Narrador.—¡Ya basta Milena! Ciertamente tienes todo el derecho de visitar a Zaira, pero en este momento estamos en duelo y no toleraré esta algarabía en mi casa—. Aslan miró a la niñera y le ordenó:»Por favor, acomoda a Zaira y la lleva al jardín en el coche para que pueda interactuar con su tía.
Para mí era claro que Oliver pasaba por algo justo ahora, debido a que hablaba con sentimiento.—Tienes razón, es bueno enfrentar la verdad, pero en mi caso el problema es que yo no merezco perdón, antes de que me ocurriera esto —dije refiriéndome a mis piernas y él me entendió.» Yo hice cosas muy
Narrador.Por otro lado, Alonso estaba perdido en el dolor, sin dejar de llorar, sintiendo que su mundo se había acabado. Se encontraba tirado en un rincón de su cama, oliendo la almohada de su esposa sin querer olvidar su aroma, con miedo a un día ya no poder sentirlo.—¿Qué haré sin ti?, amada mí
Aslan no emitía palabras, solo lo miraba.—Sin saber cómo manejar la situación, envié a investigarla, te juro que si ella te habría demandado estaba dispuesto a pagar…—Aslan lo interrumpió con una risa seca.—¡Señor don dinero!— espetó irónico.—¿Piensas que todos tienen precio?— Alonso negó con las
Narra Ashley.Desde la ventana de mi habitación trataba de buscar con la mirada para ver si veía a Zaira, estoy escéptica porque esa mujer no me causa ninguna confianza, es como si pareciera que ella le iba a hacer daño a Zaira y aunque Aslan se empeña en decirme que no soy nada para la niña, no pue
—Claro que sí, hoy lo he visto y esa eres tú, rebuzna, porque es lo único que podrás hacer; a la cama de mi marido nunca vas a llegar, si ese es tu plan, te diré que por favor no pierdas tu tiempo y te regreses a la cueva de dónde saliste.—Te crees mucho, pordiosera, no eres nadie, ni siquiera eres
Narrador.Acostado y totalmente desnudo, con la cabeza agachada entre la almohada, estaba William, sintiendo deprimente tener que estar en esa situación por necesitar dinero, y Amauris que reía internamente al verlo allí, queriendo reprimir lo que siente, lo miraba al pie de la cama, negando con la
El sabor en su boca no le pareció para nada malo, aunque lo que le desagradaba era pensarlo. — ¿Lo estás disfrutando? — agregó Amauris con voz jadeante y él se detuvo.—Cállate, que si no me iré—. El chico creó un cierre sobre sus labios y se arrodilló a su lado.—Si aceptaras lo que eres estarías