-AHHHHHHHH- un grito resonó en toda la mansión poniendo de punta el pelo de todos los lobos que estaban dentro.
Nebraska había hecho todo lo posible por aguantar los gritos en su boca pero este último fue imposible haciéndole perder toda su fuerza y caer en la cama con el cuerpo bañado en sudor. Jadeando fuertemente mientras un llanto llegaba a sus oídos. Sara corrió y pasó un paño seco por su frente y cuello en un intento de refrescarlo.
La omega había tenido cinco partos antes y un aborto pero ninguno tan difícil como este. El embarazo no lo había pasado mal. Los meses había trascurrido tranquilamente mientras veía su panza crecer, oía a su esposo pelear porque ella quería hacer cosas y él no la dejaba y sus hi
El aire era helado. Las paredes irregulares de cristales congelados distorsionaban las sombras provocadas por las pocas gotas de agua que usaban huir desde el techo. El delgado suelo transparente que amenazaba con romperse. Un lugar tan inhóspito, extraño y solitario donde nadie le gustaría estar.Unos lentos pasos rompían el agotador silencio. La figura avanzaba por los diversos caminos que formaban un laberinto como si aquello fue su rutina diaria. Las luces proyectadas levemente se reflejaban en las largas mechas de cabello plateado alrededor de la inmensa e imponente figura. Litus, alfa de la manada de hielo se sentía como en casa.El lobo avanzó confiado, aquel extraño lugar formaba parte de los terrenos de su manada desde hacía tantos años que se había perdido d
Hades sabía que el embarazo en las lobas era un problema total sobre todo para los machos. La razón. A partir de la segunda semana empezaban los antojos de madrugada. Antojos que podían ser de diversos tipos. Desde salir a correr como morder a su compañero simplemente porque necesitaba aliviar sus colmillos.En el caso de su bella esposa y reina de su manada Nebraska…las cosas fueron un poco…diferentes.Por naturaleza las lobas tenían antojos por máximo tres cosas a lo largo de todo su embarazo. Pero quizás era porque ella era una omega que la situación fue un poco diferente.Empezando que iniciaron no en la segunda semana sino después del primer mes pero con tanta fuerza que Hades realmente se estaba volviendo loco. Y eso que fuera máximo tres antojos. Novatos, Nebraska ya tenía cuatro meses y él ya había perdido la cuenta de por cuantos había pasado.
Nebraska sabía de muchas cosas. Era una loba inteligente que aprendía muy rápido. Conocía sobre las manadas, sobre anatomía de los lobos, había aprendido a como intentar ser una buena madre para sus cuatros hijos más grandes y su nueva cachorrita de dos años Priscila. Pero había una cosa que no sabía…y era qué le regalaría a su esposo el día de su cumpleaños. Y eso le estaba rompiendo la cabeza en mil pedazos. Porque quería darle a Hades algo muy pero muy especial. Él se lo merecía y no tenía idea que podía estar a la altura. -na…Rei..na…Reina- la voz de Leoxi la sacó de su retardo. Ella alzó la cabeza y pestañeó varias veces. -¿Qué ocurre?- recuperó la compostura. Leoxi se sentó frente a ella con el escritorio de por medio y le puso unos papeles delante. -Eso mismo me pregunto yo- el lobo y ella estaban trabajando en ese momento en la organización de la guardia de la manada para aligerarle el trabajo a Hades- Ha estado algo en
Hades no era un alfa por gusto. Su instinto era refinado y ahora que su esposa estaba enlazada con él como que ya se había dado cuenta de que algo estaba mal. Muy mal. Por eso cuando su reina abrió la puerta del baño, él la esperaba sentado en el borde de la cama, con su rostro serio y los brazos cruzados. Quería saber que era lo que molestaba a Nebraska y sería esa noche. -No me gusta cómo me miras- Nebraska cerró la puerta del baño detrás de su espalda. Había escondido aquel conjunto en un lugar dentro del baño porque sabía que la escena que se realizaba delante de ella venía. Hades podía ser muy terco e insistente cuando quería. -Acaso no puedo mirarte- el alfa inclinó la cabeza y sus rasgos se relajaron- Ven- le extendió la mano. Nebraska se acercó a él y agarró su mano. Su esposo la jaló y la sentó sobre su regazo y abrazó su estrecha cintura. Dejó un suave beso sobre su clavícula que era visible de su delgado vestido de dormir. -
Para los que vieran a Nebraska en ese momento pensarían que estaba totalmente tranquila esperando a que volviera su alfa y el resto de los guardias. Pero no, era todo lo contrario. Nebraska temblaba ligeramente y su corazón latía en su pecho dolorosamente. Una mano sobre su hombro la hizo sobresaltarse un poco y girar su cabeza. A su lado estaba su hijo Rodrigo y ella soltó un suspiro. -Ma, estás muy tensa- Ella dirigió su vista hacia adelante mientras apretaba la mano de su hijo con la suya. Un calor reconfortador la invadía. Miraba hacia afuera, en la entrada de la mansión y a lo lejos aún no había rastros de su esposo. -Estoy preocupada- su rostro estaba sombrío. -¿No puedes comunicarte con el alfa?- Ella negó. -Parece que está en una situación densa y mi voz no le llega- su voz se hizo grave- Espero…espero que todo esté bien- tuvo que respirar profundo. -Tranquila ma- Rodrigo hizo algo que ella no se esperó, l
Como siempre, las fiestas de la manada de Plata eran por todo lo alto y más cuando se trataba del cumpleaños del alfa y de su gemelo, el comandante de la manada, y Hades podía sentir que cada año era mejor. Sobre todo porque su familia cada día era más grande. Tenía una hermosa esposa y cinco cachorros a los que cuidar, aunque algunos de estos crecían muy rápido.El bullicio en el comedor era inmenso. Toda la manada estaba reunida comiendo, bebiendo y riéndose. Era una escena típica de una esperada celebración.Y Hades estaba feliz y lo mostraba con una enorme sonrisa.Había recibido muchos regalos. Quizás demasiado como todos los años, solo que esta vez se emocionó aún más con los de sus hijos. Rodrigo le regaló una cadena que contenía una piedra de color tan claro y traslucida que era idéntica a sus ojos, Nicol&aacu
Hades tenía que reconocer una cosa. A pesar de que amaba a toda su manada, su protegida Sara, a su hermano y a sus hijos, el regalo que realmente había estado esperando era el de su esposa Nebraska. Y por lo visto ya entendía porque no podía dárselo delante de todos.Estaba seguro que si lo hacía tendría que arrancar unas cuantas cabezas. No por ver el cuerpo desnudo de su loba, eso era normal en ellos. Sino por lo que se imaginaba que estaba sobre este.Y ya estaba salivando y dolorosamente duro cuando alzó la mano para que ella se acercara a él.Nebraska caminó hacia su esposo con paso decidió, aunque su pecho latía duramente. Su corazón casi se le quería salir porque podía enfrentarse a una manada inmensa y al peligro y no temer y estar ahora en esa situación y estar tan nerviosa.Ella misma no se comprendía, pero quería esto. N
Hades estaba agotado. Nadie le dijo que ser alfa de una manda traería además de fama entre su gente, tantos dolores de cabeza que apenas tuviera tiempo de estar con su familia. Maldecía. Quería vacaciones y eso era lo que había vuelto loco a Siran cuando le había dicho que al otro día ni contara con él.Un día siendo un lobo normal no tendría consecuencias ¿verdad?Entró por fin a su habitación bien entrada en la noche y la imagen que vio lo hizo sonreír y enternecerse.-Llegaste- Nebraska acomodó a la bebé de apenas un mes en sus brazos y que chupaba el pecho de su madre con ganas. Como si tuviera la mayor hambre del mundo.-Mucho trabajo amor, pero ya estoy de vuelta- se acercó e inclinándose dio un beso a su esposa jalando su labio inferior. Llevaba todo el día sin verla ni tocarla. Estaba ansioso por el contacto con ella.Después de inclinó y besó la cabecita oscura de su cachorrita y sonrió.-Cada día se parece más a ti--Creo que de todos mis cachorr