“Eres la causa que me mantiene atado a esta silla de ruedas”—Solo le hago daño— musitó y antes de salir de la empresa, Susan la detuvo sacándola de su nebulosa repleta de sentimientos, errados y encontrados.—Ashley, ¿podemos hablar? — pidió ella con mirada brillosa, reflejando culpa.— Por favor—
Narrador.William, que tiene malas intenciones como el plan de acabar con la vida de Ashley, mientras rompía el espacio para llegar a ella, sacaba del bolsillo derecho de su pantalón una navaja, con bastante filo, y ella sintiéndose nerviosa, y por demás débil no sabía qué hacer; lo único que sintió
—Me conoces y sabes que siempre he sido un hombre correcto, pero si lastiman a Ashley soy capaz de convertirme en un asesino de ser necesario y esta escoria humana se atrevió a intentar pegarle y encima de que la ha engañado y defraudado— le expliqué y él asintió.—Entonces vamos a mostrarle que a u
Narrador.Durante el trayecto a casa Ashley volvió en sí y cuando vio que iba dentro de un auto que no conocía se puso nerviosa, y su respiración se volvió errática. Claro que recordaba que ese hombre le había dicho que fue contratado por Aslan, pero igual no podía creerle así tan fácil. — Se encue
Narrador.Luego de haber sido dejado delante de la puerta de emergencia de un hospital los paramédicos asistieron a William, pero cuándo recuperó el conocimiento decidió escaparse, ya que, de todos modos, no tenía dinero para pagar por asistencia médica, y sin un lugar a donde regresar, decidió que
Aunque lo recomendable era que un guardia de seguridad la llevase, la dejó ir por su cuenta, para no agrandar más el problema en el que se estaba metiendo, pero agradeció que nadie la vio hasta que giró encontrándose con su colega con una ceja alzada y mirándola con brazos cruzados.—¿Qué acabas de
Narrador.En cambio, Milena que llevaba casi una hora esperando por Aslan, empezó a mostrarse hastiada, no se le daba bien la espera y los bufidos que soltaba empezaron a hacerse más sonoros hasta que decidió levantarse del sillón y fue hacia el escritorio de la asistente. —¡¿Será que me estás vien
Carla, por su parte, también siente culpa con la memoria de su difunto esposo, por el hecho de que le juró no volver a dar paso a nadie más en su corazón porque únicamente lo amaría a él; sin embargo, con Alonso no lo planeaba ni podía poner un stop a sus sentimientos, solo estaba pasando como algo