Samary.- “Así que nos volvemos a encontrar, y sigue igual de desagradable, señorita Courcel ¿No le han enseñado que, si no tiene nada agradable que decir, mejor sé que mantenga callada?, más cuando está comiendo y bebiendo a costa de las personas a las que está criticando.”- mientras yo estaba sumida en mis dudas, dentro del cubículo, Robin se provecho para abrir la puerta, y ser ella misma, en todo su esplendor.Así que a mí no me quedo más que seguirla, mientras miraba a las dos mujeres que me estaban criticado en mi propia boda, siendo mis invitadas. Bueno más bien centré mi mirada en la verdaderamente había hablado, Nicole Courcel.Las dos invitadas, al verse sorprendidas, tomaron dos acciones diferentes, la acompañante de Nicole, se disculpó y salió del servicio rápidamente, pero la estúpida niña mimada de Nicole se apoyó en el mostrador del lavabo, dándole la espalda al espejo, mientras nos miraba con reto en los ojos.- “No les tengo miedo señora Nikolau y compañía, mi marido
Samary.El calor me invadía, mientras me deposita sobre la enorme cama kingside, nuestros labios se acaban de separar y nos miramos a los ojos, el deseo que vi en los suyos, me paralizo, secando mi garganta. - “No tengas miedo, iré despacio, tenemos toda la noche, tu cuerpo se tiene que acostumbrar a lo que siente, y debemos descubrir que es lo que te gusta y te haga sentir más placer, que tu cuerpo se comunique conmigo.”- me dijo acariciando con sus labios mi cuello.Yo no sabía sí mi cuerpo se estaba comunicando, pero esos labios estaban haciendo auténticos estragos en la pervertida mujer en la que me estaba convirtiendo.- “¿Y yo puedo saber cómo darte… como comunicarme… como…?”- no podía decir nada sin sentirme avergonzada. Una risa sensual, y totalmente cargada de deseo, resonó en mi caja torácica, al estar él tan cerca de mí. De esa manera, tan unidos como estábamos, su amplio pecho rozó mi sensibilizados pezones, que se erguían como descarados contra el encaje del innecesario
Valerie.Poco a poco comencé a abrir los ojos, la luz que entraba por la ventana era insoportable.- “Pero ¿Quién ha puesto al maldito sol delante de mi ventana?”- extrañada que hubiera tanta luz, ya que por mucho sol que hubiera, en mi habitación nunca entraba tanta luz. Tras un segundo de recapacitación, supuse lo más lógico e inevitable, no estaba en mi casa, en mi piso.Eso me hizo abrir los ojos de golpe, mirar a mi alrededor, lo que como me dejaba el maldito dolor de cabeza, que sentía. Para un segundo después, querer morir bajo terribles sufrimientos, ¿qué demonio hacia yo en la cama desnuda y con el pervertido durmiendo a mi lado? Ambos como dios nos trajo al mundo.- “¡Mierda! ¿Qué has hecho Vale?, ¿Que mierda has hecho con tu vida?”- pensé.Lo que había hecho estaba claro, y muchas veces, debido a la presión y la relajación muscular que tenía en varios sitios de mi cuerpo, sin olvidarnos de la sensación de saciedad que aún me duraba. Deseaba que los recuerdos no llegaran, ¿o
Valerie.Cuando llegué al salón me encontré con que ya había llegado el desayuno, el café estaba caliente, y por servir, en una mesa auxiliar con algunos platos extras de desayuno, que sinceramente no me parecieron nada apetecible en este momento, dado el estado nada estable de mi estómago.Busqué a Bacon y no lo encontré, hasta que me acerqué a la terraza, donde lo vi sentado en un cómodo sillón rodeado de enormes plantas, junto a una gran yacusi. Estaba revisando su móvil, y su cara era todo un poema.- “¿Más malas noticias?”- pregunté preparada para todo, después de saber lo que mi gemela diabólica borracha fue capaz de hacer anoche, nada ya me sorprendía, o eso creía yo.- “Pues no sé señora Martin, como lo va a considerar, lo que, si queda claro que después de lo que tengo yo en el móvil, y probablemente también usted en suyo, vamos a estar casados mucho tiempo.”- dijo el pervertido haciéndome temblar.Me acerqué rápidamente a su móvil y lo cogí. Allí estaba en primera plana de t
Samary. Cuando abrí los ojos, sentí que la luz entraba levemente por la ventana, al moverme un dolor en sitios de mi cuerpo que ni conocía me trajo a la memoria la noche que había pasado en brazos de Daimon. Definitivamente, Constantine Nikolaus, tenía algo de demonio en su sangre, porque lo que me había hecho, sobre pasaba la posesión, directamente mi marido había conquistado mi mente y mi cuerpo, y si no tenía cuidado, pronto conquistaría mi corazón. Gemí al girarme por las sensaciones extrañas que atravesaba mi cuerpo, pero al mirar el lugar donde había dormido Daimon, a mi lado, me di cuenta de que no estaba, aunque aún conservaba algo de su olor y su calor. Busqué mi móvil en la mesilla, sabía que anoche antes de ir medio desnuda a buscar a mi esposo, lo había dejado allí, cargando. Y no tardé en encontrarlo, necesitaba ver la hora. Si lo llego a saber en ese momento lo que al abrirlo me iba a encontrar, sinceramente, hubiera esperado unas horas hasta estar lo sufrientemente
Samary.Gracias a la metedura de pata de nuestros amigos la tensión que había entre Daimon y yo se relajó, ya no me sentía tan avergonzada, recordando a la mujer en la que me había convertido la noche anterior, ni saltaba ante la mínima provocaciones de ciento empresario.Vale y Bacon habían hecho bastantes locuras, y se habían puesto en suficiente evidencia ante el mundo, como para que la pasión que había despertado Constantine en mí, tuviera mucha repercusión, a la hora de tratarnos el uno al otro, además las carcajadas que habíamos soltado ambos, a costa de nuestros desastrosos mejores amigos, había aligerado un poco el ambiente.Durante el vuelo, más bien me dediqué a leer la información de la caída de las acciones de la empresa de mi padre, mientras mi marido trabajaba en su ordenador. En los noticias de economía, Akon se dedicaba a negar que fuera cierto su rotura con la empresas Nikolaus, mientras esta última, mantenía silencio, Me imaginé que eso sería parte de la estrategia
Samary.Mientras la intrusa era apartada miré a mi marido, que permanecía serio, y rígido, con la mandíbula apretada, y mirando a la persona que tenía delante de él.Mis instintos me decían que la tía de Constantine, según nos había dicho esa mujer, que claramente me ignoraba, prestando toda su atención a mi marido, era claramente para molestar a Constantine.Y bueno ya tomada mi decisión, sólo había que llevarla a cabo, así que adelantándome me puse delante de la sonriente víbora, que sólo miraba a mi marido, con una sonrisa llena de deseo.- “¿Y usted es?”- dije colocándome entre mi marido y ella. Pareció que esa acción mía le molestó, porque frunció el ceño, mirándome, como queriendo analizar quien era ese ser tan molesto que le impedía llegar a su objetivo, mi hombre.Hice que mi sonrisa se ampliara, y mi años de modelo hicieron su aparición, dejé que las expresiones de mi cara expresaran relajación y soberbia nivel arpía, como si la aparición de la pelirroja fuera un mal menor, q
Valerie.- “Pero maldita mujer ¡estamos casados!, y no sólo esos, estamos en el ojo del huracán, debemos mantener las apariencias, y no llamar más la atención, si queremos que esto funcione. Debemos vivir juntos”- me decía totalmente harto de mi actitud Bacon. Esta era como la quinta discusión, desde que esta mañana, que nos levantamos juntos en la misma habitación, tras el peor error de mi vida.Sabía que no estaba siendo nada colaborativa, principalmente, porque después de los videos, que a esta hora salían por todas partes, me recordaban las mil y una cosas que no se debe hacer, cuando estas ebria. La primera no emborracharte con un hombre que te atrae tanto que, eres capaz de cazarte con él en las Vegas, para luego no recordar la noche de bodas, que de seguro fue espectacular. - “Zorra Valerie, tu vida definitivamente, es un puto desastre.”- me dije a mi misma por enésima vez.Pero no sólo por eso, sino porque ni siquiera podía eludir mi responsabilidad. No sólo había colaborado