CAPÍTULO 18.1

—Así que a la perra se le han bajado los humos—Natasha comenta mientras nos miman con una pedicura.

Asiento

—Digamos que el raspa polvo que le dio Vladimir la bajo de su pedestal y ya sabe que conmigo no se juega—digo sonriendo ante el recuerdo de la mirada de Andrea.

Le carcome cuando llego a la oficina de Vladimir. De hecho, es el mismo Vladimir el que me pide que almuerce con él o va en mi busca a la empresa y salimos a almorzar.

—Me alegra verte feliz—dice Natasha sonriéndome antes de relajarse en su silla y yo hago lo mismo

Desde que Vladimir llego de Shanghái he tratado de demostrarle lo importante que es para mí y siento que está siendo recíproco. Si bien su llegada estuvo llena de reproches este ha intentado que llevemos una convivencia tranquila.

También sé que su trabajo no le da mucho margen para divertirse, menos ahora que trabaja como un loco y esta estresado a todas horas y para ser sincera, me da un poco de miedo que colapse por el ritmo de trabajo, pero él insiste que
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