Londres

Han pasado tres días y el no me ha vuelto a tocar, me besa y me deja alguna que otra caricia pero se queda en solamente eso.

Ya no siento ninguna molestia ahí abajo pero no se lo he hecho saber, maldita vergüenza y pudor. He hablado con Madeleine sobre esto y me ha dicho que es normal que desee yacer con mi esposo y sí además es un hombre como el mío con más razón todavía si cabe.

Aún me siento insegura por mi aspecto el y Madeleine me recuerdan todos los días lo equivocada que estoy. Quizás aquí o en Londres no se sea el estereotipo de mujer que se lleva, mi piel no es tan pálida, mi pelo y mis ojos no son claros, está claro que aunque yo creía ser más parecida a mi padre no lo soy. Soy una belleza española como un día lo fue mi madre o eso es al menos lo que le dicen.

La navidad está próxima por lo que el duro invierno no tardará en llegar.

Hoy es jueves y he decidido dar el día libre a toda la servidumbre incluida Madeleine. Quiero que James pase un día especial, ayer por casualida
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