El sonido del teléfono despertó a Amara a la mañana siguiente, en una habitación que aún conservaba la esencia del encuentro de la noche anterior. Las sábanas blancas estaban desordenadas, y en el aire aún flotaba el perfume de las velas y el suave murmullo de la música que había acompañado sus momentos más íntimos. Se estiró y se acomodó en la cama, aún sintiendo la calidez de Dimitrios a su lado, pero al mirar a su alrededor, algo en su interior le decía que las cosas no serían iguales a partir de ese momento.La voz de Dimitrios aún resonaba en su mente: “Este es nuestro momento, Amara. No hay vuelta atrás.” Pero la tranquilidad que sentía en su corazón comenzó a desvanecerse cuando vio la pantalla de su teléfono. Era un mensaje de Dimitrios."Amara, tengo malas noticias. Algo inesperado ha surgido en Grecia, y debo irme de inmediato. Hay una situación urgente con el negocio de la familia. No puedo esperar más tiempo. Lo siento profundamente, pero necesito irme cuanto antes. Te lla
Dimitrios caminó lentamente por los pasillos de la mansión familiar, el sonido de sus pasos resonando en el mármol de los suelos. El aire de Grecia, tan familiar, ya no tenía el mismo efecto en él. Todo parecía diferente desde que dejó a Amara atrás. El paisaje que tanto amaba, el ajetreo de su ciudad natal, y la rutina de su vida anterior ya no lo llenaban de la misma satisfacción. Su mente siempre regresaba a ella, a esa habitación de hotel, a sus caricias, a los besos que compartieron. Se encontraba atrapado en una realidad que no quería aceptar: estaba lejos de la mujer que había cambiado todo para él.Cuando llegó al salón principal, sus padres, Nikos y Maria, estaban sentados en el sofá, conversando en voz baja. La mirada de su madre fue la primera en encontrarlo. Sin embargo, a pesar de su sonrisa cálida, algo en sus ojos le dijo a Dimitrios que ella sabía que algo no estaba bien.—Hijo, ¿cómo te fue el viaje? —preguntó su madre con una ligera preocupación en la voz, levantándo
Dimitrios, aún perdido en sus pensamientos y con la determinación de luchar por lo que sentía por Amara, apenas notó que sus padres se miraban entre sí con una sonrisa cómplice. Nikos, su padre, fue el primero en romper el silencio, con un tono juguetón, mientras María, su madre, contenía una risa ligera.—Entonces, hijo... ¿tienes alguna foto de la mujer que te ha robado el corazón? —preguntó su padre, levantando una ceja y sonriendo de forma traviesa.Dimitrios los miró, algo sorprendido por el repentino cambio de tono. Su madre se acercó a él, como si estuviera esperando la respuesta con la misma curiosidad que un detective persigue una pista importante.—¡Claro! ¿No nos vas a mostrar a la chica que te tiene tan preocupado? —agregó María, entre risas suaves. Parecía que, aunque sabía lo difícil que era para él, la situación le divertía un poco.Dimitrios suspiró y se reclinó en la silla, mirándolos con una mezcla de sorpresa y exasperación. No era común que su familia se comportara
Amara se encontraba en el centro del auditorio, rodeada por sus compañeros, con la toga y el birrete que marcaban el fin de una etapa importante de su vida. La emoción de la graduación estaba en el aire, pero, en el fondo, su corazón no compartía el mismo entusiasmo. Los vítores de la multitud y los aplausos no lograban llenar el vacío que sentía. Dimitrios, el hombre que había cambiado su vida, aún no había regresado.Cada día desde su último encuentro en la playa, la distancia entre ellos había crecido. Al principio, Amara se aferraba a la esperanza de que Dimitrios volvería, de que su amor no quedaría interrumpido por un océano de distancia y responsabilidades. Pero los días pasaron, luego semanas, y después meses, y la llamada que tanto esperaba nunca llegó.Hoy, mientras su nombre era anunciado como parte de los graduados, Amara sonrió con una mezcla de orgullo y tristeza. Había alcanzado una meta importante, pero no podía dejar de pensar en él. ¿Por qué no había vuelto? ¿Por qué
Amara estaba en el vestíbulo del auditorio, sosteniendo su birrete en las manos, sintiendo cómo las emociones luchaban por apoderarse de ella. Las conversaciones a su alrededor eran un murmullo lejano, pero su mente estaba en un solo lugar: Dimitrios. No entendía por qué había estado tan ausente ni por qué no había vuelto como había prometido. Su mente, llena de dudas, no dejaba de dar vueltas sobre lo que había sido su relación, lo que había comenzado tan intensamente y de manera tan prometedora.Cuando pensó que ya no podría soportar más el vacío, algo cambió en el ambiente. Una brisa fresca pasó por el hall, y fue en ese momento cuando vio a alguien que la hizo detenerse en seco.Dimitrios.No estaba en su mente, no lo esperaba. No hasta que la ceremonia hubiera terminado. Pero allí estaba, tan presente como nunca, parado al final del pasillo, observándola con una expresión que reflejaba tanto arrepentimiento como deseo. Su figura, tan familiar y tan inesperada al mismo tiempo, la
El sol comenzaba a ponerse en la orilla, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados. El sonido de las olas chocando suavemente contra la arena era la única música que acompañaba el tranquilo momento que compartían en el balcón del hotel. Amara observaba el mar, sumida en sus pensamientos. Los últimos meses habían sido una montaña rusa de emociones, y aunque había encontrado su equilibrio con Dimitrios, había algo que la mantenía inquieta: la distancia entre ellos.Dimitrios se acercó a ella desde atrás, rodeando su cintura con sus brazos, sintiendo cómo la brisa del mar les envolvía. El calor del día se había ido, pero aún quedaba una calidez entre ellos. Sintió cómo Amara relajaba sus hombros cuando él la abrazó, pero también notaba una leve tensión en su cuerpo.—Amara —dijo Dimitrios, su voz suave y profunda—. Quiero hablar contigo.Ella giró lentamente para mirarlo, notando el tono serio en su rostro. Había algo diferente en él, como si se estuviera preparando para decir algo imp
Amara se quedó en silencio por un momento, la emoción del momento desvaneciéndose ligeramente al escuchar las palabras de Dimitrios. Aunque en su corazón sentía que dar el paso hacia Grecia con él era lo correcto, sabía que había un obstáculo importante por delante: su madre.Dimitrios, con una sonrisa confiada, la miraba expectante, esperando una respuesta definitiva, pero Amara dudaba. No era solo el futuro que compartían lo que estaba en juego, sino su relación con su familia, especialmente con su madre, quien siempre había sido su pilar.—Hay algo que debo decirte —dijo finalmente Amara, con una pequeña expresión de incomodidad en su rostro. Su voz temblaba ligeramente, pero se la arregló para ser firme—. Mi mamá… no está de acuerdo con que me vaya tan lejos, especialmente tan pronto.Dimitrios frunció el ceño ligeramente, desconcertado, pero sin perder su calma. Sabía que la familia de Amara había jugado un papel fundamental en su vida, y que no sería fácil para ella tomar una de
La noche había caído, y el aire cálido de la ciudad envolvía el ambiente mientras Amara y Dimitrios se preparaban para un nuevo capítulo en sus vidas. Habían tomado una decisión trascendental, una que marcaba el inicio de una nueva etapa juntos. No solo se mudaban a Grecia, sino que daban un paso más allá en su relación, un paso que los uniría de manera más profunda.Estaban en la suite del hotel, donde la celebración había comenzado con una cena tranquila, llena de risas, miradas cómplices y promesas de un futuro compartido. Los dos estaban más cerca que nunca, no solo físicamente, sino en su conexión emocional. La decisión de mudarse juntos a Grecia les había dado un nuevo propósito, y esa noche, querían celebrarlo.Amara se levantó de la mesa, sin decir una palabra, y caminó hacia el ventanal que daba a la vista del mar. Dimitrios la observaba en silencio, cautivado por su presencia, como siempre. La luz suave de las lámparas y la luna reflejándose en el mar creaban una atmósfera m