiar, risas y conversaciones entre los familiares que se reunían para compartir una comida. Pero, para Amara, todo ese ruido parecía un eco lejano. Se sentía agotada, como si la energía de la tarde la hubiera absorbido por completo. Había algo en el aire, una presión invisible que la envolvía. Su embarazo la estaba agotando más de lo que imaginaba.Dimitrios, siempre tan atento, la había acompañado hasta la habitación que le habían preparado. "Descansa un rato, mi amor. Te traeré algo de comer cuando te despiertes", había dicho con su voz suave y llena de cariño. Amara, sin fuerzas para discutir, había cerrado los ojos y se había dejado caer sobre la cama, buscando un poco de alivio en el silencio de la habitación.Pero el sueño no fue reparador. Aunque la cama era cómoda, y el cansancio le pesaba en el cuerpo, algo en su interior seguía agitado. Cada movimiento de su bebé en su vie