El príncipe Rhys, con un semblante preocupado y pensativo, miró hacia el horizonte mientras abrazaba a Anastasia. Sabía que debía actuar rápido para desentrañar la verdad.—Haré una investigación exhaustiva. No descansaré hasta saber qué pasó realmente —aseguró —Si alguien está detrás de esto, lo descubriré y haré que pague.Anastasia sintió un nuevo brote de esperanza gracias a las palabras de su esposo. Aunque el desánimo la embargaba, su deseo de ayudar a los necesitados la impulsaba a seguir adelante.En los días siguientes, Rhys convocó a su equipo de confianza, incluyendo investigadores y expertos en seguridad. Comenzaron revisando las cámaras de seguridad, entrevistando a los testigos y examinando todos los detalles del evento.Mientras tanto, Anastasia decidió no quedarse atrás. Organizó reuniones con los diseñadores y modistas que inicialmente la habían ayudado, explicando la situación y buscando su apoyo una vez más.Por otra parte, la reina observaba con recelo los movimien
Al día siguiente, con la subasta programada para la tarde, el palacio se llenó de un ajetreo casi palpable. Anastasia, con la ayuda de los diseñadores y colaboradores, había transformado uno de los jardines en un escaparate de elegancia y luces recientes.Las piezas a subastar, donadas por nobles y artesanos simpatizantes de la causa, brillaban bajo la cuidadosa iluminación. Si, Anastasia tuvo que recurrir a otras personas para que ayudarán a donar algo para la subasta, así iban a conseguir llegar a la suma que prometieron.Rhys, aunque aún seguía preocupado, dejó atrás eso y decidió apoyar a su esposa durante el evento. El príncipe sugerio que lo mejor era llevar acabo la subasta en el palacio, para no correr otro riesgo. Su presencia al lado de Anastasia no solo reforzaba su posición ante el pueblo y la nobleza, sino que también enviaba un mensaje claro de unidad y compromiso conjunto.La reina Crystin, desde su balcón privado, observaba el evento con una mezcla de ira y desesperaci
—No, no hay heredero —respondió Rhys con firmeza, disipando rumores antes de que se convirtieran en otro escándalo. —Pero esas son consideraciones personales que no deben discutirse en este consejo.Un murmullo incómodo se extendió entre los consejeros, algunos mirando a Rhys con respeto por su honestidad, otros con desdén por lo que consideraban una debilidad sentimental que no correspondía a un gobernante.—Debemos, entonces, proceder a evaluar las opciones para mantener la estabilidad del trono. Si el príncipe Jeston va ser llamado, esto no solo resolverá la cuestión de la sucesión, sino que también demostrará la firmeza de nuestras leyes y la continuidad del linaje real —argumentó un anciano consejero, intentando reorientar la discusión hacia una solución pragmática.Rhys escuchó, su rostro mostraba una calma externa mientras que internamente luchaba con la frustración y la ira. Sabía que desafiar abiertamente a su madre y al consejo podría tener consecuencias desastrosas, pero no
EN NUEVA YORKAl otro lado del mundo, Mara y Lisa se encontraban en el acogedor salón de su apartamento compartido, sumergidas en una conversación despreocupada. La luz del atardecer se filtraba a través de las ventanas, iluminando la pequeña habitación.De repente, el sonido de una notificación interrumpió la charla. Lisa, siempre atenta a las últimas noticias, sacó su celular y abrió la página web de un conocido periódico. Sus ojos recorrieron rápidamente el encabezado, y su expresión se transformó de curiosidad a sorpresa total.—¡No puede ser!, —exclamó, mientras deslizaba frenéticamente la pantalla para absorber cada detalle del artículo.Mara, intrigada por la reacción de su amiga, se acercó preocupada.—¿Qué pasa, Lisa? ¿Todo bien?—, preguntó, intentando leer sobre el hombro de Lisa.Pero antes de que pudiera discernir una sola palabra, Lisa, con los ojos desorbitados, le pasó el celular.—¡Mira esto, Mara! No lo vas a creer.Lo que vieron las dejó sin aliento. Allí, en la bril
Ya no o había más opciones para la reina. Su última arma en esta batalla de poder, era la princesa Gisal. Crystin sabía que para mantener su reino a salvo, debía actuar con rapidez y utilizar a la princesa era una pieza clave de peligro en ese juego que ella había formado.Con movimientos rápidos y precisos, la dama de la reina tomó el teléfono y marcó el número en la lejana ciudad de Abergavenny. La princesa Gisal, quien se encontraba junto a su hermano el príncipe Jeston.—¿Qué ha pasando? —preguntó Gisal cuando respondió.La dama Trina, le dejo dicho a la princesa que la reina Crystin deseaba hablar con ella urgentemente. En cuanto avisó, de inmediato le entrego la bocina de teléfono a la reina.—Gisal —la llamó la reina.—Díganme, majestad, ¿qué desea?Era la manera que estaba acostumbrada y que le gustaba que se dirigieran a ella, sin tener que estarles recordando que le debían respeto y lealtad.—Mi príncipe estará en camino mañana, irá a ver a tu hermano —le informó la reina. —
A la mañana siguiente, mientras Rhys se dirigía a Abergavenny, Anastasia visitó el orfanato local, para hacerse cargo de sus deberes. Los niños y el personal la recibieron con gran entusiasmo, su presencia era cómo una luz de esperanza para muchos de ellos. Mientras tanto, Rhys llegaba a su destino, donde lo esperaba una reunión con el consejo y el príncipe Jeston. La discusión se centró en asuntos críticos del estado, incluyendo planes de contingencia que podían alterar la línea de sucesión si la situación seguía siendo la misma.Las horas pasaban, y cada decisión tomada en Abergavenny resonaba a través del reino, mientras por su parte, Gisal, estaba preparando todo para su plan. ¿Caerá el príncipe en sus garras?Ya en palacio, Anastasia se aferraba a la promesa que Rhys le había hecho, así que cuando cayó la noche, se quedó cerca del teléfono para esperar su llamada. Anastasia sentada en el estudio del príncipe, mira a fijamente aquel aparato, esperando a que timbrara con una llamad
Mara y Lisa se giraron al escuchar sus pasos, ambas mostrando una expresión de preocupación mezclada con alivio al ver a Anastasia. Pero las dos se quedaron unos segundos largos observando a su amiga.Anastasia parecía otra, irreconocible para ellas. Sabían que era ella, pues no es que se haya hecho una cirujía plástica de rostro, ese seguía tal cual, pero su apariencia, su vestimenta y esa postura de dama fina, era lo inusual en Anastasia.Mara, siempre la más directa de las dos, reaccionó después de evaluar a su amiga y se adelantó con los brazos abiertos y la abrazó fuertemente.—Estábamos tan preocupadas por ti, —murmuró Mara, su voz temblorosa—. Hemos oído rumores sobre ti y necesitábamos asegurarnos de que estabas bien.Anastasia se sintió momentáneamente desorientada, aún afectada por la tensión de la llamada anterior donde oía la voz de Gisal en vez de la de su esposo. Pero finalmente, ella también reaccionó y recibió ese agradable abrazo, la presencia de sus amigas la reconf
Anastasia se encogió de hombros, intentando disimular el tumulto de emociones que la consumía, y trató de sonreír a sus amigas, aunque más no fuese una mueca forzada.—No es como piensan, realmente todo ha sido una suerte de malentendido mezclado con… circunstancias extraordinarias —explicó, aunque sabía que su respuesta sonaba vaga y posiblemente insatisfactoria.—Circunstancias extraordinarias no te convierten en princesa de la noche a la mañana, Ana —respondió Mara, cruzándose de brazos y mirándola con una mezcla de escepticismo y preocupación—. ¿Qué pasó realmente? No estamos aquí para juzgarte, solo queremos entender.Anastasia suspiró, consciente de que debía más explicaciones a sus amigas. Era justo; después de todo, las había dejado atrás sin una palabra, aunque tampoco había sido completamente su culpa.Después de que las tres se sentaran, Anastasia les narró lo sucedido desde el principio hasta el presente, aunque deliberadamente omitió ciertos detalles.—¿Podríamos seguir c