CAPÍTULO 57

El silencio en la granja es refrescante. Bueno. Si hablamos de la casa.

No puedo creer que haya olvidado eso.

Avanzo por la casa sin hacer ruido con mis bailarinas negras, mientras arremango mi jersey celeste hasta mis codos.

Los días han pasado rápidos y me he propuesto mantener mi paz interior por el bebé.

¿Sí? Tanto que piensas día y noche en Damián.

Resoplo.

Hace dos días estuve a punto de llamarle y cuando me decidí, su móvil estaba apagado.

¿Extraño?

Mucho.

Sin embargo, no me dejó comer la cabeza con suposiciones.

Tampoco le di importancia a los titulares de la prensa, ya que, son solo una porquería. Bueno, hay cuántas que pagar y que mejor ingreso que hacer leña del árbol caído.

Malditos chupasangres.

—Buenos días— canturrea mi madre al entrar a la cocina, por la puerta que da al jardín trasero.

—Buenos días—respondo en voz baja.

Abro la nevera y tomo la leche para servirla en un vaso.

No soy amante de tomar leche, pero si no lo hago mamá me armará problema.

"Cara. La leche
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