La historia fue así, Lorena después de levantarse del piso comenzó a cantar con fuerza y Camilo decidió llevarla a uno de los cuartos de la casa con ayuda de Robert, pero la joven llegó a un punto en el que no pudo ni caminar, por esa misma razón Robert la cargó.
La hicieron entrar a una habitación y lograr que se durmiera, pero ella estaba empecinada en que debía bajar a la fiesta. En un momento parecía que ella ya estaba calmada y a punto de dormir cuando, de repente, se sentó en la cama y trató de quitarse el vestido ¡y en frente de los muchachos!
—¡No, no, no! ¡Lorena! —Camilo trataba de detenerla.
—¡Tengo calor! —soltó la joven.
—Pero no te quites el vestido —decía Camilo.
—Es mi cuarto, yo puedo hacer en él lo que quiera.
—No, este no es tu cuarto, por eso no pu
Marc se sintió avergonzado por la pregunta de su amiga, ¡qué indiscreta!—Es obvio, querida, me la han prestado —respondió el joven en un gruñido y le hizo a la joven señas con la mirada para que no preguntara cosas así.Lorena llevó una mano a sus labios al sentirse apenada al darse cuenta que estuvo mal preguntar aquello estando presente Miguel, recordó que su amigo se llevaba pésimo con aquel chico, así que, eso solo fomentaba las burlas por parte de Miguel para con Marc.Los tres jóvenes se dirigieron al comedor y mientras lo hacían, Miguel y Marc cruzaron varias miradas.Al llegar, se encontraron con una larga mesa de madera de cedro llena de muchos platillos exquisitos, carnes, salsas, sopas, ensaladas de frutas, postres y varias jarras de vidrio llenas de variados jugos. Todo un banquete que estaban degustando tranquilamente cinco personas: Sasha,
Se notaba que todos estaban conmocionados con lo que acababa de confesar Laura y el rostro pálido de Marc lo delataba.—¡Qué mierda! —soltó Miguel enfadado, volteó a ver a Laura—, ¡deja de decir mentiras!—Cierto, Laura, con esas cosas no se juega —dijo Cristian con tono aburrido—. Dejen de gritar, por favor.Marc tragó en seco y después relajó sus hombros entumecidos.—Seguramente viste mal —intentó desplegar una sonrisa—. Sí me besé con un chico, pero obviamente no fue con ese idiota, ¿crees que caería tan bajo?Lorena soltó una carcajada y puso una mano en el hombro de Marc (se encontraba a su izquierda).—Obvio que no caerías tan bajo, Marc —Lorena volteó a ver a Miguel—. Eres demasiado para ese.Miguel respingó las cejas y mostr&oa
Lorena se sentía muy incómoda yendo en el auto al lado de Cristian, ¿qué le hizo para que estuviera tan enojado con ella?—¿Tus padres están enojados contigo? —preguntó Lorena al joven.—No.—¿Entonces?Cristian volteó a verla.—No me gusta hablar mientras tengo jaqueca —respondió Cristian.—¡Ah… ya!, ¡okey! —Lorena comenzó a acentuar con la cabeza y rodó la mirada hacia la ventana.Al llegar a la casa de Cristian, Lorena se llevó la gran sorpresa de encontrar a su madre tomando una taza de café junto al señor Vides.—¡Mamá! —soltó Lorena acercándose a ella.—Hija, ¿cómo la pasaste en la fiesta? —pregunto la señora sonriente dejando la taza de café sobre la pequeña me
El reloj marcaba las cinco de la tarde, Lorena estaba cambiada con su pijama rosada acostada boca arriba viendo la pantalla de su celular. Para ese momento ya le había dado su número de WhatsApp a “R” (así le decía a aquella persona que estaba detrás de la pantalla).Se enfrascó tanto en que R no se diera cuenta si era hombre o mujer que cambió la foto de su perfil de WhatsApp donde aparecía con Marc y Lorena.“¿Qué haces?” le preguntó.“Estoy tomando una taza de té verde” contestó R y envió una foto de su pocillo de té reposando elegantemente sobre una mesa oscura de madera.Aquello le hizo pensar a Laura que, seguramente, estaba conociéndose con un hombre viejo que le gustaba devorar libros y tomar fotos de paisajes en su tiempo de ocio, aunque, también podría ser una señora de unos cinc
—¿Cuál?—El de Miguel, quiero saber qué tan cierto es eso de que se besó con Marc.—Por favor, todos sabemos que es mentira —replicó Camilo.—¿En serio creíste eso de que se fue a dormir temprano? —Cristian enarcó una ceja.—Pues… —Camilo no sabía qué decir.—Pareciera que no lo conocieras. Miguel es tres veces más fiestero que yo, fue quien organizó la fiesta, ¿cómo vas a creer que se fue a dormir porque le dio una migraña? —explicó Cristian—. Además, recuerdo que lo vi bailando con un hombre.—Cristian, tú estabas que ni podías ni con tu vida; seguramente viste mal.—No, yo sé lo que vi; ¿y sabes por qué? —Cristian saboreó el caramelo en su boca—, porque me pareció muy rar
A veces no medimos las consecuencias de nuestras acciones, las personas que vamos a lastimar por actuar de determinada manera.Ahora Marc sentía que no tenía cara para poder ver a los ojos a Laura, odiaba tener que ocultar lo que había hecho, pero, nunca deseó haber estado con Miguel; fue algo que se dio en el momento y no lo pudo evitar. Sin embargo, estaba pagando las consecuencias y se sentía bastante mal por ello.Veía a sus amigas conversar alegremente, el haber mentido había disipado las llamas encendidas de su problema, pero, no sabía cuánto tiempo duraría aquella calma.—¡No, no recuerdo nada! —dijo Lorena bastante alegre—, dicen que yo le dije que estaba enamorada de él.—¿Así de ebria estabas? —inquirió Laura.—Pero no era la única, dicen que tú lloraste —se burló Lorena.
—¡Ay, Camilo! —gruñó Lorena y se apartó de él—, ¡no debiste hacer eso!—Por favor, sé que también te gusta, solo quiero ayudar.—¡Que él no me gusta, solo somos amigos! —insistió la chica—, y eso, solo porque me gusta su cámara y es la única forma de que me la preste.Camilo soltó una carcajada que enrojeció su pálido rostro. Mientras, Cristian veía a los jóvenes con rostro muy aburrido y, al ya no soportar escuchar aquella fastidiosa plática, decidió marcharse.Lorena vio en silencio cómo Cristian se alejaba de ellos con un rostro bastante furioso.—¿Y ahora qué pasó? —inquirió la joven.—Bueno… tal vez no le gustó que habláramos de Robert —respondió Camilo.—¿
—Cuando pequeños fuimos amigos —contó Sasha—. Pero eso sucedió hace mucho tiempo, seguramente Cristian no debe acordarse de nada, o tal vez no le da mucha importancia.La habitación fue apoderada por un gran silencio. Laura solo se limitaba a contemplar a la joven rubia frente a ella que sonreía intentando no demostrar su gran tristeza.—Nunca me interesó que me rechazara, seguramente me acostumbré a eso —explicó Sasha—. Yo creía que él era así con todos, que esa era su forma de ser. Siempre tan arrogante y serio, la mayoría de los hombres lo odian y las mujeres se desviven por él. Me sentía un tanto orgullosa de ser la única chica que podía estar muy cerca de él, pero después llegó Lorena y Cristian cambió totalmente —dejó salir un suspiro—. Primero la odié, despu&eacut