Narra Ashley. No pude dormir nada y por más que lo intenté, no logré hacerlo, me costaba dejar de pensar en Aslan, y de preguntarme a mí misma si lo estoy haciendo mal. No es que quiera hacerme la tonta, pero es que cuesta creer que un hombre que fue mi novio, amigo y prácticamente familia duran
Narrador.Nayelis se pegó del marco de la puerta manteniendo una ceja alzada, a medida que iba detallando a ese macho que está delante de ella; sin descaro se mordía el labio y el hombre que se sentía escaneado se rascaba la cabeza, sin entender por qué esa chica era tan directa. Lo estaba haciendo
—Que tenga un buen día Oliver— le dijo Aslan dejándolo solo en el gimnasio cuando salió en su silla eléctrica, yendo a su habitación.—Ah, se me olvido advertirte que cuando Aslan está en modo ogro es bastante enojón. A Oliver le sorprendió la voz cantarina de Nayelis, pues no esperaba que entrara
Narra Aslan.Sabía que esto no iba a hacer trabajo de un día o un momento, pero me siento tan frustrado que creo que me excedí al pagar mi enfado con Oliver, el pobre hombre solo hace su trabajo y yo encima le hablo mal. La pena me hizo salir de allí, necesito un baño y descansar, pero antes debo v
∆∆∆—Ashley ahora me dirás sobre el chocolate— pregunté cuando ya estábamos en la habitación, su madre no quiso quedarse a almorzar y yo subí a descansar, pero esta mujer le ha dado por seguirme.—Will me lo dio, cuando éramos novios siempre que me visitaba me llevaba chocolates y como me fascinan e
» No llores mi pequeño porque mamá fue quien lo hizo mal. No he sido una buena madre para ti, has pasado, por tanto, tú solo que siempre que pienso en eso me queda claro que no soy más que un fracaso. Aslan silenció sus labios poniendo una mano sobre ellos.—No, no… no lo eres. Lo siento mucho, ma
Narrador. Al escuchar el timbre de la puerta ser tocado con insistencia Jessica creyó que se desmayaría, las piernas se les aflojaron y empezó a sudar mirando a Mateo, quién notó el temor en su mirada. —No temas, yo estoy aquí. — Él le agarró las manos para brindarle seguridad. —Antes no le temía
En cambio, Paolo sentía ganas de romperle la cabeza a Mateo, poco le importaba que la esposa le tirara esa sortija a la cara, si total, la relación entre ellos había terminado hace días cuando él le dijo no quererla más, y abandonó la casa.—¡Suelta a mi mujer, muérgano! — exigió con tono violento y