Lo pensó muy bien e internamente pidió perdón a su amiga, pero ese secreto que aún guarda es lo único que queda de engaño entre ella y su novio y supuso que igual debe hacérselo saber a Aslan por qué lo de ello va de mal en peor si continúan los secretos.—No he sido del todo sincera contigo— largó
—Me encantas— confesó anonadado en cuanto se alejó para verla con detenimiento. Y ella que es una mujer segura que nada de eso le parecía indispensable antes ahora le pareció muy lindo que él le dijera esas palabras por qué la hizo sentir perfecta, pero a la vez apenada, y su rostro se tornó rojo.É
Continuación:Los movimientos de cintura que Mateos hacía iban cada vez más rápidos y certeros, rozando continuamente la entrada del canal vaginal con el tronco de su viril, provocando que Jessica tuviera que inclinarse hacia delante con ambas manos apoyadas en el pecho firme de Mateo, mientras que
Ashley se levantó, sus ojos ardían como si tuviera arena dentro de ellos debido a la falta de sueños. Entró a la ducha, y dejó que el agua fría aliviará sus músculos adoloridos, al finalizar su baño se puso algo simple y no se molestó en secarse el cabello. Ya que pensó que al hacerlo perdería tiem
Narrador.—¡Ya basta Milena! Ciertamente tienes todo el derecho de visitar a Zaira, pero en este momento estamos en duelo y no toleraré esta algarabía en mi casa—. Aslan miró a la niñera y le ordenó:»Por favor, acomoda a Zaira y la lleva al jardín en el coche para que pueda interactuar con su tía.
Para mí era claro que Oliver pasaba por algo justo ahora, debido a que hablaba con sentimiento.—Tienes razón, es bueno enfrentar la verdad, pero en mi caso el problema es que yo no merezco perdón, antes de que me ocurriera esto —dije refiriéndome a mis piernas y él me entendió.» Yo hice cosas muy
Narrador.Por otro lado, Alonso estaba perdido en el dolor, sin dejar de llorar, sintiendo que su mundo se había acabado. Se encontraba tirado en un rincón de su cama, oliendo la almohada de su esposa sin querer olvidar su aroma, con miedo a un día ya no poder sentirlo.—¿Qué haré sin ti?, amada mí
Aslan no emitía palabras, solo lo miraba.—Sin saber cómo manejar la situación, envié a investigarla, te juro que si ella te habría demandado estaba dispuesto a pagar…—Aslan lo interrumpió con una risa seca.—¡Señor don dinero!— espetó irónico.—¿Piensas que todos tienen precio?— Alonso negó con las