Belinda finalmente se hizo rica. Ya no tenía que trabajar ni lavar los platos. Ella quería ir a tener un spa adecuado. Aún no tenía ni treinta años. Su vida apenas empezaba. Quería ser compensada por todos los agravios e injusticias que una vez sufrió.

Belinda no volvió esa tarde y noche.

A la mañana del día siguiente, Belinda, quien había regresado, parecía una persona cambiada. Estaba vestida lujosamente y exudaba un aire de nobleza por todo su cuerpo.

Ella ni siquiera miró a Vincent directamente. Solo le lanzó una mirada por el rabillo del ojo. "Será mejor que no pierdas los estribos conmigo y ni siquiera pienses en divorciarte de mí. Es imposible que me vuelva a casar en esta vida porque no importa con quién me case, tendré miedo de que esté codiciando mi dinero. Como ya no quiero casarme con otro hombre, entonces ciertamente eres el mejor candidato para ser mi esposo. Sin embargo, ¡no me impidas divertirme! ¡Si te atreves, definitivamente arruinaré a tu hermana!".

Ese come