Luego le lamió un pezón, describió un círculo alrededor de la punta y lo chupó. —Sabes a primavera —murmuró anonadado, antes de prestarle atención al otro pecho. Esta vez se tomó su tiempo para cubrirla de lametones lentos y acompasados, arrancándole un escalofrío de placer con cada nuevo movimient
Desesperada ella trató de alejarse y se removía, pero la fuerza del hombre no se comparaba con la suya. —¡Quédate tranquila! Volvamos a casa, necesito follarte duro y hacerte recordar que yo no tengo reemplazo, que solo yo te hago sentir. Ella negó con la cabeza dejando ver sus ojos brillosos p
Narra Ashley. Ya me había entregado a Aslan y varias preguntas invadieron mi mente, «¿ahora qué?, ¿cómo pudo cambiar todo en mí tan de repente donde mi plan siempre fue obtener venganza?»Me aterra la idea de que por dejarme arrastrar por esto tan bonito que me hace sentir Aslan, deje de ansiar las
— También no debes negarte a un regalo de mi parte porque toda esta ropa la he elegido yo. Todos estos vestidos los elegí imaginando a mi necia esposa con ellos puestos, incluso te compré uno negro. Él no dejaba de reír. —¿Para qué? — pregunté sin entender su chiste sobre el vestido. — Me querías
Continuación:Narrador.—Vamos mi amor, sabes que esa posibilidad es una en millón, ya estoy cansada de que me hagan estudios dolorosos y de que me mantengan lejos de mi hogar y de lo que amo, quiero ver a través de mis dedos como es el rostro de mi pequeña princesa Zaira y quiero escuchar las carca
—Ven, te llevaré con mi cuñada— agarró Nayeli el brazo de Jessica mostrándole una sonrisa burlona a Mateo porque se la llevaba. —Sabes, eres la única chica que trata a mi hermano así y te admiro, me encantaría aprender hacer así de ruda—dijo Nayeli de camino a la cocina y Jessica respondió en su fu
Narrador. —¿Qué tipo de relación piensa tener con él?, una en la que seguirás y el día que sientas que lo tienes comiendo de tus manos le dirás oye amor tu padre es un desgraciado y lo odio. Jessica imitaba la voz de Ashley. —Eso te dejará ver como una mujer calculadora y fría que jugó con él, m
—Quiero una hija— de repente confesó Mateo, viendo el espectáculo con emoción, por el hecho de que le parecía hermoso todo aquello, aunque fuera doloroso para Aslan. —Dudo mucho que la amiga de mi esposa quiera ser la madre de tus hijos, no ves que te aborrece y encima tú dejas que los nervios te