Kingston corrió como loco hacia la multitud.

Todos los presentes quedaron atónitos.

Como Kingston estaba demasiado emocionado, de repente había hablado con el acento de su ciudad natal, el acento de la ciudad natal de la familia Yates. Ese era un fuerte acento de las montañas. Por lo tanto, nadie de esta tierra lejana entendió lo que dijo Kingston.

Además de eso, Kingston tenía una barba gruesa, su camisa estaba manchada de sudor y su cabello, en particular, estaba hecho un desastre.

De la forma en que se veía, nadie hubiera esperado que fuera un buen luchador y una persona con un patrimonio neto de miles de millones de dólares. Por el contrario, se parecía más a un trabajador errante de fuera de la ciudad.

El rostro del trabajador estaba cubierto de anticipación y lágrimas mientras miraba a la mujer sentada en el suelo.

La mujer estaba abrazando sus piernas con ambos brazos, su cabeza enterrada en sus rodillas mientras lloraba.

Después de que Kingston se acercó se dio cuenta de