Narrador.
La agente especial Nikaury Santos Mientras estaba trabajando en su escritorio en el edificio de la UASD en Nueva york, cuando un recuerdo no deseado le llegó de golpe... Un hombre de piel oscura estaba mirándola fijamente con ojos vidriosos. Tenía una herida de bala en el hombro, y una herida mucho más peligrosa en el abdomen. Con una voz débil y amarga, le dijo a Nikaury... “Te ordeno que me mates”. La mano de Nikaury estaba sobre su arma. Debería matarlo. Tenía buenas razones para hacerlo. Aun así, ella no sabía qué hacer... La voz de una mujer sacó a Nikaury de su ensoñación.
“Parece que tienes algo en mente”. Nikaury levantó la mirada de su escritorio y vio a una mujer norteamericana joven con cabello corto y lacio de pie en la puerta de su oficina. Era Dariana Brawn, quien había sido la nueva compañera de Nikaury en su caso más reciente. Nikaury se sacudió un poco. “No es nada”, dijo. Los ojos de color marrón oscuro de Dariana estaban llenos de preocupación. Ella dijo: “Estoy bastante segura de que no es nada”. Cuando Nikaury no respondió, Dariana dijo: “Estás pensando en Daury Kozcoglu, ¿verdad?”. Nikaury asintió sin decir nada. Había tenido muchos recuerdos últimamente, recuerdos de su terrible enfrentamiento con el hombre herido en la cabaña de su padre muerto. La relación de Nikaury con el preso fugado se había arraigado en un vínculo extraño y retorcido de lealtad. Pasó seis meses prófugo, y ella ni siquiera había tratado de restringir su libertad, no hasta que empezó a asesinar a personas inocentes. Ahora era difícil para Nikaury creer que ella lo había dejado en libertad durante tanto tiempo. Su relación había sido inquietante y muy oscura. De todas las personas que Nikaury conocía, Dariana era la que más sabía cuán oscura había sido. Finalmente, Nikaury dijo: “No dejo de pensar... que debí haberlo matado en ese mismo momento”. Dariana dijo: “Estaba herido, Nikaury. No supuso una amenaza para ti”. “Yo sé”, dijo Nikaury. “Pero no puedo sacarme de la cabeza que dejo que mi lealtad se interponga en el camino de mi juicio”. Dariana negó con la cabeza. “Nikaury, ya hemos hablado de esto. Ya sabes lo que pienso al respecto. Hiciste lo correcto. Y no tienes que creerme. Todos aquí también lo creen”. Nikaury sabía que eso era verdad. Sus colegas y superiores la habían felicitado por haber aprehendido a Daury vivo. Su benevolencia le parecía un buen cambio. Mientras que Nikaury fue la esclava de Daury, todo el mundo había sospechado de ella, y con razón. Ahora que todos confiaban en ella, las caras de sus colegas volvieron a ser amables, y era recibida con un respeto renovado. Nikaury verdaderamente se sentía a gusto aquí de nuevo. Entonces Dariana sonrió y agregó: “Demonios, incluso hiciste las cosas a rajatabla por primera vez en tu vida”. Nikaury se rio entre dientes. Ciertamente había seguido el procedimiento en la forma en que había aprehendido a Daury, totalmente opuesto a cómo había actuado en el caso que ella y Dariana acababan de resolver juntas. Nikaury dijo: “Sí, supongo que recibiste un curso intensivo sobre mis métodos no convencionales…”. “Ciertamente”.
Nikaury soltó una sonrisa incómoda. Había ignorado incluso más reglas de lo habitual. Dariana la había encubierto con lealtad, aun cuando irrumpió en la casa de un sospechoso sin orden judicial. Dariana pudo haberla denunciado si hubiera querido. Y Nikaury quizá hubiera sido despedida por eso. “Dariana, realmente agradezco…”. “Ni lo menciones”, dijo Dariana. “Todo eso quedó atrás. Lo único que importa es el presente y el futuro”. La sonrisa de Dariana se ensanchó cuando agregó: “Y no espero que te comportes como una mojigata. Y ni se te ocurra esperar lo mismo de mí tampoco”. Nikaury se echó a reír de nuevo, más cómoda esta vez. Le parecía difícil de creer que ella había desconfiado de Dariana hace poco, que hasta la había considerado una verdadera Fugitiva. Después de todo, Dariana había hecho mucho, mucho más por Nikaury que ser discreta acerca de sus acciones. “¿Te he dado las gracias por haberme salvado la vida?”, preguntó Nikaury.
Dariana sonrió. “Ya perdí la cuenta de todas las veces que lo has hecho”, dijo. “Bueno, gracias de nuevo”. Dariana se quedó callada. Su sonrisa se desvaneció. Una mirada lejana se apoderó de su rostro. “¿Necesitabas algo, Dariana?”, preguntó Nikaury. “Digo, ¿por qué viniste a mi oficina?”. Dariana siguió mirando hacia el pasillo por un momento. Finalmente dijo: “Nikaury, no sé si deba decirte…”. Su voz se quebró. Era muy evidente para Nikaury que algo la preocupaba. Ella quería tranquilizarla, decirle algo así como... “Puedes decirme lo que sea”. Pero eso podría ser impertinente. Finalmente, Dariana pareció estremecerse un poco. “No tiene importancia”, dijo. “Nada de qué preocuparse”.
“¿Estás segura?”. “Sí, estoy segura”. Sin decir una palabra, Dariana desapareció por el pasillo, dejando a Nikaury un poco inquieta. Hace mucho sospechaba que Dariana albergaba secretos propios, quizás unos muy oscuros.
“¿Por qué no confía en mí?”, se preguntó Nikaury, Parecía que una de ellas siempre desconfiaba de la otra. Eso no era nada nuevo… Pero no había nada que Nikaury pudiera hacer al respecto, al menos no todavía. Miró su reloj. Estaba a punto de llegar tarde a una cita con su compañero de hace mucho tiempo, Jhon Brawn El pobre Jhon estaba de licencia, sufriendo de Asma después de un terrible incidente durante su último caso juntos. Nikaury sintió una punzada de tristeza al recordarlo. Ella y Jhon habían estado trabajando junto con una agente joven prometedora llamada Sonia Rodriguez. Pero Sonia había muerto en el cumplimiento de su deber. La extrañaba todos los días. Pero al menos no se sentía culpable por su muerte, a diferencia de Daury. Esta mañana, Jhon la había llamado para pedirle que se reunieran en la oficina de la O&M. No le había dicho la razón por la cual quería que se reunieran, y eso la tenía preocupada. Ella esperaba que no fuera nada serio. Nikaury se levantó de su escritorio con ansiedad y salió para la O&M.
Daury sintió un cosquilleo de preocupación mientras conducía a Nikaury hacia el rango objetivo de la Marina. “¿Estoy preparado para esto?”, se preguntó. Parecía una pregunta estúpida. Después de todo, solo eran ejercicios de tiro al blanco. Pero no eran ejercicios de tiro al blanco comunes y corrientes. Al igual que él, Nikaury llevaba un uniforme de camuflaje y un rifle M16-A4 cargado con munición real. Pero a diferencia de Daury, Nikaury no tenía ni la menor idea de lo que estaban a punto de hacer.-“Quisiera que me dijeras de qué trata todo esto”, dijo Nikaury. “Será una nueva experiencia para ambos”, dijo. Nunca había probado este tipo de ejercicios de tiro al blanco antes. Pero Daniel Soydere , el psiquiatra que lo había estado ayudando con su trastorno de estrés postraumático, le había recomendado que lo intent
Después de sus ejercicios de tiro al blanco, Nikaury todavía estaba preocupada por Daury. Es cierto que se había recuperado rápidamente después de su momento de Sonia. Y en realidad pareció haber disfrutado de los disparos a corta distancia. Hasta se había visto alegre justo antes de partir a su apartamento. Sin embargo, no era el mismo Daury que había sido su compañero durante tantos años, y quien hacía mucho tiempo se había convertido en su mejor amigo. Ella sabía lo que más le preocupaba. A Daury le asustaba el hecho de que jamás sería capaz de volver a trabajar. Ella deseaba poder tranquilizarlo con palabras simples y amables, algo así como... “Solo estás pasando por una mala racha. Nos sucede a todos. Lo superarás más temprano que tarde”. Pero garantías simplistas no eran lo que Daury necesitaba en este momento. Y la verd
Nikaury fue despertada la mañana siguiente por el sonido de su teléfono vibrando. Se quejó en voz alta mientras se despertaba. “La calma ha terminado”, pensó. Miró su teléfono y vio que tenía razón. Era un mensaje de texto de su jefe de equipo en la UAC, Radamet Diaz. Le decía que debía reunirse con él, y estaba escrito en su típico estilo conciso... UAC 8:00 Miró la hora y se dio cuenta de que tendría que darse prisa para poder llegar a la cita prevista a tiempo. La oficina de mi jefe solo quedaba a media hora de su casa, pero tendría que salir de aquí rápido. Le tomó a Nikaury solo unos minutos cepillarse los dientes, peinarse, vestirse y bajar las escaleras deprisa. Gabriela ya estaba preparando el desayuno en la cocina. “¿Ya el café está listo?”, preguntó Nikaury.“Sí”, dijo Gab
El jefe Jesus dio un paso hacia el hombre que se acercaba. Le dijo: “Señor, esta área está cerrada. -¿No vio la cinta policial?”. -“Está bien”, dijo Nikaury. -“Este es el agente especial Daury. Él está con nosotras”. Nikaury corrió hacia Daury y lo alejó lo suficiente como para no ser escuchados por los demás. -“¿Qué pasó?”, preguntó. -¿Por qué no respondiste mis mensajes de texto?”. Daury sonrió con timidez. -Me comporté como un idiota. Yo…”. Su voz se quebró y él apartó la mirada. Nikaury esperó su respuesta. Finalmente, dijo: -“Cuando recibí tus mensajes de texto, no sabía si estaba preparado para esto o no. Llamé a Radamet para que me diera más detalles, pero todavía no sabía si estaba listo. Caray, no sabía
Natural”, agregó. Todos ellos lograron abrirse paso por los reporteros de nuevo sin hacer comentarios. Nikaury, Daury y Dariana se metieron en la camioneta del FBI y el jefe se llevó otro auto. El jefe los alejó de la playa, a lo largo de un camino de arena a una zona boscosa. Estacionaron sus autos cuando llegaron al final del camino. Nikaury y sus colegas siguieron a los dos funcionarios a pie por un sendero entre árboles. El jefe mantuvo al grupo a un lado del camino, señalando unas huellas distintas aquí en la tierra firme. -“Tenis deportivas comunes y corrientes”, comentó Daury.Nikaury asintió. Veía las huellas en ambas direcciones. Pero se sintió segura de que no les ofrecerían mucha información, excepto la talla de zapato del asesino. Sin embargo, algunas marcas interesantes se intercalaban con las huellas. Dos líneas movidas fueron excavadas en el suelo. -&ldq
Nikaury se dio cuenta de que esta era una situación delicada. Necesitaba quitarle el reloj de arena. Quería hacerlo rápido y sin alboroto. Pero -¿Estaría dispuesto a renunciar al reloj?Aunque conocía las leyes de registro y confiscaciones perfectamente bien, no estaba del todo segura acerca de cómo aplicaban a un vagabundo que vivía en una tienda india en propiedad pública. Preferiría lidiar con esto sin tener que obtener una orden judicial. Pero tenía que proceder con cuidado. Ella le dijo al señor: -“Creemos que pudo haber sido dejado aquí por la persona que cometió los dos asesinatos”. Los ojos de del señor se abrieron de par en par. Luego Nikaury dijo: -“Tenemos que llevarnos este reloj de arena. Podría ser una prueba importante”. El señor negó con la cabeza lentamente. Él dijo: -“Está olvi
Un nuevo espasmo de dolor sacudió la cabeza de Rosa del carmen, colocándola en posición vertical. Tiró contra las cuerdas que tenían atado su cuerpo, atadas alrededor de su estómago a una longitud vertical de tubería que había sido atornillada al suelo y al techo en medio de la pequeña habitación. Sus muñecas estaban atadas al frente, y sus tobillos también estaban atados. Notó que había estado dormitando, e inmediatamente se llenó de miedo.Sabía que el hombre iba a matarla. Poco a poco, herida por herida. Su muerte no era lo que buscaba, y tampoco el sexo. Sólo buscaba su sufrimiento. Tengo que permanecer despierta, pensó. Tengo que salir de aquí. Si me quedo dormida otra vez, moriré. A pesar del calor en la habitación, su cuerpo desnudo sintió frío por el sudor. Miró hacia abajo, retorciéndose, y vio
-“Se puso peor para ella cada día”, dijo Nikaury, colocando otra imagen horrible en la gran pantalla multimedia que se asomaba sobre la mesa de conferencias. -“Hasta el momento en que la mató”. Daury había supuesto eso, pero odiaba estar en lo cierto.La Oficina había entregado el cuerpo a la Unidad de Análisis de Conducta en los americanos, los técnicos forenses habían tomado fotos, y el laboratorio empezó todas las pruebas. Jean, un técnico de laboratorio con lentes negros, estaba presentando las diapositivas espeluznantes, y las pantallas gigantes fueron una presencia imponente en la sala de conferencias de la Unidad de Análisis de Conducta. -“¿Cuánto tiempo tenía de muerta antes de que se encontrara el cuerpo?” preguntó Daury. -“No mucho”, respondió. -“Tal vez la noche anterior”. Jairo estaba sentado al lado de Daury, había viajado a los americanos con él después de salir de Los Alcarrizos. En la cabecera de la mesa estaba sentado el Agente Especial Radamet Báez, el