Esa tarde noche, tanto Vincent como Belinda estaban sentados juntos en la habitación. Vincent vio que Belinda se había puesto un camisón delgado y revelador cuando salió, pero no la miró en absoluto.

“¡Es imposible para mí compartir una cama contigo! Creo que el propósito de que quisieras casarte conmigo no era compartir una cama conmigo también, ¿verdad? Ya que ya has logrado tu propósito, ¡por favor déjame ir!”. Vincent rechazó a Belinda con frialdad.

Belinda tampoco se enojó. En cambio, tenía muy buen temperamento en ese momento.

“Vincent, realmente me gustas mucho”.

Vincent se burló fríamente. “¡Bah!”.

“Lo que digo es cierto”, dijo Belinda.

Vincent deseaba desesperadamente que Belinda se alejara. “¡Por favor, ten un poco de respeto por ti misma! Ya que has logrado tu propósito, ¡no nos molestemos más!”.

“Vincent”. Belinda de repente se arrodilló ante él.

Vincent estaba sorprendido. “¿Tú… qué estás haciendo?”.

Lágrimas corrieron bajo los cachetes de Belinda como lluvia.