Kelaya en solo escuchar el nombre de su esposo se alegró mucho, y estaba a punto de ir hasta donde él estaba, cuando se dio cuenta de que este comenzaba a tirar todo lo que encontraba por su paso y parecía como un león enfurecido destrozando todo lo que encontraba por su camino, hasta llegar a su presa.

Ella al pensar en esto le dio un poco de temor, porque la mirada que él le dio, era para pensar esto y no sabía por qué si ella no había hecho nada malo, e inmediatamente se miró el vestido que tenía puesto, y se dijo, pero es mío y entonces porque me quiere matar con la mirada.

Luego que llegó donde estaba bailando con sus amigas y la cogió de sus brazos, ella ya no pudo seguir con sus pensamientos, ya que la comenzó a zarandear, como si de una muñequita de trapo se tratase, mientras le decía, quién te dio permiso de que hiciera tu fiesta de cumpleaños en la casa de mi esposa.

Yo te he dado permiso, parece que la última vez no te quedó claro que la única mujer que será y seguirá siendo