Layan mantuvo la sonrisa en su rostro a pesar de la mano con garras que apretaba su muñeca y del olor amenazador del alfa ante él. Nadie más que su persona conocía la reacción de que tocaran algo que era suyo. La escena le pareció graciosa. Por más molesto que alguno de los dos estuvieran no podrían pelear, eso sería un crimen fatal.
Hades gruñó sacando sus colmillos y frunciendo el ceño. Rodeó la cintura de Nebraska y la sostuvo al sentir el pequeño cuerpo temblar a su lado.
-Layan-
-Suéltame- el alfa pelirrojo le dijo tranquilo pero con tono demandante.
-¿Y si no lo hiciera, qué?- gruñó. Su se es
Nebraska retrocedió un paso para detenerse temblando violentamente. La imagen del alfa ante ella la aterraba tanto como podía cautivarla.El oscuro cabello suelto y alborotado que enmarcaba su rostro perlado en pequeñas gotas de sudor. La camisa desabotonada que se pegaba a la piel dejando a la vista los músculos definidos de un lobo adulto en su mejor etapa de vida. Los pantalones holgados que apenas hacían el esfuerzo de ocultar sus torneadas piernas y la ausencia total de zapatos le daba un aspecto más salvaje de lo que normalmente mostraba. Aunque, Nebraska estaba más atenta al brillo amenazador de sus plateados ojos que podía definir incluso con su deteriorada vista.Retrocedió otro paso solo para recibir un gruñido de respuesta por parte de él y su
Olor a sándalo, miel y algo más. La mezcla demasiado dulce empalagó la conciencia de Nebraska que se debatía en despertarse o salir de la inconsciencia.-¿Hasta cuándo pretendes seguir durmiendo?- la voz grave del alfa al que no le tenía muy buenas ganas le hizo poner los pies sobre la tierra y abrir los ojos de golpe para encontrarse en una habitación incluso más lujosa que donde dormía actualmente. A diferencia, que este lugar no lo conocía, ni parecía tener el estilo elegante de Hades.Se incorporó en el frío piso y el acostumbrado y desagradable ruido, más el peso de los grilletes alrededor de una de sus tobillos la hizo estremecerse tanto que tuvo que utilizar toda su fuerza de voluntad para no vomitar.
Nebraska miraba sin poder enfocar de Layan a la loba y viceversa con rostro incrédulo.-¿Estás jugando conmigo?- el lobo enarcó una ceja ante el volumen alto de la voz de ella- Si me dijeron que ella había desaparecido-Layan soltó un bufido y alzó los hombros con desinterés.-Cómo crees que quedaría mi reputación si la noticia que mi hermana enloqueció saliera a la luz--No estás siendo sincero- Nebraska sintió que detrás de aquellas palabras se escondía algo más. Detrás de esa coraza que había construido, ese lobo albergaba una verdad que no quería revelar. Aun así no creía ser cap
Nebraska estaba muy tranquila. Demasiado tranquila para la preocupación de Layan. No había tocado los alimentos que habían sido llevados a su habitación y tampoco había indicios de fuga. El alfa daba toques con su dedo encima de la mesa mirando a su beta.-¿Y?- preguntó a su beta que se mantenía parado al otro lado con las manos en su espalda.-No ha hablado, se mantiene sentada en su cama sin nada más que mirar al vacío-Mirar al vacío era algo que de seguro hacía, pensó Layan, era del conocimiento público la dificultad que poseía en sus ojos. Pero algo más, necesitaba algo más. Esta seguro que ella no se quedaría con los brazos cruzados mientras la tení
Nebraska avanzó por el pasillo. Agradecía su buena memoria, algo que se había desarrollado, aún más por su falta de vista, así que encontrar el lugar a donde se dirigía era cuestión de tiempo. A su espalda oyó los pasos de Layan y poco después de Hades que al parecer se había vestido pues el sonido de la tela sobre su piel estaba vigente.Aún se sorprendía con ella misma al ser capaz de tratar con dos alfas, y no dos alfas cualquieras, dos que le sacaban tantos años que no se atrevía a recordarlos. Cuando se había juntado con Rudoc la situación la había podido controlar hasta un punto, pero el pico de la cumbre había sido al estar tanto tiempo encerrada. Tantos años cautiva la habían cambiado tanto que ella misma se asustaba. Ahora ya no ten&i
Oía voces y no sabía de dónde. La oscuridad lo envolvía y todo su cuerpo se negaba a hacerle caso. Pero no le dolía anda. Solo agotamiento era lo que estaba presente. No le gustaba no saber que ocurría o que había pasado, no le gustaba no tener el control de la situación. Apenas recordaba los sucesos después de que empezara su celo.Primero el calor, después la necesidad y el estremecimiento de su cuerpo por reclamar una hembra y sabiendo que tenía una que lo esperaba había sido peor la tortura al punto de casi perder el control. Después aquel aroma dulce que lo impulso a correr y atraparlo, para devorarlo completo.Un dolor en su brazo siguió después de eso y las cicatrices a causa de su propia mordida no desaparecerían
Layan le sonreía al otro alfa sentado frente a él. Después de casi media hora contándole la historia oculta de su hermana, a pesar de los gruñidos y malas caras de parte de Hades, había concluido satisfecho.-Estás seguro que podrás lidiar con esto, tienes alguna idea de lo que dirán el resto del Consejo cuando se entere de que tu hermana estuvo siempre debajo de sus narices--Si tu no dices una palabra, no tienen que enterarse de lo que realmente ocurrió- reposó la barbilla contra su mano- Tengo guardado varias cosas bajo la manga y no creo que nadie me refute nada, a menos que te pongas en mi contra y me delates--Debería- Layan lo miró con el ceño fruncido- Te llevaste a alguien m&iacut
Nebraska caminaba varios pasos por delante de Hades.Por la forma en que movía sus hombros y cabeza hacia cada lado le daba a indicar al alfa que ella más que estudiar el pasaje a su alrededor, más bien guardaba retratos de los lugares por donde caminaban como si alguna vez volviera a perder la vista y necesitara depender de sus otros sentidos. A pesar de que no sonreía, su olor le decía que estaba más que contenta, agradecida y complacida por poder apreciar otra vez nítidamente su alrededor.En cambio, él no estaba ni cerca de estar medianamente feliz. La gota de la duda de lo que Layan le había hecho a Nebraska aun picaba y dolía en su orgullo y más cuando ella lo arrastró esquivando la conversación. Conociéndolo, el lobo pelirrojo no hab